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La desconocida amistad entre Valle-Inclán y los hermanos Camba

Ramón del Valle-Inclán, Francisco Camba y Julio Camba, los tres grandes escritores de la historia de Vilanova de Arousa, pertenecen a generaciones distintas y distantes. Son tres personalidades muy marcadas, de características tan singulares que no se pueden establecer paralelismos entre ellos.

Ramón del Valle-Inclán, Francisco Camba y Julio Camba, los tres grandes escritores de la historia de Vilanova de Arousa, pertenecen a generaciones distintas y distantes. Son tres personalidades muy marcadas, de características tan singulares que no se pueden establecer paralelismos entre ellos. La diferencia de edad es un factor que los aleja cronológicamente, pues Valle nace en 1866, Francisco Camba en 1882 y Julio Camba en 1884. Por tanto, don Ramón es 16 años mayor que Francisco y le lleva otros 18 años a Julio. Esta distancia de casi dos décadas les impidió tratarse e iniciar su relación en la Vilanova de fin del siglo XIX. Pero a pesar de esta diferencia sustancial entre el genio del Cuadrante y los hermanos de Vilamaior, los tres escritores cultivaron lazos de amistad a lo largo de sus vidas, una relación personal que nunca ha sido objeto de estudio. Las afinidades entre los tres autores fueron más estrechas en determinados periodos, fundamentalmente en Madrid durante las primeras décadas del siglo XX, pero nunca en sus vidas llegaron a romper su relación.

En la Vilanova del siglo XIX ya existen vínculos que acercan a las familias Camba y Peña -rama materna de Valle-Inclán-. Ambas se conocen íntimamente, pues tanto Francisco Camba Grande (conocido como el perito Camba), abuelo de los hermanos escritores, como su padre, Manuel Camba Bóveda, ocupan cargos de relevancia en la Corporación municipal de la época. Los Camba no alcanzan ni de lejos la influencia política de los Peña o de los Valle, pero sí se puede afirmar que fueron una saga notable en la Vilanova de finales de siglo. (Así aparece reflejado en la Historia Municipal de Vilanova de Arousa 1835-1945, de Xosé Lois Vila Fariña).

Francisco Camba deja constancia escrita de esa cercanía familiar, en una crónica firmada con el seudónimo El Hidalgo de Tor y publicada en El Noroeste de A Coruña el 16 de agosto de 1906. Bajo los títulos Crónica de las Fiestas, Diario de un forastero. La velada de los ateneístas, el mayor de los Camba nos relata las conferencias de Azorín, Valle-Inclán y Santos Chocano en el coruñés teatro Principal.

"(...) Como la sala estaba todavía desierta, yo me fui al escenario. Había conocido, tiempo antes, en un pueblo de Pontevedra a Valle-Inclán, y le recordaba todavía, con sus melenas osadas. Era yo entonces muy niño. Y en aquel día -del Corpus, llenas las calles de espadaña y de menta, lleno el aire de incienso y de sol- Valle-Inclán discutía, en un grupo donde estaba mi padre, el origen de las procesiones, mientras la procesión recorría los caminos. Caíanle entonces, sobre los hombros, las melenas onduladas a fuego, tenía en la cabeza un chambergo medieval y la mano izquierda en la cintura, como si sujetase el puño invisible de una espada siempre vencedora y siempre fuerte. Luego, aquel brazo lo perdió este hombre extraordinario en una pelea de café, sin gloria..."

Aunque Francisco Camba es proclive a misturar en sus crónicas realidad y ficción, el hecho de que Manuel Camba y sus hijos -aún niños- coincidieran con Valle en Vilanova es perfectamente verosímil. El aparente desinterés del autor de las Sonatas por las alusiones del cronista al pueblo de orígen y a su familia vilanovesa también son creíbles. Por eso, estos párrafos resultan ilustrativos para una aproximación a la amistad de Valle-Inclán con los hermanos Camba. Se trata de constatar que los tres personajes se trataron amigalmente en Madrid, pero sus caminos ya se habían cruzado en Vilanova, hecho al que contribuyó otro ilustre patriarca vilanovés: Pastor Pombo Regás.

La saga familiar de los Pombo se forjó en una casa lindante con la del Cuadrante, solar de los Peña. La relación del recordado maestro del Pósito vilanovés, Pastor Pombo Regás, con los Camba era íntima, casi familiar. Manuel Camba Bóveda y su esposa, Juana Andreu, fueron padrinos de pila bautismal de Pastor Pombo Rodríguez, primogénito del matrimonio Pombo-Rodríguez y toda su vida amigo íntimo de Julio Camba. La amistad común de la familia Pombo con los Camba y con los Peña, conocida y recordada por las nietas de don Pastor, Carmela, Margarita y Lourdes Pombo, corrobora -o al menos las hace verosímiles- las evocaciones publicadas por Francisco Camba sobre el joven Valle-Inclán.

