El manuscrito gallego de Quevedo

uno de los últimos libelos aparecidos de Quevedo fue en A Coruña, en la Rúa Panaderas, escondido en una carpeta de Varios. Lo halló e identificó el entonces deán de la Catedral de Santiago, José María Díaz, quien tuvo años después el desfortunio de perder el Códice Calixtino, ya recuperado y cuyo facsímil cuesta 3.000 euros.

Quevedo fue caballero de la orden de Santiago y su firma está autentificada por Filgueira Valverde en la biblioteca de la Catedral. El libelo, de unas 30 páginas, se titula Execración contra los judíos, y habla de odio del autor hacia los “marranos”, judíos portugueses que prestaban dinero con usura al reino español, que empezaba a desmoronarse tras los siglos de oro.

La aparición en A Coruña de un libro tan amplio, lo normal es que hubiera alguna carta, tiene mayor importancia si cabe porque Quevedo tuvo numerosos apócrifos, que firmaban panfletos satíricos con la firma de Quevedo, una vez muerto el conceptista, que fue valido del conde duque de Olivares, quien lo protegió y, finalmente, lo mandó a la cárcel, resultó un autor con una vasta obra, desde Los sueños, una sátira al estilo de Menipo de Gadara, a la tradición amorosa petrarquista en El poeta canta solo a Lisi, un libro muy hermoso.

Quevedo era misógino, pues las mujeres lo despreciaban por ser muy miope, medio calvo y patizambo.

El escritor barroco tiene a Lisi como musa, al igual que Petrarca lo hizo con Laura. Del autor italiano renacentista también bebió en sus fuentes Garcilaso, pues la literatura, como todo arte, recrea a los clásicos.