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Hay que ver como tengo la tez con esta coenzima-Q10 (II)

CUANDO ABRÍ el primer centro de nutrición avanzada en Compostela (año 98), la coenzima-Q10 era una recién llegada al panorama de complementos naturales, y la poquita que se encontraba disponible venía desde el lejano Japón (GOONGG!) donde los científicos nipones conseguían sintetizarla a través de un proceso de fermentación natural. Bueno, el asunto es que cuando eres un cachas de 26 ó 27 añitos no te preocupas mucho de si tus niveles de antioxidantes andan flojos ya que tienes todo el figurín “niquelado” y el colágeno de la dermis más tenso que la piel de un tambor, a lo cual ponerte en pensar en oxidantes en ese momento, era cuasi ridículo.

Aunque la coenzima de marras no prometía nada especial con respecto a la masa muscular o la fuerza (que era lo que a los machacas nos interesaba) consideré probarla porque los japos explicaban en las fichas que era muy buena para el corazón (y por tanto, la resistencia), porque en los miocardiocitos era precisamente donde se hacinan las mitocondrias y por ende la Q-10. ¡Ja! A lo cual descorché raudo un par de frascos-carrascos (¡POP!-¡POP!) y venga pa´dentro. Sinceramente, no hube de notar nada perceptible, con tales maniobras, pero es que levantando 225 kilos en la sentadilla, 150 en el press de banca y haciendo series de 10 fondos (flexiones verticales a dos barras) con 100 kilos aferrados al cuerpo, ¡¡¡como para notar algo fuera de lo común, oiga!!!

Ahora bien, pasados un par de añitos desde la apertura del Centro, hube de notar que la oferta de Q10 se diversificaba, al ser varias las firmas que la ofrecían; esto venía a significar que el producto se estaba demandando. Empezó también a salir el ubiquinol, que es la coenzima-Q10 totalmente reducida, es decir, totalmente funcional y lista para bloquear oxidantes y radicales libres. Usted verá, existen dos tipos básicos de coenzima en el cuerpo: la ubiquinona, que es la coenzima oxidada tras haber bloqueado un radical libre u oxidante; y el ubiquinol, que es la coenzima reducida tras haber sido puesta otra vez “al servicio activo” por parte de los enzimas y antioxidantes del cuerpo. Claro, cuando tenemos 27 añitos, el cuerpo recicla muy eficazmente la coenzima que se va oxidando porque dispone de muchas enzimas para tales menesteres, pero una vez sobrepasados los 40 tacos dicha producción –como el recambio de colágeno de la piel y todo lo demás- empieza a flojear. Por tales motivos (y con más razón si ya peinamos canas), es menester que nos decantemos por el ubiquinol -la forma activa- a la hora de comprar los suplementos.

También podrá usted observar al abrir un frasco, que los suplementos se pueden presentar en dos formas distintas: en cápsulas “secas”, es decir, con un polvillo en su interior; o bien como perlas de aceite, generalmente con una cubierta de gelatina de color rojo. Si quiere mi humilde consejo, mejor siempre las disueltas en aceite, porque la coenzima-Q10 es liposoluble y necesita de algo de grasas –y por tanto, de sales biliares- para poder ser absorbida. Es de tal forma que atraviesa la mucosa intestinal –FLOP- y pasa a la linfa, en forma de grandes gotas de grasa llamadas “quilomicrones” para posteriormente ser distribuida a nivel general –sistémica- en forma de gotas más pequeñas llamadas “lipoproteínas”, las cuales ya viajan por la sangre una vez franqueado el paso hepático.

La función de la coenzima Q10 en dichas gotas, a parte del transporte obligado (ya que no es capaz de disolverse por sí misma en el plasma sanguíneo) es proteger a las cubiertas externas de dichas gotas lipoproteicas del ataque de los oxidantes, las cuales entonces se volverían “pegajosas” y susceptibles de atascarse en las arterias coronarias provocando la aterosclerosis (formación de placa). De facto, se ha comprobado que es sólo cuando la coenzima-Q10 se ha agotado completamente que es cuando la vitamina E toma el relevo y comienza a utilizarse-oxidarse para bloquear el ataque de los radicales libres, cosa que acontecen a cada rato en las cubiertas de las lipoproteínas; de ahí la importancia de contar con buenas cantidades de Q10 (y vitamina E) para prevenir las enfermedades cardiovasculares.