La amistad del gran Don Ramón con Pastor Pombo y con el industrial Francisco Lafuente está confirmada por distintas fuentes y así lo hacen constar Francisco Charlín Pérez y Gonzalo Allegue en El Mundo de Valle-Inclán. Viaje a los orígenes. Además de ser compañeros de quintas en el segundo reemplazo de 1885, Valle y Pombo mantuvieron correspondencia a lo largo de su vida. De este intercambio postal se conserva una carta, fechada en agosto de 1916, en la cual el escritor le solicita a Pombo Regás que le gestione ante el Ayuntamiento documentación sobre su "libertad de quintas". En una entrevista a Francisco Lafuente Torrón, publicada en Cuadernos de Galicia a finales de los años 60, el industrial vilanovés recuerda su amistad, sobre todo con Valle pero también con los hermanos Camba, "linajes que honran a Villanueva".

Como prueba de la estrecha vinculación entre Julio Camba y los Pombo se conserva otra carta manuscrita, en este caso inédita, que guarda entre sus recuerdos cambianos Lourdes Pombo. El periodista se dirige a Pastor Pombo Rodríguez en los siguientes términos: (ver imagen de la derecha).

Será en el Madrid de principios del siglo XX donde confluyan las biografías de nuestros tres escritores. Cuando los Camba comienzan a aparecer por el foro, Valle-Inclán ya sienta sus reales en diversas tertulias literarias donde nadie le discute su liderazgo. La época de mayor esplendor de los cafés madrileños se sitúa a finales del siglo XIX y primer tercio del siglo XX, cuando surge la generación del 98, que germina en el café de Madrid con Azorín, Valle o Unamuno; la generación de 1914, con Gómez de la Serna o Juan Ramón Jiménez como principales exponentes, o la del 27, con García Lorca y Dámaso Alonso a la cabeza.

Los principales centros de estas reuniones literarias fueron el citado café de Madrid, la Horchatería de Candela, en la misma calle Alcalá, el Nuevo Café de Levante, de la calle Arenal, o el café de la Montaña, donde Valle-Inclán sufrió la herida que le llevaría a perder su brazo tras una disputa con Manuel Bueno. Tiempo andando tomarían mayor protagonismo el café de Pombo y el café Lion, donde Valle-Inclán sentaba cátedra. Otros personajes que se dejaban caer por estos foros eran Rubén Darío, Jacinto Benavente, los hermanos Antonio y Manuel Machado, Enrique Mesa, Alberto Insua, entre otros muchos.

El propio Valle-Inclán llegó a proclamar que "el café de Levante ha ejercido más influencia en la literatura y en el arte contemporáneo que dos o tres universidades y academias". Tiempo andando tomarían mayor protagonismo el café de Pombo y el café Lion, donde Valle-Inclán actuó como mantenedor de otra tertulia.

Recién repatriado desde Argentina, Julio Camba pasó unos meses en Vilanova con sus padres y enseguida se lanzó a la aventura de conquistar Madrid, una aspiración de todo periodista o escritor que se preciara. Antes de viajar a la capital, todavía tuvo tiempo de escribir algunas colaboraciones para el periódico La Idea Moderna, de Lugo. En julio de 1902 publica un poema bajo el título ¡Adiós!, a modo de despedida nostálgica al partir hacia la capital: "Malancólicas márgenes del Umia,/ Si supiera cantar os cantaría,/ Mas la pena que embarga mis sentidos/No puede traducirse en harmonías./Sentado en una roca, veo el agua/Arrastrando hacia el mar su hermosa linfa/Y mis ojos derraman en la arena/Un torrente de lágrimas dulcísimas.../¿Cómo puede brindarnos el talento/Más sublime y más dulce despedida?/En el lenguaje del dolor profundo/Hace el llanto las veces de la tinta."

 


El biógrafo de Julio Camba, Pedro Ignacio López García, sitúa a Camba en Madrid a mediados del año 1903. Cuando llega a la capital, convertido en un furibundo anarquista recién repatriado desde Buenos Aires, colabora en periódicos ácratas como Tierra y Libertad o La Revista Blanca, e incluso funda uno, El Rebelde, mientras que su hermano Francisco ya colabora en diarios de mayor renombre.

El escritor Rafael Cansinos Assens deja constancia de aquellos primeros años madrileños: "Julio Camba, el anarquista, era en el fondo un sibarita, un aspirante a burgués. Su anarquismo era simplemente un diletantismo, una escarapela para llamar la atención y epatar, como sus melenas y su chalina de colorines (...) "Era el suyo un anarquismo aristocrático... Un anarquismo literario como el que le había servido de puente a Martínez Ruiz para pasarse a las filas de Maura y escribir ahora con el seudónimo de Azorín en la España de Troyano aquellas crónicas del 'pequeño filósofo' que tenía un 'pequeño paraguas rojo'. Julio Camba imitaba a Azorín y también le parafraseaba diciendo: "Yo soy un pequeño anarquista que tiene un pequeño hermano tonto". El pequeño hermano se encogía de hombros: - ¡Caracho! -decía-, yo seré tonto, pero escribo en El Gráfico y tu no pasas de Tierra y Libertad, que no lo lee nadie. Y, además, colaboro en Los Lunes (de El Imparcial), alternando con Valle-Inclán. ¡Caracho!"

