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ENTREVISTA

Javi Royo: “Para los tíos un hombre que defienda el feminismo es una especie de traidor”

Su primer seguidor fue un profesor de educación física del instituto que, cuando todavía tenía 12 años, vio en él un futuro prometedor. De él nació su primer sueldo, 3 euros envueltos en un sobre que todavía conserva y que le hicieron creer por primera vez que lo que hacía tenía valor. Ese niño de 12 años se ha convertido ahora en ilustrador, aunque sus 322 mil seguidores en Instagram no han logrado borrar los recuerdos de sus comienzos. Javi Royo (Zaragoza, 1972), es más de contar historias con dibujos que con palabras. Sin embargo, su trabajo como ilustrador y su nueva faceta de profesor de universidad lo han ayudado a perder una timidez que, hablando con él, ha sido difícil encontrar.

He leído que eres tímido y que las entrevistas no te gustan demasiado...

Soy tímido de naturaleza pero he aprendido a no serlo. Creo que es algo que va con los artistas, de trabajar mucho solo te vuelves más tímido. Pero ahora, a parte de dibujar, soy profe en la uni. Eso me ha ayudado mucho a quitarme la vergüenza.

¿Tienes la suerte de ver a tus alumnos por clase o son de los que van solo el día del examen?

Tengo suerte, normalmente vienen y vienen con ganas. Dar clase a posgrado y máster tiene la ventaja de que ya son profesionales, vienen a aprender nuevas técnicas, a mejorar las suyas... luego hay algunos que acaban siendo buenos amigos.

Muchos estarán ahora empezando a encontrar un trabajo en lo que era antes un hobby, ¿tú cómo llevaste que tu afición se convirtiera en tu trabajo?

Yo nací en una familia de clase obrera normal, pero he tenido la suerte de dibujar desde pequeñito. He hecho bachillerato artístico, luego bellas artes... siempre he tenido suerte en ese sentido. Mi primer trabajo cobrado fue con 12 años, cuando mi profesor de educación física me dio un sobre con una propina de 3 euros. Desde entonces he trabajado en esto siempre, no sé vivir sin dibujar.

Tus viñetas han ayudado a mucha gente en momentos complicados pero, ¿sirven también de autoterapia?

Seguro. En el fondo todos dibujamos para nosotros mismos. Nuestro trabajo se parece un poco al atletismo, en realidad lo único que quieres es superar tu marca. Es muy difícil ganar la carrera, gana uno y los otros 8 pierden. Así que un atleta piensa en superarse a sí mismo y luego en llegar a la gente, como un ilustrador. Yo creo que las viñetas tienen que hacerme gracia primero a mí, de hecho muchas veces me pillan riéndome solo.

Háblame del daltonismo que padeces, ¿cómo es tener dificultades para distinguir los colores y que estos sean tu arma de trabajo?

Yo casi todo lo hago en blanco y negro (risas). De esto me enteré al acabar bellas artes, de hecho la asignatura de color creo que la aprobé porque el profesor estaba ya asqueado y aburrido de mí. Me enteré cuando alguien me dijo que igual era daltónico y yo pensé ¿cómo voy a ser daltónico si me dedico al dibujo? Y me hice las pruebas y efectivamente. Ahora tengo unas gafas (se pone unas gafas gigantes con cristales

naranjas), que te las pones de fiesta y seguro que funcionan también. Con estas gafas distingo mejor los colores y lo bonito de tener una discapacidad es conseguir que sea una capacidad.

Aparte de la ilustración otra cosa de la que has asegurado “ser un flipado” es de las tecnologías, ¿cómo te llevas con la redes sociales?

Me gustan mucho, a mí Instagram me ha permitido tener contacto directo con la gente que me puede leer. Es verdad que tengo muchas críticas porque no se entiende muy bien que haya un hombre que hable de feminismo. Para los tíos un hombre que defienda el feminismo es una especie de traidor. Pero no les hago mucho caso, a los haters hay que tenerles respeto también. Muchos se levantan todos los días, cogen su lista y dicen “voy a pasar por Javi Royo y voy a dejar mi comentario de hoy”.

