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FOLK. Tan sólo dentro de la provincia de Ourense, este músico en alza contabiliza cerca de dos mil personas que reciben clases. TEXTO Lorena Rodríguez de la Torre (Efe)

Jhonathan Ferreira ve gaita “para rato” pero también solicita más visibilidad

Jhonathan Ferreira tiene un padrino gaiteiro y él lo es. Con un hueco ganado a pulso en el folclore gallego, este músico ve gaita “para rato” pero, con una erudición despojada de todo engreimiento, reivindica la necesidad de dar una mayor visibilidad a este instrumento y, por ende, a los de su gremio.

Ha sido este joven una pieza fundamental en el acto de homenaje que organizó el Obispado con la Diputación de Ourense en recuerdo a las miles de víctimas que se ha cobrado la pandemia.

Ferreira, nada sorprendido con la pregunta, empieza por explicar en su entrevista con Efe el origen de su nombre, un tema que no es baladí. “Fue un error del funcionario, entonces no era muy habitual el nombre de Jonathan, se confundieron y pusieron otra h”, comenta entre risas. El error se lo toma con arte este gaiteiro, a quien el confinamiento “cogió por sorpresa”, como a otros muchos músicos, y que busca reanudar poco a poco a su rutina previa al encierro. De su paso por la Catedral, al ser un acto tan sentido, se queda con el haber podido llevar a ese escenario la gaita, “un símbolo de Galicia”, hasta el punto de que ve “impensable un homenaje” mejor, con otro instrumento.

Pese a sus inicios tardíos aunque parezca lo contrario, como él mismo confiesa, pues se adentró en el mundillo con 14 años, su relación con la gaita viene de lejos.

De su padrino aprendió los entresijos de un oficio “que tocaba de oído y por todas las fiestas populares”. Con absoluta devoción sigue su estela. La emergencia sanitaria irrumpió en España cuando Ferreira estaba a punto de impartir clases a los emigrantes retornados que cada año acuden a Galicia a las aulas abiertas que organiza la Secretaría General de Emigración.

La emergencia obligó a todos a reinventarse y Jhonathan siguió combinando, como pudo, su pasión por la gaita con la docencia, la que le lleva normalmente a recorrer buena parte de Galicia, pero también a Lubián, Aveiro (Portugal) y el otro lado del atlántico. Dio clases “en directo” valiéndose de los medios utilizados por todos, “algo que podría llegar para quedarse”.

Con la pandemia en “el peor momento” en Latinoamérica, considera que estas clases han servido, y sirven, de “vía de escape” para muchas personas “que están confinadas” ahora en esos países.

De sus innumerables viajes al exterior, percibe un repunte importante de la gaita tras el “bajón” que hubo hace “unos diez años”.

Este gaiteiro no se cansa de contar las virtudes de este instrumento, del que destaca su constante evolución y que “marida” bien con todo tipo de música.

“El propio Carlos Núñez acaba de hacer gira de Beethoven con gaita y flauta y ha hecho una banda sonora para una película japonesa”, ejemplifica.

El único “pero” que ve Ferreira es la falta de unidad de las bandas respecto a países que cuentan con una larga tradición como Escocia o Irlanda, así como la Bretaña francesa, donde afirma Ferreira que sí que “han conseguido darle esa visibilidad internacional” y reunir a músicos de todo el mundo.

“Nos falta dar ese paso, pensar de manera global y dar un empujón a esto para hacer algo grande”.

Por otra parte, indica tan sólo en la provincia de Ourense, contabiliza cerca de dos mil personas que reciben clases de “gaita, percusión o baile”, que garantizan la supervivencia de la música tradicional.

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