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ANTONIO RIAL BOUBETA Profesor en la Facultad de Psicología de la USC

“Es impensable luchar contra el ciberacoso si no enseñamos valores”

La tecnología gana presencia día a día en nuestras vidas. En sí misma no es una herramienta ni buena ni mala, depende únicamente del uso que le demos. Por eso, durante el confinamiento, no son pocos los niños que están abusando de videojuegos..., para descanso de sus padres. Y eso puede generar problemas de conducta.

Estamos viendo que los niños en casa están más enganchados que nunca a la tecnología. Además de tener que usarla para sus tareas escolares, muchos solo quieren jugar a la consola, a través de la que mantienen contacto virtual con sus amigos. ¿Esto entraña algún riesgo? ¿Puede afectar a la vida personal en el futuro?

Obviamente. Es un hecho que la tecnología está cada vez más presente en el día a día de grandes, pequeños y medianos, no vamos a negarlo. Es un hecho también que la OMS viene en los últimos años advirtiendo de que lo que constituye un derecho, además de un vehículo de crecimiento e igualdad entre sociedades y personas, se está volviendo en muchas ocasiones en nuestra contra. Baste con decir que hace ahora un año que la OMS ha reconocido el Trastorno por Uso de Videojuegos como una enfermedad más... y es que no lo estamos gestionando bien. Los niños deben tener un ocio rico y variado, que contemple la interacción social y el contacto físico, la naturaleza, el deporte, la música, la lectura... y les ayude a desarrollar su empatía y los valores humanos.

En muchos casos está sucediendo todo lo contrario y el uso de videojuegos, que debe ser una opción más, se está comiendo cualquier otra forma de ocio y contacto social, además de generar adicción e importantes discusiones en el seno familiar. Es una pena.

Por poner un ejemplo, todos los videojuegos tienen el distintivo PEGI que especifica las edades para las que se recomienda su uso. Sin embargo, hemos comprobado que 2 de cada 3 familias no lo respetan. Estamos hablando de videojuegos que en muchas ocasiones tienen un fuerte componente adictivo y en otros violento. Las tasas de acoso escolar y ciberacoso (agresores) llegan a triplicarse entre aquellos niños que pasan horas consumiendo este tipo de videojuegos y lo mismo sucede con las tasas de dependencia. Creo que todavía no somos del todo conscientes y no estamos actuando con responsabilidad.

Pienso que muchas veces los niños imitan a los adultos. Si nosotros no soltamos nuestro ‘smartphone’ mientras comemos o vemos una película, tampoco estamos siendo un buen ejemplo, ¿no?

Así es. Uno de los primeros mecanismos de aprendizaje del ser humano es el modelado, imitar o tomar como referencia la conducta de sus progenitores. Dejando a un lado que los modelos que realmente les están influyendo a nuestros hijos en la televisión, las series o en Internet son muchas veces “para hacérselo ver”, en el caso del uso del móvil y las redes sociales, los padres tampoco estamos siendo el mejor ejemplo. Cuando se trata de identificar los factores de protección en todas estas “adicciones tecnológicas” siempre se alude a factores como la autoestima, la empatía, la asertividad, la impulsividad, pero en nuestros últimos estudios con adolescentes preguntamos sencillamente si sus padres suelen utilizar el móvil, WhastApp, etc., en la mesa o reuniones familiares. Cuando la respuesta era sí las tasas de uso problemático de Internet se duplicaban. De nada vale trabajar los factores que los psicólogos nos indican, si hay cosas básicas que en casa no hacemos bien. Por otra parte, el hecho de que vean en nosotros las mismas conductas que a ellos les recriminamos, hace que perdamos todo tipo de autoridad. Sé que no es fácil, pero en ese sentido tenemos que mejorar.

¿Eres de los que piensa que existe el insomnio tecnológico?

No es que yo lo crea, es que es una realidad. Lo dice la OMS y muchos pediatras. El uso abusivo de móviles y tabletas, hasta altas horas de la noche, tiene importantes consecuencias a nivel de salud en general. Una de ellas tiene que ver con la higiene del sueño, ya que interfiere en los ritmos biológicos y los ciclos de reposo-actividad habituales, por no hablar de su impacto a nivel visual, cefaleas o de rendimiento al día siguiente en las tareas. Estas semanas de confinamiento muchas familias han podido comprobarlo.

¿Hay que temer suprimirles el ordenador?

