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Encrucijadas reales e ideales quijotadas

Hace nada, yo misma comentaba cómo estaban surgiendo verbos que comenzaban siempre por un “re”. En parte es cierto y, en parte, me equivocaba. Y es que siempre es mejor comenzar por un “do” natural y llano.

Son muchas las cosas que se reutilizan, se rehacen o reciclan. Con otras muchas sucede justo lo contrario: se tiran.

Vender y revender lo inimaginable hace que en algún momento entremos por el aro. Con el alquiler y el trueque pasa otro tanto. Son trámites de siempre que se han disparado, creando alarma o moviendo ficha para que caigamos como naipes de un castillo.

Dicen que cada día es más elevado el número de personas que en lugar de comprar hacen uso del renting. Tiene ventajas y desventajas, según de qué objetos hablemos.

La incertidumbre, el no querer depender de los bancos, el no vivir hipotecados, son algunas de las causas que lo promueven. Incluso como reclamo publicitario hay quien opina que así somos -o nos hace sentir- más libres.

Es el caso del renting de coches. Cuando uno se mete en ese mundo, al cansarnos de un vehículo, lo cambiamos por otro -de diferente color o de farolas de colores- y coche nuevo sin más molestias de por medio. Es verdad que, puestos a cambiar, mejor hacerlo por entero; hacerse con uno similar, o de iguales condiciones, es como realizar un trámite a medias. Así nos lo vende la publicidad.

Lo que no entiendo es lo de la “libertad”. ¿Alguien puede decir que es más libre por tener un coche nuevo o usado, como salido de fábrica?

En el diccionario de la Real Academia Española, en el término “libertad” aparecen una docena de acepciones que no casan con la realidad de la libertad humana encarnada en cada persona, por el mero hecho de serlo.

Otro tema que es consecuencia de este.

Todo lo que utilizamos, viejo o nuevo, sea como sea, genera residuos más pronto o más tarde. ¿Y luego? ¡Vaya problema! Otro problema, vaya. Da igual cómo se diga. Los “restos” no desaparecen ni se mimetizan por encanto con el ambiente, ni con el espacio sideral de ningún astro.

Aunque así fuera, si todo desapareciese de nuestra vista, quedan posos y referencias. Y si aún surgen restos de su existencia se analizan en laboratorios especializados. Ha pasado con pueblos y civilizaciones enteras que tras muchos años se extinguieron, o ciudades como Pompeya, sepultada por las cenizas de un volcán. Y también pasa con villas gallegas cercanas que, tras ser anegadas por las aguas de un embalse, de repente causan estupor al mostrar sus casas y demás fisonomía, a una treintena de años de haber sido sepultadas.

¿Qué será de Compostela cuando desaparezca por un talud de nieve o un corrimiento de tierras? ¿Quedará como una necrópolis simplemente o un tesoro en el fondo de un abismo o de un océano, lleno de piedras y objetos extraños que, en su día tuvieron sentido y fueron el motor de su prosperidad y reconocimiento? Mejor no pensar en balde.

Renting. Por ahí empezaba yo a escribir esto. Y por la libertad engadida, acabando de nuevo con la mente en Compostela.

Este año, tanto aquí como en todo el país, las previsiones ya están al cabo de la calle. Será, o tendrá que ser, el de la gran cosecha, en todos los sectores. Todo lo más de lo más bueno, se concentrará en estos doce meses. Y lo más de lo menos bueno, remitirá como un mal sueño.

Pre-visiones: es más claro escribirlo de esta manera, porque en realidad son imaginaciones que nos hacemos o deseos que quisiéramos ver cumplidos.

Es alentador y abrumador a la vez, ver cómo hay jóvenes que se asoman a este mediático mundo con espectaculares proyectos, o a artistas que tienen tal material inédito que da escalofrío pensar cómo digerirlo, o a científicos que piensan más en si hay vida en otras órbitas que en la de la tierra que pisan.

Ojalá todas esas previsiones se cumplieran, aunque sería como lograr un edén, un paraíso donde el hombre estaría en el centro del universo.

¡Cuánto anhelo en tanta previsión humana! Puede que lo que nos esté matando realmente sea creer tener tan aparente sabiduría. Hay suficientes indicadores que muestran con datos -absolutos o relativos- que cada vez leemos más y estamos mejor informados. Puede. Hacer medias aritméticas es fácil pero no siempre muestran la veracidad de los hechos.

Me vienen a la cabeza Don Quijote y Sancho Panza. Idealismo frente a realismo. Espejismos novelados que Cervantes ha reflejado magistralmente.

Basada en estos personajes, en el 2000, en el Teatro Real se estrenó Don Quijote, primera ópera de Cristóbal Halffter (1930-1921). Contrapone cordura y locura, ignorancia y conocimiento, vida y muerte. Es densa y sobrecoge por su factura.

A este laureado compositor y director de orquesta lleno de ilusiones, lo recordamos por sus lazos con Santiago (dirigió la RFG y fue profesor de Música en Compostela) y, como alumnos que de él fuimos, por el trabajo y sereno realismo de sus proyectos, sopesados desde su lado humano.

28 jun 2022 / 01:00
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