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ENTREVISTA
Fernando Trías de Bes, economista y escritor

“El ser humano comprendió que era mejor el trueque que matar al otro para robarle”

“La libertad es inherente al trueque. Y ahí nació el concepto de excedente. Mejor compartir los excedentes que seguir guerreando y matándose”

Fernando Trías de Bes (Barcelona, 1967) no es un economista al uso, ni un ensayista al uso, y quizás esa la razón de su indiscutible éxito como autor de libros que siempre contienen elementos sorprendentes para el lector, construidos a través de enfoques peculiares y novedosos. Ese es el sello de Trías de Bes, quien a estas alturas ya acumula una larga producción, no sólo como ensayista, sino como autor de novelas y relatos.

Ampliamente traducido y conocido en otras latitudes, su mayor empeño reside en hacer que la economía y el funcionamiento del mundo sean más asequibles para todos. Por eso en sus escritos se advierte siempre un gran sentido didáctico. Sin desdeñar los fundamentos ni las teorías importantes, sus libros están también trufados de humor, de anécdotas, de ese gusto por las historias peculiares y reveladoras, que a veces no tienen cabida en los grandes estudios generales o en los tratados académicos, pero sí en la mirada inquisitiva de Fernando Trías de Bes, un elegante y agudo observador de las pulsiones que gobiernan nuestro tiempo.

Acaba de publicar Una historia diferente del mundo (Espasa), donde trata de demostrar cómo la humanidad ha dependido más de las emociones y los instintos de cada momento de la historia que de los grandes hechos y sucesos que a menudo aparecen en los manuales. Es precisamente la naturaleza humana, viene a decir Fernando Trías de Bes, la que ha modelado el mundo, la que nos ha llevado a decidir sobre esto y aquello, la que ha construido nuestro sistema social a través de las “arquitecturas psicológicas”, a través de sentimientos y emociones, como el miedo, la envidia o la compasión.

Quizás no hemos pensado lo suficiente sobre por qué suceden o han sucedido algunas cosas, por qué ciertos asuntos se desarrollaron de una manera y no de otra: el factor humano es la respuesta. La naturaleza humana. Y la economía, que es una forma de entender el mundo, no es muy diferente. Desde el perenne deseo de hacernos ricos hasta la tiranía de la productividad que marca el comienzo de la Revolución Industrial y la división del trabajo, todo se analiza en este magnífico ensayo, cada etapa, cada giro en la evolución de nuestras sociedades: ¿cómo nació la propiedad? ¿Por qué se inventó el dinero? ¿De dónde viene la obsesión por la posesión? ¿Por qué Caracalla fue quizás el primer devaluador? ¿Qué pasa con las criptomonedas? Fernando Trías de Bes lo explica todo: pero lo más importante es que lo explica todo de una manera extraordinariamente entretenida.

Para demostrar que la naturaleza humana está detrás de las arquitecturas sociales, económicas y políticas de cualquier tiempo, es decir, las emociones, los instintos y las conductas, comienzas el libro con tu experiencia en la isla francesa de Ré, que visitaste en 2014.

Sí, me impresionaron varias cosas allí. Pero, sobre todo, que en los puestos de productos locales no hubiera ningún vendedor, sino que cada uno pudiera servirse el producto que deseara, pagándolo por su cuenta e incluso cogiendo el cambio, también por su cuenta, si era necesario. Sin vigilancias ni control de ningún tipo.

Bueno, eso me recuerda los puestos londinenses en los que comprabas el periódico depositando tú mismo el importe al lado. Y los lecheros dejaban las botellas de madrugada en la puerta de cada vecino...

Sí, exactamente, algo parecido. Pero aquella experiencia de la isla de Ré, como observador que soy de la economía desde un punto de vista sobre todo social, me dejó anonadado. ¿Cómo es posible que nadie se lleve nada sin pagar?, me preguntaba. ¿Cómo es posible que nadie, nadie, robe nada? Sólo se puede explicar desde la evolución de las conductas. Vale, es una isla, no es fácil escapar... pero hay algo más. Te ayuda a entender que, más allá de la educación, hay unos modelos de actuación alimentados por esa evolución emocional, psicológica. Allí se deba una combinación de incentivos y elementos disuasorios [muy sutiles], Allí se mezclaba la educación con los valores y las formas de organización social. Evidentemente, no vamos a descubrir ahora la importancia de la psicología en el estudio de la economía, ya desde hace algunos años, sólo hay que pensar en las aportaciones de Daniel Kahneman. De esta idea salió todo el libro.

Es curioso que este libro, Fernando, haya sido inspirado por algo tan magnífico como lo que sucede en la isla de Ré y que, sin embargo, cuando analizas los primeros instintos humanos que nos llevaron al comercio, o al intercambio, nos aseguras que todo nació con la codicia y la envidia. Que esos fueron los motores, por ejemplo, en las relaciones entre tribus.

