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ENTREVISTA
Felipe Casanueva. Vicepresidente de la Fundación Dieta Atlántica

“Es mejor premiar a un hijo con un paseo por nuestros bosques que con una consola”

La Fundación Dieta Atlántica de la USC publica un volumen en el que se recogen los pilares conceptuales y científicos de este modelo de alimentación saludable y sostenible, que posee una de las huellas de carbono más bajas de Europa. El libro consta de 18 capítulos, desarrollados en 270 páginas, elaborados por autores internacionales que analizan su historia y características y cuenta con la colaboración y asesoramiento científico de la Sociedad Española de Obesidad y la colaboración de la empresa de distribución alimentaria Vegalsa-Eroski.

Seguir la dieta atlántica para mí no conlleva ningún esfuerzo, es muy placentera y gustosa, pero no se yo si es apta para todos los bolsillos sobre todo en plena pandemia. ¿Cuesta dinero cuidarse?

Yo creo que aparte de lo que comentabas de que es muy gustosa y placentera, hay una parte importante de mis recomendaciones que a veces se pasan por alto. Y es que siempre digo que hay que comer unas cantidades razonables, siguiendo el sentido común. Porque realmente con la dieta atlántica uno puede pegarse una enchenta.

Por eso, hacerla bien no tiene por qué ser más caro que llevar otro tipo de dietas, porque si hiciéramos un cálculo de lo que muchas familias comen con alimentos precocinados o fuera de temporada, nos daríamos cuenta de que la dieta atlántica puede hacerse muy bien y adaptasrse a cualquier bolsillo, simplemente aplicando las normas de comida de proximidad y de temporada.

Además, hemos de tener en cuenta que la dieta atlántica es la que han seguido nuestros abuelos –que tampoco se puede decir que fueran ricos todos ellos–, y eso quiere decir que en Galicia, donde sobre todo se puede comer pescado y marisco a unos precios muy razonables, es factilble hacer la dieta atlántica ajustada a las crisis económicas que estamos viviendo, pero aplicando en cuanto a las cantidades el sentido común.

Hablaba de la importancia de comer alimentos de temporada, cosa que muchas veces no tenemos en cuenta, ¿verdad?

Bueno, este es un problema al que algunas distribuidoras y productores nos han malacostumbrado porque podemos comer manzanas o fresas en cualquier época del año sin darnos cuenta algunas veces de que vienen los alimentos después de haber pasado varios meses en cámaras frigoríficas, han perdido parte de las propiedades y, sobre todo, han aumentado mucho la huella de carbono y han contribuido al cambio climático. Porque los alimentos producidos en el sur de Andalucía que van a una cámara y que acabamos comiéndolos seis meses más tarde, hay que sumarle el coste del transporte, el de la refrigeración...

Nosotros en Galicia el comer alimentos de temporada y de proximidad hace que sean más asequibles y no solamente más sanos, sino que también tiene una huella de carbono menor y esto conecta con el estudio que ha realizado el grupo de la USC que ha demostrado que la dieta atlántica es de todas las dietas que se hacen en España la que tiene menor impacto de carbono.

Lo mejor de todo incluso es que los alimentos son fáciles de preparar no hay que camuflar el sabor, sino todo lo contrario preparando un pescado a la plancha lo que hacemos es potenciar todo su sabor con lo cual no nos puede dar pereza prepararlo.

Absolutamente. Yo creo que el problema fundamental de la alimentación moderna es que en prácticamente en todas las casas trabajan los dos integrantes de la familia, porque es lo que exige ahora la vida. Pero cuando el padre y la madre llegan a casa después de trabajar un montón de horas, es muy difícil que se puedan preparar platos complicados o de largo tiempo. Eso hay que entenderlo y comer aquellos alimentos de la dieta atlántica que exijan una preparación corta.

Dentro del estilo de la dieta atlántica es importante no comer apresuradamente, entonces hay que compaginar las exigencias de la vida moderna con las ventajas de la dieta atlántica. El punto clave es la incorporación de verduras, sobre todo de los grelos, que antes se consideraba una comida muy humilde, muy campesina pero lo que se ha demostrado es que tiene unas propiedades anticancerígenas importantes.

Publicamos ahora un trabajo con unos investigadores de Valencia que demuestran que el jamón cocido desprende unos péptidos que son cardiosaludables. Con lo cual, todos los datos científicos nos están diciendo que la dieta atlántica tiene muchas propiedades y está mucho más rica, incluso más que la de tipo anglosajón, de estas que hemos ido incorporando.