Suprimir y prohibir no son palabras que me gusten. Creo que no son una opción en los tiempos en que vivimos. Nos guste o no, van a tener que aprender a convivir con la tecnología. Pero eso no quiere decir que no tengamos que poner límites y, de ser el caso, dejar a mi hija sin móvil un fin de semana. No debemos tener ningún miedo. Establecer normas y límites y velar por su cumplimiento es muy importante. Es lo que llaman los expertos “intentar establecer una buena higiene digital”.

Está demostrado que funciona mucho mejor que la prohibición poner 3-4 normas muy básicas y para todos. Con ello se consigue que las tasas de adicción y conductas de riesgo online se reduzcan a la mitad: no utilizar el móvil en la mesa, no dormir con él en la habitación, no llevarlo al baño, no llevar el móvil al colegio por decreto...

¿Serían necesarias asignaturas para educar tecnológicamente? ¿Son las autoridades conscientes de la necesidad de modificar el currículum educativo?

Así es, al menos en mi opinión. Creo que la EDUCACIÓN (con mayúsculas) posee un papel capital en nuestra formación como personas, no solo como profesionales. A día de hoy tenemos un gran problema con el uso de la tecnología. Creo que está todavía pendiente una verdadera integración de la tecnología en la vida de las personas y especialmente en el caso de las nuevas generaciones. Un mal uso tiene importantes consecuencias a nivel de salud (física y mental), de convivencia (escolar y familiar) e incluso de seguridad. La Educación debe ayudar a esa labor. No debemos dejarnos cegar tanto por el rendimiento académico. Creo que las autoridades están comenzando a darse cuenta. Nunca es tarde.

Muchos niños reciben una enseñanza de principios del siglo XX. Y hay profesores que envían material ilegible, PDF que no son editables... Sé hacen lo que pueden, pero a muchos les faltan conocimientos informáticos básicos. ¿Qué opinas?

Bueno, en ese tema la variabilidad es enorme, síntoma de que no existe todavía una política madura al respecto. A pesar de que en los últimos años se ha avanzado mucho, el camino por recorrer sigue siendo largo. Hay todavía muchas diferencias a nivel de concienciación, de formación, de infraestructuras, de exigencias por parte del propio sistema educativo. Creo que todos podemos y tenemos que dar mucho más. En cualquier caso, no creo que sea ese el gran problema que debamos afrontar ahora. Más allá de los conocimientos informáticos es importante que todos tengamos la motivación y la formación necesaria para intentar dotar a nuestro alumnado (desde la infancia) de las competencias digitales que van a necesitar. Y, por último, que tengamos claro que esas competencias digitales tienen que asentarse sobre las competencias humanas. Es impensable, por ejemplo, poder luchar contra el ciberacoso si no enseñamos valores, si no fomentamos la empatía, la asertividad o el pensamiento crítico. Y eso, más allá de lo que dices de los PDF, no sé si realmente lo estamos haciendo.

Antonio, cambiamos de tercio. ¿Podemos decir que el teletrabajo genera adicción?

Es indudable que en una sociedad tan exigente como la nuestra, el lugar que el trabajo ocupa en la vida de las personas es muy importante. Más allá del aspecto económico, el trabajo se ha convertido para muchas personas en lo más importante de su vida. Y no es cuestión de hacer juicios de valor. No seré yo quien lance la primera piedra. Es muy respetable que cada uno tenga su propia escala de prioriades. Lo triste es que en muchas ocasiones el día a día nos devore y ni siquiera nos demos cuenta de ello.

En ese sentido, la tecnología ha multiplicado la accesibilidad y las posibilidades de teletrabajo, convirtiéndose en un arma de doble filo y haciendo que estemos más enganchados que nunca.

Merecería un minuto de reflexión.

OPRESIÓN DIGITAL

“Parece que estamos obligados a estar disponibles las 24 horas, a responder correos, WhatsApp inmediatamente... Creo que estamos cayendo en unas obligaciones, necesidades y compromisos absurdos. Está en nuestra mano cambiarlo y a nadie tiene que parecerle mal. Debemos proteger nuestra intimidad, salud, espacio y el de la familia con buenos hábitos. Tal vez por eso no tengo contratado Internet en casa o silencie el móvil a partir de las 10 pm. Pero bueno, esas son decisiones muy personales que nos hacen mejores ni peores”.

10 may 2020 / 00:30
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