Estoy convencido. Pero es algo estudiado. En el inicio estuvo la violencia. El trueque, el intercambio, llega porque el ser humano necesita la comunicación (y con el tiempo generará la compasión a través del sistema límbico), pero ya Adam Smith decía que el ser humano tiene una tendencia natural al intercambio. En realidad, a esa violencia inicial, los robos, las agresiones, la venganza como respuesta, etcétera, le sucede la necesidad de libertad, porque la libertad es inherente al trueque. Y ahí nace el concepto del excedente. ¿Para qué intercambiar tu única oveja si puedes tener dos ovejas y sólo intercambiar una? Mejor compartir los excedentes que seguir guerreando y matándose.

Y por eso dices que el intercambio propició la paz, aunque nos obligó a trabajar, a producir y a ser mejores que el otro para sobrevivir. El comercio parece un agente civilizador, porque implica que tienes que negociar y, por tanto, no matar al otro.

Efectivamente. Así es. Es un agente civilizador. Y si tú no respetas la libertad de decisión del otro, negociarás una vez, pero no más. No podrás volver a hacerlo. Muchas veces estas transformaciones sociales tuvieron lugar porque eran útiles. En realidad, [con el tiempo aquellas sociedades descubren que] es mucho más útil la paz que la guerra.

Me gusta mucho que expliques las primeras relaciones comerciales de la vida con el intercambio de cromos de los niños en el recreo.

Bueno, es que es así. Y ahí están presentes todas las características que explican el comercio. Como el tema de las utilidades marginales decrecientes... la primera patata frita de la bolsa vale mucho más que las últimas... Lo de los cromos era toda una enseñanza... Pero claro, los niños de hoy no son los de antes: el mundo digital y conceptual ha cambiado muchas prioridades. Pero la esencia del trueque de cromos es aleccionadora..

La idea de propiedad, dices, viene del Neolítico, cuando el fenómeno sedentario descubre el valor de poseer un terreno propio. Y luego, la muralla, concretará aún más el hecho de la propiedad. Pero, en principio, lo lógico es que la naturaleza no tenga dueño.

La vinculación a un sitio cambió los parámetros del ser humano. También surge la muralla como el primer bien comunal de la historia porque descubren que necesitan organización, seguridad, pues ahora, al no ser nómadas, los seres humanos pasan a estar localizados y eso los hace vulnerables. Aquí es donde se atisba el cambio social, porque dejamos de ser colaboradores todos (en la caza, por ejemplo) para dividir las funciones, especializarlas, y para repartirnos también los activos. La propiedad pública precedió a la privada, evidentemente.

La economía feudal también ofrece muchos aspectos interesantes. Los reyes, como dueños del sistema, fueron soltando poco a pocos sus propiedades, algunos obtuvieron favores, por aquello de ‘divide y vencerás’, por no hablar de la importancia de los impuestos, los peajes, etcétera, que garantizaban la continuidad. Llegas a decir que la economía se ha basado siempre en un sistema para crear impuestos.

Llegó un momento en el que los monarcas se dieron cuenta de que era importante ampliar la base de los contribuyentes, digamos, si querían asegurar la monarquía. Hubo una liberalización progresiva de la economía, por ejemplo, se fue favoreciendo a los mercaderes porque había ahí una fuente de ingresos segura.

Cuentas muy bien la historia del dinero. Cómo el oro se convirtió en el respaldo monetario, pero narras cómo los cigarrillos eran la verdadera moneda en los campos de concentración. Y cómo paulatinamente el valor de las monedas pasó de ser un valor físico, el del metal, a devaluarse (Caracalla), hasta llegar a algo simbólico.

En cualquier civilización en la que haya habido intercambios, ha habido dinero. Salvo, tal vez, alguna tribu perdida. Para que funcione, el dinero tiene que quererlo y aceptarlo todo el mundo. No sé muy bien en qué punto las monedas dejaron de tener un animal (un buey, por ejemplo) a llevar la silueta del líder, de Julio César, por ejemplo (sabemos que, en el año 48, Julio César retiró a los comerciantes la potestad de acuñar moneda). Los emperadores empiezan a coger plata de los denarios, que es una manera de robar a la gente, y así descubren un sistema: el metal guardado respaldará el valor de la moneda. ¡El patrón oro se descubrió robando!

Dedicas espacio al comunismo, por supuesto al capitalismo y a esa especie de síntesis entre los derechos de los trabajadores y la fuerza de los incentivos que es lo que representa Keynes. Pero aseguras que la Revolución Industrial fue la que lo cambió todo.

Sin duda. Adam Smith lo explicaba bien en La riqueza de las naciones, con el tema de la fabricación de los alfileres... La división del trabajo, que se introdujo en la época, en efecto, lo cambió todo. En cuanto a Keynes, yo creo que ha aportado cosas fundamentales. Hay situaciones en las que lo público ha de tener una función, sin duda. La libertad individual es muy importante, claro que sí, pero hay cosas que hay que asegurar. Hay que conjugar la parte social y la parte individual. Somos personas, pero somos una sociedad.

18 sep 2021 / 01:00
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