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El Museo de Arte Abstracto de Cuenca

    El pasado 18 de mayo se celebró el Día Internacional de los Museos y valga esa fecha para recordar la enriquecedora presencia de esas instituciones guardianas de colecciones, de la memoria del pasado y del presente, cuya existencia es necesaria para la educación y formación del gusto de una sociedad que precisa de reconfortantes ejemplos. En ese aspecto, en los últimos años, se han construido en numerosos países, nuevos edificios dedicados a fines museísticos, en sus variadas vertientes, de divulgación de aspectos de la cultura o la ciencia, en buena parte personalizados por la arquitectura de sus autores, integrada en históricas construcciones o de nueva creación; generalmente sorprendentes, en algún momento, objetos en sí mismos, escultóricos e independientes. En la península ibérica, el Macba de Barcelona, El Museo Nacional de Arte Romano de Mérida, el Guggenheim de Bilbao, el Cgac de Santiago de Compostela, la Domus, de A Coruña, el Museo Serralves de Oporto, A Cidade da Cultura, de Santiago de Compostela, han tomado su lugar y quedarán inscritos como símbolos de una época en la que la arquitectura como contenedor define un tiempo.

    Sin embargo, mucho antes de esa eclosión, hubo sencillos modelos, pero grandes por su significado, fruto de la visión y generosidad de sus fundadores; uno de ellos, testimonio de específicas circunstancias es el Museo de Arte Abstracto Español de Cuenca; abierto en el año 1966, todavía conserva su personalidad y los principios que lo hicieron posible, despertando aún el interés que suscitó en los primeros momentos de su puesta en marcha; reconocido como un proyecto museístico insólito, fue destacado en los foros internacionales del arte por su vocación universal, una de sus señas de identidad. Prueba de ello fue la implicación del primer director del MOMA, Alfred Barr, con el núcleo de artistas fundadores, y con la idea inicial, por ese motivo sería nombrado Conservador Honorario del Museo, como prueba de esa afinidad.

    El Museo de Arte Abstracto de Cuenca lo habían fundado los artistas Fernando Zobel, con los fondos de su colección y Gustavo Torner, a la vez codirectores, junto con Eusebio Sempere, Antonio Lorenzo y el fotógrafo Fernando Nuño. De espectacular ubicación en uno de los edificios medievales de las Casas Colgantes de la ciudad, el museo dio al arte abstracto español el empuje y la solidez necesarias para la fijación en el tiempo de ese movimiento; por medio de las colecciones se explican sus variadas facetas como la que representaba la corriente más lírica que procedía de los artistas Mompó, Rivera, Rueda, Sempere, Zobel y Torner.

    La generación de pintores y escultores abstractos que empezaban su andadura en la década de los cincuenta, Millares, Tapies, Chirino, Farreras, Manrique, Oteiza, Viola, Feito, Chillida, Labra y los mencionados iniciadores, dieron todo el sentido a los motivos fundacionales y son la razón de ser de la institución; esa actitud coherente se comprueba actualmente en los planteamientos y propuestas que sin alejarse del camino trazado, conectan con la contemporaneidad manteniendo el carácter diferenciador.

    En los primeros años de su andadura, el Museo recibió miles de visitantes; a mitad de camino entre Madrid y Valencia, se sostuvo con sus iniciativas y seguramente la más interesante fue la edición de obra gráfica de artistas que sintonizaban con ese espíritu estético.

    Eran tiempos en los que el grabado en sus diferentes técnicas, litografía, aguafuerte o xilografía, gozaba de gran aprecio entre escultores y pintores; los escasos coleccionistas se iniciaban, entusiastas, en la adquisición de obra gráfica; los talleres especializados, editoras, Gustavo Gili (La Cometa), El Pesebre o Polígrafa y galerías (René Metrás, Juana Mordó, Egam), imprimían y exhibían obra de Millares, Picasso, Fontana, Castillo, Saura, Tapies, Gordillo o Clavé. En esa línea, el Museo de Arte Abstracto de Cuenca, llegó a tener su propio taller de edición, fomentando con su ejemplo la difusión y dignidad de esa categoría artística, que en aquellas décadas estaba totalmente en auge.

    Últimamente, con la llegada de las técnicas digitales y la desaparición de los tradicionales talleres de impresión, esa práctica se está perdiendo. Quedan, por suerte, testimonios y ejemplos de la inventiva gráfica de esa época que ha sobrevivido al paso de los años, como así ha sucedido con este ejemplar museo que sigue en activo sin renunciar a sus orígenes.

    24 may 2021 / 17:31
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