Precisamente en Instagram te defines como feminista e ilustrador, por este orden. ¿Alguna vez te han acusado de subirte al barco que más vende?

Continuamente. A mí un día me gustaría poner en un gráfico lo que gano diciendo que soy feminista y lo que gano por el resto, no es una cuestión de dinero. No es fácil ser un hombre feminista, he tenido críticas de la extrema derecha por ser un hombre traidor y también de colectivos feministas que no entienden el papel del hombre aquí. Pero hay algo que no se entiende y es que o cambian los tíos o esto no cambia. O hay referentes para que los niños no se comporten como cromañones o esto no va a cambiar.

Tu lucha feminista empezó sobre todo a raíz del caso de la manada, ¿qué te movió tanto como para volcarte en la causa de esta manera?

El hecho en sí es terrible, pero como sociedad tampoco se arropó a la victima como debería haberse hecho. Surgió el movimiento “hermana yo te creo”, pero al principio hubo comentarios terribles. Yo subí una viñetas sobre el caso por la que me dieron caña por todas partes y hasta se censuró en Facebook, pero me dio igual porque creía que debía hacerlo.

Javi Royo: “Para los tíos un hombre que defienda el feminismo es una especie de traidor”

A parte de los haters, ¿sientes la presión de las propias redes? ¿Te agobia tener que publicar todos los días para recordarle a la gente que sigues ahí?

No me agobia demasiado, lo llevo bien porque me gusta hacerlo y si un día deja de gustarme lo dejo de hacer. Es un trabajo como cualquier otro, la presión de las redes es problema del primer mundo. Pregúntale a un panadero cómo lleva levantarse todos los días a las 3 de la mañana para ir a hacer el pan... creo que lo suyo es mucho peor.

¿Qué me dices del humor? ¿Para ti dónde están los límites?

Buenafuente dijo una vez que el límite estaba en sus cojones... (risas) El límite del humor es la autocensura de cada uno, los límites que se impone cada uno por ética o por miedo. Mis límites éticos se van moviendo, mis límites por miedo suelen estar quietos. A mí meterme con Mahoma no me apetece nada, porque ya mataron a gente que hizo chistes sobre eso y tengo miedo. Pero por lo demás, los límites se van moviendo igual que se mueve la sociedad. Yo recuerdo un sketch de Martes y Trece que decía “mi marido me pega” y la gente se reía, hoy eso sería impensable.

Hablando de humor, ¿en qué momento se te ocurre dibujar un medidor de penes en el baño de Martín Berasategui?

Yo llegué allí a conocer a David de Jorge que estaba grabando su programa y el tío me dijo “tú que eres dibujante dibújame algo, vaya dibujante de mierda que no me dibuja nada”. El tío se estaba metiendo conmigo y le pedí un boli y pregunté dónde estaba el baño. Yo había estado antes por la cocina del restaurante, entonces dibujé un medidor de penes para que relajaran un poco la tensión de la cocina. El medidor ponía “mídetela aquí” y tenía distintas medidas según la media de Galicia, de David de Jorge... chorradas.

¿Qué te dijo David?

Nada, le hizo gracia. Era una forma de relajar la tensión de la cocina y creo que a todos les hizo gracia.

Ya para terminar, justamente con David hiciste un libro sobre la tortilla. Sé que eres un experto cocinero de tortillas, así que resuélvenos la duda ¿con cebolla o sin cebolla? Hombre, con cebolla siempre. Además, tengo que decir que no hay en toda España una tortilla como la gallega. Yo las hago babosas, como las vuestras, me quedan buenas. Pero tenéis ventaja por el producto, el Mercado de Abastos que tenéis en Santiago es alucinante, seguramente sea de los mejores mercados que he visto nunca.

19 abr 2022 / 19:25
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