[Julio Camba, el Solitario del Palace, de Pedro Ignacio López García; página 54].

Aunque conoce primero a Francisco, Valle enseguida siente predilección por su hermano menor, por el extremismo juvenil de aquel chaval extravagante que entregaba su vida por la idea ácrata. No obstante, es Paco Camba quien más se ocupa en sus escritos del gran Don Ramón, que imponía por entonces su verbo ceceante y agresivo en las tertulias del foro. En uno de sus Episodios Contemporáneos, el titulado Cuando la Boda del Rey, rememora cómo conoció a Valle al poco tiempo de llegar a Madrid. Fue en el Central Kursaal, music hall enorme (...) "Pero yo no me pierdo esta ocasión. Tengo que buscar a Nuño y solo Valle-Inclán, también a la vez carlista y revolucionario, puede orientarme.

- ¡Don Ramón!

Valle-Inclán se detiene, visiblemente receloso de mis aspecto juvenil, temiendo acaso que vaya a pedirle protección...

- ¿Quería usted algo?

- Quisiera hablar con usted.

- ¿Ahora mismo?

- Cuando usted disponga. Soy de su pueblo. Muy aficionado a la literatura. Acabo de llegar a Madrid.

(...) Valle-Inclán, teniendo ya que marcharse, me citaba para el día siguiente, a primera hora de la tarde, en su casa...

- Argensola, 9, palacio -añadió- Vivo con mi servidumbre.

(...) Valle-Inclán, Ramón del Valle-Inclán, ya casi don Ramón María del Valle Inclán y futuro don Ramón María de Asís del Valle-Inclán y Montenegro, marqués de Bradomín y conde de Cela, vivía efectivamente en una buena casa de la calle Argensola, allá arriba, bajo los techos de la lavandera, su servidumbre que le alquilaba la única habitación no abuhardillada del cuartucho. Me recibió sin levantarse de la cama, como madame de Pompadour recibía las visitas de respeto. No estaba ya ondulada la melena que le vi en mi pueblo, y los bigotes, aún en el día anterior tan arrogantes, le caían lacios y mustios sobre la barba triste. Y más mustia y lacia aún pendía la manga izquierda de la camiseta, su camisa de dormir, falta del brazo que perdió un día por consecuencia de una reyerta de café sobre la fabricación de las sardinas en conserva.

- Ayer me dijo usted que era de mi pueblo- exclamó al verme. ¿De qué pueblo?

¡Razonabilísima pregunta! Según declaraciones del propio interesado, la cuna de aquel hombre tan pronto la habían mecido las auras de la Puebla del Caramiñal, como los fuertes vientos del Padrón, tan fuertes que detuvieron la nave de piedra donde navegaba el cuerpo difunto del Apóstol Santiago. Un día era el fruto de los amores de un tritón con una sirena en la isla de Sálvora, y al otro, como para repartirse por igual entre todas aquellas riberas, se presentaba naciendo equitativamente en mitad de la ría...

 


Sería en la horchatería Candela donde el pintor Ricardo Baroja entabló amistad con el anarquista Mateo Morral, autor del atentado contra la comitiva de la boda real de Alfonso XIII con Victoria Eugenia (1906). Morral conoció primero a Julio Camba, pues se lo presentó don Pío Baroja en el café Oriental de la Puerta del Sol, y después a Valle-Inclán por intermedio del mentado Ricardo Baroja. Don Ramón y Julio no podían imaginarse que su común amigo Mateo Morral fuese un peligroso terrorista capaz de cometer la masacre en la boda real. Julio había cedido su acreditación a Morral para que este pudiera asistir a la ceremonia. El anarquista catalán desechó la iglesia donde se iba a celebrar el casamiento y optó por arrojar el artefacto desde el primer piso de la fonda donde se hospedaba, en la calle Mayor.

El atentado arroja un balance de diecinueve muertos y un centenar de heridos. Cuando Morral se suicida en Torrejón de Ardoz, Julio Camba es detenido porque la Policía encuentra su acreditación de prensa entre las ropas del cadáver. Aquel suceso marca un antes y un después en la biografía del joven Camba, pues deja atrás su etapa anarquista y comienza a colaborar con el diario El País. También Valle-Inclán se siente impresionado por el episodio de la bomba y dedica un poema al joven Morral.

El periodista Rafael de Penagos publica en ABC (15-11-1956) un artículo rememorando las andanzas de los intelectuales por el Madrid de Fornos, de la Zarzuela, de los bailes del Real, de Maxim's, del primitivo Círculo de Bellas Artes... Y de aquella tabernita (horchatería de Candela) de la calle de Alcalá donde, todos los sábados se reunían a cenar un grupo de amigos: Valle-Inclán, Pérez de Ayala, Enrique de Mesa, Anselmo Miguel Nieto, Julio Camba, Belmonte, Pedro Calvo, Romero de Torres, Capuz, el doctor Pérez de Diego, Juan Cristóbal, Adsuara, mi padre...

11 ene 2020 / 21:28
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