Santiago
+15° C
Actualizado
martes, 23 abril 2024
16:11
h

La decadencia del islam: oriente y occidente

En la Edad Media, el islam se extendía por todo el Mediterráneo, desde el califato de Córdoba a Bagdad. Mientras en Occidente el islam fue retrocediendo ante la expansión cristiana en la península Ibérica, en Oriente fue el imperio bizantino, creado por Constantino con la fundación de Constantinopla, la nueva Roma, el que fue reduciéndose hasta llegar a la toma de esa ciudad por los turcos en 1453. Para los musulmanes, los bizantinos eran los rumi, los romanos, como los propios bizantinos gustaban de llamarse, a pesar de que su lengua era el griego. En el imperio bizantino siguieron existiendo grandes ciudades y sus monasterios tuvieron excelentes bibliotecas. Sin embargo, el diálogo entre religiones y lenguas siempre fue muy débil debido a la fuerza de la tradición religiosa. Los musulmanes no aprendían ninguna otra lengua que no fuese el árabe, y para los cristianos, además del griego y del latín, la única lengua oriental que les interesaba era el hebreo, por ser la lengua de la Biblia.

Los musulmanes no solo no aprendieron otras lenguas, sino que incluso limitaron sus relaciones diplomáticas con los reinos cristianos. Nunca tuvieron embajadores permanentes en Occidente hasta llegar el siglo XIX. Los principales intermediarios entre estos dos mundos fueron casi siempre los judíos, que vivían dispersos desde los países nórdicos hasta la India, y los cristianos griegos y armenios. Estos fueron los interlocutores tanto en la Edad Media como en todos los siglos que duró el Imperio Otomano. Los monarcas cristianos, por el contrario, siempre mantuvieron embajadas y consulados permanentes a lo largo de todo el mundo musulmán, con el que hubo intensas relaciones, no solo diplomáticas y comerciales, sino también militares. Isabel I de Inglaterra, por ejemplo, no tuvo ningún empacho en aliarse con los sultanes otomanos para enfrentarse a Felipe II.

La falta de contacto con Occidente y de interés por aprender las lenguas occidentales hizo que los musulmanes no estuviesen al tanto de todos los cambios que tuvieron lugar en Europa a partir del Renacimiento en los campos científicos y culturales. Por eso acabaron quedando al margen de lo que sería la Revolución Industrial que llevó a Europa a sobrepasarlos en los campos científico y tecnológico, en los que el islam permaneció estancado.

A partir del siglo XVI, el tráfico entre Europa y Extremo Oriente dejó de llevarse a cabo a través de Oriente Medio debido a los descubrimientos y viajes de los portugueses, holandeses y otros pueblos europeos, que llegaron directamente a la India y el sudeste asiático, donde establecieron sus colonias. Desde ellas penetraron hacia el interior de esas zonas y poco a poco monopolizaron las antiguas rutas comerciales. Mientras Occidente renovó sus flotas, su artillería y sus diferentes tipos de armamento, los otomanos siguieron utilizando las mismas técnicas militares que en la baja Edad Media, hasta llegar al Tratado de Carlowitz en 1699, con el cual, por primera vez, los sultanes de Estambul aceptaron que habían sido derrotados por otros monarcas. Como consecuencia de ello, se dieron cuenta poco a poco de que necesitaban crear un cuerpo diplomático y modernizar su tecnología militar, lo que solo podrían lograr aprendiendo de Occidente, a partir del siglo XVIII. Por esa razón comenzaron a enviar estudiantes a las academias militares occidentales, a la vez que acogían a cristianos que habían sido perseguidos en sus países, o a los propios judíos.

Cuando se produce la invasión napoleónica de Egipto, y la posterior colonización inglesa del Próximo Oriente, el Imperio Otomano se vio amenazado por un proceso de descomposición protagonizado por todos los pueblos que habían estado bajo su dominio, como los griegos, los serbios y los demás pueblos de los Balcanes, que intentaron ir creando sus propios estados siguiendo el modelo del nacionalismo europeo. Desde todos y cada uno de sus territorios comenzaron a enviar a Europa a diferentes tipos de personas que aprendiesen las nuevas técnicas de gobierno. Muchos de estos emigrados habían partido anteriormente como exiliados políticos de la lucha contra los sultanes.