Lo que parece que está claro es que nuestros mayores en general se alimentan mejor que los mayores del futuro. No sé si van a ser tan longevos debido al estilo de vida.

Pues precisamente para eso estamos los nutricionistas y los médicos haciendo recomendaciones a la población. No es para torturarlos ni hacerles la vida difícil, sino para conseguir esta gran longevidad que tenemos en Galicia, donde hay bajas tasas de enfermedades cardiovasculares en comparación con otras zonas de España. Nosotros queremos vivir mucho, pero queremos que nuestros hijos vivan más todavía. Y eso significa que tenemos que tener mucho cuidado en la alimentación de los niños y, sobre todo, con la actividad física.

Ahí es donde quería llegar porque el problema es que los niños de hoy hacen una vida muy sedentaria, abusan demasiado de las pantallas.

Es que la dieta atlántica es también actividad física, y lo recogimos en el libro. Por eso, nosotros luchamos fuertemente, conjuntamente con las autoridades sanitarias para ver si se puede incrementar de alguna forma la actividad física en el colegio, pero tiene que ser un tema también de las familias.

Es muy común que cuando un hijo se ha portado muy bien en los estudios los padres les regalen un instrumento electrónico, como una consola, con lo cual va a estar más horas tumbado mirando una pantalla. Yo lo que aconsejo es que le regalen una caminata por los bosques de Galicia... Ese tipo de obsequios cohesiona la familia, no son regalos materiales que cuesten dinero, y transforman de alguna forma las costumbres porque el niño que sea activo será un adulto activo.

Son demasiado sedentarios y de lo que se trata también es de combatir aquello que llevamos años escuchando: que la obesidad es la epidemia del siglo XXI, aunque no sé si ahora con el COVID...

Bueno, bueno, pero el COVID –una auténtica desgracia– es más fácil que logremos controlarlo. La obesidad va seguir ahí y está absolutamente demostrado que la obesidad y el sobrepeso incrementan los riesgos de infectarse con el COVID , así como la mortalidad. Este es un punto importante porque habitualmente uno no piensa en sobrepeso teniendo cuenta la pandemia que estamos viviendo, pero esta está muy motivada por los problemas de obesidad. Solo hay que ver sociedades como la de Estados Unidos, que tiene unas cifras de epidemia y de mortalidad elevadas en comparación con países menos ricos y con menos obesidad.

¿Cómo se puede medir el impacto de esta dieta atlántica?

Lo ha medido el equipo dirigido por Gumersindo Feijoo, vicerrector de la USC, un físico que cuenta con toda la tecnología para medir la huella de carbono. Además, hemos logrado cosas importantes como que las empresas de distribución de alimentos cada día trabajen más con nosotros: primero, asumiendo que la dieta atlántica es muy saludable, esto significa que sitúan los productos en un lugar muy visible en supermercados y, después, contribuyen con los alimentos de temporada y de proximidad para que estén a disposición del comprador. Este es un trabajo multitarea, en el que tienen que estar implicados los científicos, los médicos, las cadenas de distribución de alimentos... porque si ellos están convencidos de que la dieta atlántica es lo mejor para la población de Galicia, en los supermercados lo van a poder de una forma evidente.

La culpa: el cambio climático

Parece que cada vez hay más intolerancias a alimentos... “Es cierto, aunque también es verdad que muchas personas creen que son intolerantes a algún alimento y lo eliminan de su dieta, sin contar con un diagnóstico médico. Y muchas veces, luego no lo son. Tenemos que darnos cuenta de que con el cambio climático que estamos provocando es mucho más fácil la existencia de contaminantes en el aire, no solamente los que producen los coches, sino químicos, y todo esto se une a que tengamos más intolerancias que en el pasado. El cambio climático es el que está haciendo que las selvas retrocedan. Con lo cual muchos virus que estaban en animales que viven en la selva empiezan a trasladarse y tener más proximidad a los humanos y saltan a nosotros. De hecho, cuando acabe el COVID tendremos más epidemias de virus, a lo mejor menos mortíferas o no, pero es que el cambio climático es el que está provocando toda esta avalancha de problemas y estamos haciendo realmente muy poco contra él”.

04 dic 2020 / 00:00
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