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En respuesta a Jesús Alonso Montero ET ALII

La institución cultural no tuvo su fin en 1936, sino en 1940, exactamente tras la entrevista que el 9 de abril de ese año mantuvieron algunos miembros de su directiva -entre ellos, su presidente, Ramón Otero Pedrayo, y su secretario general, don Xesús Carro- con el rector de la Universidad de Santiago, Carlos Ruiz del Castillo.

    El pasado 24 de junio, el Instituto de Estudios Gallegos Padre Sarmiento inauguró una exposición conmemorativa de los setenta y cinco años de su creación y posterior constitución por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas.

    En esta muestra, formada por 28 paneles, se resume el recorrido histórico y el fruto de su actividad, lo que permite comprender lo que es y significa este centro para la ciencia y la cultura gallegas; todo ello de forma muy didáctica y debidamente ordenada.

    Como no podía ser de otra manera, el aludido recorrido histórico se inicia con los antecedentes del propio Instituto, por cuanto nació al influjo del desaparecido Seminario de Estudios Gallegos, precisándose allí que fue constituido en 1923 y tuvo su fin en 1940. Este marco cronológico es distinto, ciertamente, del que suele aceptarse como cierto por la larga recurrencia de una versión no inocente, que se repite desde antiguo. De ahí, claro, que algunos de sus actuales propagadores o sostenedores hayan respondido en estas últimas semanas desde las páginas de un diario gallego, alguno de manera airada y sin mayor argumento; coinciden, naturalmente, en repetir -y precisar- sin ningún respaldo documental su ya consabida versión; esto es, que la disolución del Seminario de Estudios Gallegos fue decretada nada más producirse la rebelión militar comandada por Franco, o simplemente que esta institución fue decapitada o incautada en el verano de 1936...

    Ni me sorprende ni me extraña esta insistencia, pues viene de muy atrás, como tampoco me preocupan los exabruptos que alguno me dirige, pues sólo sirven para retratar a su propio autor. Por otra parte, no tengo el más mínimo interés en polemizar con nadie, menos aún con quien no tiene escrúpulos en rechazar o retorcer la verdad cuando ésta le resulta inconveniente; pese a ello, por simple honestidad intelectual no puedo menos que disentir de lo que es simplemente falso y, además, tendencioso.

    He dicho y publicado en diversas ocasiones y lugares lo único que realmente se sabe respecto a la desaparición del Seminario; la última vez, creo, en el Boletín de la propia Real Academia Gallega (2015). A ese texto me remito, al tiempo que me reafirmo en lo ya dicho: el Seminario de Estudios Gallegos no tuvo su fin en 1936, sino en 1940, exactamente tras la entrevista que el 9 de abril de ese año mantuvieron algunos miembros de su directiva -entre ellos, su presidente, Ramón Otero Pedrayo, y su secretario general, don Xesús Carro- con el rector de la Universidad de Santiago, Carlos Ruiz del Castillo.

    Allí, tras ser advertidos de la situación del Seminario, que se hallaba fuera de la ley por no haber renovado sus cargos directivos desde antes de la guerra, aceptaron la propuesta de su incorporación a la Universidad... Otero Pedrayo adivinó entonces el inmediato fin del Seminario (¡Poden votarlle un responso! parece que sentenció al salir del despacho rectoral).

    En los meses siguientes buscaron otras soluciones y alternativas, pero sin éxito, de manera que el 1 de agosto de 1940 tuvieron que suscribir el acta de entrega a la Universidad de las llaves de la biblioteca y locales del Seminario en el Colegio de Fonseca... Así, como escribe el propio don Xesús Carro, con esta perspectiva, no muy halagüeña, se desvanecieron todas la esperanzas en una inmediata renovación del Seminario. Sin apoyo alguno, en el abandono más absoluto, deja de funcionar...

    Lo anterior es resumen brevísimo de un hecho objetivo, documentado, que no acaeció en 1936, sino en 1940, sin que en el mismo haya nada susceptible de opinión o debate. Cosa bien distinta es lo que se refiere a las razones y circunstancias que condujeron a este desenlace, más aún cuando la documentación referida al asunto es en exceso escueta y no permite dar por supuesto -como suele insistirse- que las razones fueran exactamente en una sola dirección.

    Es fácil suponer, eso sí, que la debilidad política de quienes representaban entonces al Seminario dio fuerza incontestable a la presión del rector compostelano, quien favoreció y en última instancia permitió que fructificara el empeño de la Facultad de Farmacia por recuperar los locales cedidos diez años atrás al Seminario de Estudios Gallegos, propiciando al cabo su propio fin y muerte.