La principal diferencia entre Oriente y Occidente es que, mientras que los occidentales creían que un buen gobierno es el que ampara la libertad y no ejerce la tiranía, por el contrario en el Próximo Oriente la libertad nunca se concibió en sentido político, sino exclusivamente en sentido personal o legal. Los musulmanes, por ejemplo, creían que una persona podía ser o no esclava, pero no hablaban en general de la esclavitud o la libertad. Para ellos lo contrario de la tiranía no es la libertad, sino la justicia. Y la justicia consiste básicamente en dos cosas: en que el que gobierna lo hace de pleno derecho y no a través de la usurpación; y que lo hace respetando la ley de Dios, lo que se manifiesta en sus prácticas legales y morales concretas. Solo en el siglo XIX la idea occidental de libertad se hizo familiar en el Próximo Oriente gracias a la traducción de libros y al conocimiento de la política europea a través de las noticias de los diplomáticos, los estudiantes y los refugiados retornados de Europa.

Desde el punto de vista económico, la diferencia entre Oriente y Occidente puede verse muy bien en el asunto de la corrupción. En Occidente el dinero se gana en el mercado libre, y se puede utilizar para comprar el poder político. En Oriente uno se hace con el poder y así se consigue luego ganar el dinero. Desde un punto de vista moral, parece que no hay diferencia entre una y otra corrupción, pero su impacto económico y político es radicalmente distinto. Para los gobernantes del Próximo Oriente, que creían que toda la riqueza deriva del poder, la innovación tecnológica se orientó básicamente a la mejora de toda clase de armamento, porque entendieron que era la superioridad militar lo que fundamentaba el dominio occidental. El desarrollo de la economía en general y el bienestar de las personas fueron preocupaciones secundarias.

Otro punto que explica la diferencia entre Oriente y Occidente es la situación de las mujeres, cuya mejora fue esencial en la evolución de la civilización occidental a partir del siglo XIX. Los viajeros occidentales se extrañaron al ver la condición subordinada de las mujeres musulmanas, y los inconvenientes que para las mujeres tenían la práctica de la poligamia y el concubinato, consentido por el islam. Por el contrario, los viajeros musulmanes quedaban asombrados de la libertad, a sus ojos excesiva, y del respeto para ellos exagerado que se les tenía a las mujeres en Occidente, por no decir lo incomprensible que les podía resultar su acceso a profesiones especializadas. Y ya no digamos las reivindicaciones políticas de las feministas.

Los colonizadores occidentales intentaron imponer la abolición de la esclavitud y favorecer la emancipación de diferentes pueblos musulmanes, cosa que consiguieron muchas veces mediante el uso de la fuerza. Por el contrario, no mostraron ningún interés por los problemas relacionados con la situación de las mujeres, que quizás sea lo que más sigue llamando la atención cuando el mundo musulmán se contempla desde Occidente. El mantenimiento de la relegación de las mujeres a posiciones sociales inferiores ha privado al mundo musulmán del beneficio de todo el talento y toda la energía que en esos países podría aportar esa mitad de la humanidad. Por eso uno de los motores que podría liberar a las civilizaciones musulmanas de su decadencia sería el proceso de liberación y promoción de las mujeres.

De la misma manera, mientras en Occidente se logró separar claramente la iglesia del estado y crear una sociedad civil y un mundo legal regulado solo por la lógica del derecho, en Oriente esto no ha sido así más que de un modo parcial. Los estados islamistas no quieren más ley que la ley religiosa, y no admiten que exista un mundo neutro y laico en ningún campo. Si bien esto fue así también en Europa hasta el siglo XVI, el hecho de que este proceso no tuviese lugar en el islam sí que puede ser la verdadera respuesta a la pregunta por la causa de su decadencia.

Actualmente en el Próximo Oriente cada vez más gente cree que en vez de lamentarse preguntando qué es lo que hemos hecho mal, lo mejor sería preguntarse cómo podemos hacer las cosas bien, y serán las respuestas a esta nueva pregunta las que permitan ver nacer un futuro de esperanza.

09 feb 2021 / 01:00
  • Ver comentarios
Noticia marcada para leer más tarde en Tu Correo Gallego
TEMAS
Tema marcado como favorito
Selecciona los que más te interesen y verás todas las noticias relacionadas con ellos en Mi Correo Gallego.