Los problemas vienen por partida doble, a la hora de sintetizar la cantidad óptima en el cuerpo. Por un lado, la toma de medicamentos pero muy especialmente los betabloqueantes (fármacos para bajar la tensión) y las estatinas (que hacen lo mismo, pero con el colesterol) causan verdaderos estragos. Ojo-ojito, que la toma de estatinas puede reducir la síntesis endógena –propia- de Q10 hasta el 50%, y por eso mismo la Asociación Americana del Corazón recomienda a estos pacientes el uso concomitante de ubiquinona durante el todo el tratamiento con estos fármacos. Por otro lado, la inactividad física y la comida ultraprocesada, que no aporta nada de coenzima pero tampoco ni rastro de enzimas vivas ni antioxidantes que reciclen a la Q-10, empeoran el cuadro carencial. De hecho, y obviando la ingesta de fibra fermentable y polifenoles (francamente mejorable), la ubiquinona forma parte junto con el magnesio, la vitamina K2, el potasio, la vitamina D3, la vitamina C, los omega-3, el selenio y la cisteína de los nutrientes esenciales de los que presentamos más carencias; mientras que el calcio (debido al consumo exacerbado de lácteos), el fósforo, el cloruro sódico, los omega-6, las grasas hidrogenadas y el azúcar refinado “nos salen por las orejas”... y por eso mismo, andamos hechos un asquito.

Después de oír todos estos versos sueltos, a más de uno/a se le habrá encendido la lucecita –¡PIN!- y habrá pensado: “pues nada, voy a comer alimentos ricos en Q10 para proteger mi corazón”... y eso está bien, aunque tampoco sea la panacea, oiga. La razón es que, como comentábamos el domingo pasado, la ubiquinona se halla en múltiples alimentos, sí, pero en muy escasas cuantías, insuficientes para protegernos de nuestro infumable estilo de vida. Como anécdota a tales efectos, decir que entre los alimentos ricos en coenzima Q10 tenemos los pescados azules (arenque, salmón, caballa, sardina), las semillas de sésamo, el brécol y la coliflor.

De ahí que la opción más sensata sea hacerse, de vez en cuando, con un par de frascos-carrascos de perlas o cápsulas de ubiquinol. La coenzima es muy segura de tomar, y carece de efectos secundarios hasta la ingesta de “1 gramaco” al día, pero tales cantidades son demasiado altas incluso hasta para atletas de élite: lo normal es tomar entre 30 y 300 miligramos, por barba y día. Les doy algunos ejemplos para su uso juicioso:

Hipertensión, arritmia, prolapso de la válvula mitral: 200 mg/día, pero mucho mejor si se combina con 400 mg de magnesio (e idealmente taurinato de magnesio).

Deportistas de élite: entre 300 y 600 mg/día, para mejorar los trabajos mitocondriales. En el este caso, combina de maravilla con la “pseudovitamina” PQQ (acrónimo de pirroloquinolina quinona), un suplemento novedoso que también potencia la actividad de las mitocondrias y las induce a proliferar y dividirse (biogénesis mitocondrial).

Migrañas: se cree, al hilo de lo anterior, que muchos tipos de migrañas se desencadenan por un trastorno mitocondrial y que dicha disfunción puede ser corregida o mejorada con la Q10. La Sociedad Canadiense de Cefalea recomienda, de forma profiláctica, 300 mg/día.

Enfermedades periodontales (incluyendo gingivitis y trastorno de la boca seca). La carencia de ubiquinona se ha relacionado con la inflamación crónica de encías y diversas patologías bucales. Hasta 300 mg/día parece que funciona muy bien evitando sangrados.

Fatiga crónica, fibromialgia y miopatía por estatinas: entre 200 y 300 mg/día.

Períodos de alto estrés o de ejercicio muy activo: entre 100 y 300 mg/día.

Dosis de mantenimiento: 30-100 mg/día.

Notas: las dosis deben repartirse en 2 o 3 tomas iguales, según las cantidades ingeridas. Por ejemplo, si tomamos 300 mg/día, deberemos tomar una cápsula de 100 mg con desayuno, comida y cena. También hay que tener en cuenta que los suplementos de CoQ10 pueden interactuar con ciertos fármacos, como los betabloqueantes, ciertos antidepresivos y/o con la quimioterapia, y por eso mismo siempre debemos consultar con el doctor.

Centrobenestarsantiago.com

30 ago 2020 / 00:10
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