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Guerras, exilios y olvidos dispares

Hay personas que no necesitan altavoz para hacerse oír. Se valen solas para hacerse notar en medio de la sociedad o allá donde vayan, con razón o sin ella.

En cambio, otras, a poco que se conozca un poco su persona y sus andanzas casi invitan a salir a su encuentro, si aún viven, o a buscar información sobre ellas si pertenecen a un pasado que pueda aun explorarse.

En este caso estaba una mujer que cumpliría ahora 120 años de existencia. No es una mujer cualquiera, si no una persona que ha vivido al lado de grandes figuras y, ella misma, fue virtuosa pianista y compositora.

Si se parte de que fue la única y admirada alumna de Manuel de Falla, y también de Granados y de Turina, que estuvo casada y siempre al lado del compositor y musicólogo gallego Jesús Bal y Gay (Lugo, 1905-Madrid,1993), son motivos suficientes para averiguar de quién se trata.

Se la conoció como Rosita, pero su nombre era Rosa García Ascot (Madrid 1908-2002). Sobre su marido, más allá de constatar que fue un hombre clave para la historia de la música gallega e hispana, sabemos por variados estudios de las últimas décadas, que merece un lugar preferente en lo que a historia musical del siglo XX se refiere.

Rosa habla de sí misma en unas páginas incluidas en un libro que narra las vidas de ambos, titulado Nuestros trabajos y nuestros días (1990): Si me gusta esto de escribir sobre mí -qué vanidad me invade, qué locura- es por estar en contacto de nuevo, y una vez más, con la idea, la imagen y el recuerdo de mis seres tan queridos, que rodearon y dieron sentido a mi vida, porque nunca me gustó escribir fuera del pentagrama. Tengo que considerar ahora cuánto tiempo estuve ayudada y apoyada, potenciada (...) por el cariño de mis padres, de mis maestros, por mis amigos y Jesús. Sin todos ellos -y sin alguno de ellos- no sé qué hubiera sido de mí, pero tuve la suerte inmensa de que se preocupasen de mí personas tan queridas como Pedrell, Granados, Falla, Turina, Nadja Boulanguer y mi marido. Y Ravel, también el casi español Ravel (...)

Se percibe que fue mujer afortunada que pudo viajar y residir en Barcelona, Madrid y Granada, París, Cambridge, Londres y México.

En su vejez recuerda lo bien que tocaba el piano su madre (condiscípula de Granados), sus clases con Manuel de Falla y sus primeros conciertos en los que pasaba muy malos ratos y unas angustias de muerte.

Rosa respiró el ambiente cultural y musical envidiable de Madrid, donde poetas y músicos se daban la mano en torno a la Residencia de Estudiantes. Participaba en tertulias en las que, por ejemplo, forjó amistad con Federico García Lorca, a quien le debía lo que sabía de música popular, aprendida de oído gracias a que se las cantaba el poeta. Incluso le dedicó versos entrañables: Cinta azul/azul y naranja, / con el fleco verde limón. / En la cinta azul, azul y naranja, / vaya escrito este nombre: / Rosa García Ascot.

Granados fue su primer maestro, aunque mantuvo estrecha relación con Pedrell, y luego, con Falla, que no daba clases particulares, pero la aceptó de buen grado de 1916 a 1935. Dio el gran salto cuando su maestro la llevó a París para tocar con él.

Desde niña empezó a componer, casi por instinto, cantidad de obras, aunque decía se han perdido casi todas durante la guerra de 1936.

En 1931, entró en el selecto Grupo de los Ocho, única mujer y pianista entre varones. Después de casarse en 1933 con Bal y Gay, estuvo en Cambridge, estudió composición con Boulanguer en París y en 1939 se fue a México, donde estaba su marido.

Decidió retirarse de los conciertos en esas fechas. Solo ejerció la composición y la enseñanza musical. ¿La razón?: Porque los nervios han podido siempre conmigo y al tocar en público sufría un auténtico terror.

Su exilio en México -su familia era republicana- fue otra etapa diversa pero prolífica. Llama la atención su amistad con el compositor y director ruso I. Strawinsky y su segunda esposa Vera de Bosset. Pasaban por México y quedaban más de dos semanas. Esta amistad fue decisiva para el afianzamiento musical de Jesús Bal, que analizaba y comentaba con él sus obras. Se supone que Rosa no vivía al margen.

Regresaron a Madrid en 1965. Él estrenó algunas obras y recibió varios homenajes. Sin familiares y ya con achaques, ingresaron en una residencia en Torrelaguna (Madrid).

Esto es solo un esbozo centrado en Rosita, porque aun a día de hoy es la gran desconocida: un modesto apéndice de la [vida] de su marido. O, como se puede leer: son dos vidas paralelas y los acontecimientos que tocan a una de ellas tocan también a la otra.

Poco se sabía de esa vida paralela a Bal y Gay. Pero llegó la hora de reivindicar a la gran mujer que estuvo al lado de un gran hombre, situarla al nivel merecido como mujer compositora, sin olvidar que fue mujer exiliada y olvidada.

Desde 2016 varios proyectos culminaron en una biografía, la edición de partituras y la grabación de las obras conservadas. ¡Que se divulguen, es lo que falta!

10 jul 2022 / 01:00
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