    En suma, pues, resulta absolutamente falso -además de tendencioso- sostener que la disolución del Seminario de Estudios Gallegos fue decretada nada más producirse la rebelión militar comandada por Franco, o simplemente que esta institución fue decapitada o incautada en el verano de 1936... Sospecho, claro, que nada de lo dicho y alegado aquí atemperará el empeño de los propagadores o sostenedores de esa versión de los hechos, dado que su interés no es defender la verdad, sino retorcerla para hacer creíbles sus prejuicios.

    Acostumbran a hacerlo y en ello suelen ser maestros. Pero en este punto concreto no lo tienen fácil, si quieren ser convincentes, pues deben dar respuesta a los muchos interrogantes que suscitan. Avanzo y concluyo con cinco de ellos:


    Primero. Si efectivamente, como dicen y repiten, el SEG fue disuelto nada más producirse la rebelión militar comandada por Franco o, según otros, fue decapitado o incautado en el verano de 1936, por qué y cómo fue posible que un catedrático de la Facultad de Farmacia lo denunciara el 21 de septiembre de 1936 y volviera a hacerlo el 5 de octubre, a fin de expulsarlo de los locales que ocupaba en el Colegio de Fonseca, sede de aquélla. Anoto de inmediato que la primera denuncia no tuvo mayor recorrido y que la segunda fue directamente ignorada.


    Segundo. Si efectivamente, como dicen y repiten, el SEG fue disuelto nada más producirse la rebelión militar comandada por Franco o, según otros, fue decapitado o incautado en el verano de 1936, por qué y cómo fue posible que el propio Seminario cursara a comienzos de octubre de 1936 el telegrama siguiente: Seminario de Estudios Gallegos, de Santiago, felicita fervorosamente hijo ilustre de Galicia nombramiento Jefe Gobierno Estado Español y General Jefe Ejércitos. Viva España!

    Tercero. Si efectivamente, como dicen y repiten, el SEG fue disuelto nada más producirse la rebelión militar comandada por Franco o, según otros, fue decapitado o incautado en el verano de 1936, por qué y cómo fue posible que su propio secretario general, don Xesús Carro, escribiera en julio de 1941 una breve memoria de los años de la guerra, pero advirtiendo lo obvio: aquélla entretenía toda la atención y todas las actividades, de manera que el Seminario -como los demás centros culturales- permaneció reducido a lo más mínimo. Pese a ello, precisa que pudieron aún realizar alguna labor; entre ellas, según su enumeración, el cuidado del salón artesonado del Colegio de Fonseca, amenazado de filtraciones, la conclusión y salida de la obra sobre Santa María de Velle, el sostenimiento de correspondencia con Portugal, Alemania, América, Suecia o Francia, la donación de libros y publicaciones al SEU de Vigo; la cesión de una de las vitrinas de filigrana y orfebrería compostelana para una exposición a beneficio de los heridos y enfermos de la guerra, la colaboración en la Exposición de la Vivienda celebrada en Valladolid, o la continuidad de los trabajos para la edición del Codex Calixtinus.


    Cuarto. Si efectivamente, como dicen y repiten, el SEG fue disuelto nada más producirse la rebelión militar comandada por Franco o, según otros, fue decapitado o incautado en el verano de 1936, por qué y cómo fue posible que no hubiera conciencia política ni noticia pública de ello, de manera que todavía a comienzos de 1941 un importante cargo provincial de FET y de las JONS, enterado por don Xesús Carro de lo sucedido meses atrás con el Seminario (y de la imposibilidad de redactar el informe solicitado para respaldar la candidatura de Santiago como capital artesanal de España), lamentara las dificultades de tan prestigiosa y benemérita entidad y se comprometiera a abogar por que esta anómala situación se termine para bien de la cultura patria. De ahí, que el mismo Carro anote a continuación que puede perfectamente verse que el enemigo, o enemigos del Seminario obra en sentido diverso al de la Falange Española Tradicionalista y de las JONS.


    Quinto. Si efectivamente, como dicen y repiten, el SEG fue disuelto nada más producirse la rebelión militar comandada por Franco o, según otros, fue decapitado o incautado en el verano de 1936, por qué y cómo fue posible que en mayo de 1942 -y no desde luego en el momento antedicho- don Xesús Carro escribiera como cosa no lejana sino todavía reciente que el Seminario se ha extinguido porque lo han querido así los enemigos de él, emboscados en la universidad compostelana...

    22 sep 2019 / 10:35
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