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La educación social: la gran olvidada de las profesiones de “primera línea”

Laura Sánchez, educadora: “Es un derecho de la ciudadanía, somos un sector esencial y nuestro fin se centra en luchar por un mundo mejor”

En estos tiempos se ponen de manifiesto las verdaderas necesidades que experimenta la sociedad. Gracias a la aparición de esta epidemia nos hemos dado cuenta de la importancia de algunos sectores que antes dábamos por olvidados o que, sencillamente, veíamos muy lejos de nuestras necesidades. Un ejemplo de esto es la educación social. Durante los meses de confinamiento las personas que componen este colectivo siguieron con su actividad poniendo por delante las necesidades de los que dependen de estos profesionales.

Aunque ahora, después de todo lo sufrido en este año, se tome más conciencia de trabajos indispensables como psicólogo, trabajador social o educador social, sigue a haber un gran desconocimiento por parte de una mayoría de la población, que no es consciente de la labor indispensable que desarrollan los educadores y educadoras sociales. Hablamos con Laura Sánchez, graduada en Educación Social por la USC.

-¿Cómo definirías la situación laboral de la educación social en nuestro país?

Una vez que terminas el Grado de Educación Social, con la ilusión de una recién graduada que está ansiosa por ejercer y poner en práctica todos los conocimientos aprendidos para mejorar un poco el mundo, te das de bruces con un mercado laboral que te desmoraliza por su precariedad, el cual mayoritariamente nos ofrece contratos con categorías profesionales inferiores a la que nos corresponden (auxiliar educativo, integrador, monitor, controlador nocturno, etc...).

-¿Crees que la figura del educador social se encuentra lo suficientemente valorada por la sociedad o hay el conocimiento necesario sobre ella?

Creo que somos una profesión desconocida y con poca visibilidad social, son incontables los casos donde tienes que explicar en qué consiste tu profesión. Pese a que regladamente somos una profesión relativamente nueva, la educación social está presente en la sociedad desde hace siglos. La ciudadanía no puede valorar algo que desconoce, y creo que ahí entra en juego la labor sobre todo política que ponga en valor nuestra profesión y nos dé el reconocimiento y el lugar que merecemos, como otras profesiones del ámbito social, que sí la tienen.

-¿Qué consideras que hace indispensable al educador social para la sociedad?

Si hay sociedad, hay educación y por ende educación social, esto en sí mismo hace ya al educador social indispensable. El educador social es un agente de cambio y de transformación. Un agente activo y participativo, que promueve los espacios y dota a la población de las herramientas necesarias para impulsar mejoras en la misma.

Algo indispensable e innato en un buen educador social es la vocación, la pasión, el amor por lo que hace. Somos el motor y el medio para que los que están en situación de desventaja, puedan revertirla y ocupar el lugar que les corresponde.

-¿Hay el apoyo suficiente a tu profesión por parte de las instituciones?

Para nada, lo clarifico con un ejemplo reciente. Hace unos días se convocaron oposiciones para ocupar varios puestos de educador en la Xunta de Galicia, en la cual tenían acceso a la plaza diferentes titulaciones sin formación específica en educación social como: maestros, psicólogos o cualquier graduado en una titulación de la rama de ciencias sociales y jurídicas o de la rama de ciencias de la salud. Pero los educadores sociales no podemos presentarnos a oposiciones de otras titulaciones que no sean la nuestra. Hay mucho intrusismo laboral en nuestra área y las instituciones y entidades no realizan nada para cambiarlo. Necesitamos una Ley que regule la profesión de educación social, como derecho de la ciudadanía, que hace tiempo demanda el Consejo General de Colegios de Educadoras y Educadores Sociales.

-¿Cómo ha afectado la situación pandémica a tu actividad laboral?

Al estar trabajando en un sector como es el de la protección a la infancia dentro de un centro residencial, mi trabajo se ha establecido como esencial, por lo que durante la situación de pandemia no he sufrido grandes cambios en mi trabajo. He mantenido mis rutinas laborales casi íntegras, aunque hemos tenido que adaptar las mismas a la nueva situación para que los niños se sintieran lo más cómodos posible, sobre todo en la etapa de cuarentena.

-¿Qué te gustaría transmitirle a la sociedad sobre la importancia de tu profesión?

La Educación Social es un derecho de la ciudadanía, somos un sector esencial y nuestro fin se centra (aunque suene a utopía), en luchar por un mundo mejor, más igualitario, sensibilizado, comprometido y justo y todo eso lo hacemos mediante nuestra intervención socioeducativa, para la cual se nos ha formado universitariamente durante cuatro años. Nuestro motor es generar un cambio auténtico y positivo en aquellos a los que la sociedad en sí misma vulnera, estigmatiza, aparta, olvida y empuja a sobrevivir en una situación que determina de riesgo. Nosotros cambiamos el riesgo por la seguridad, a través de un vínculo educativo creado desde la realidad, de cerca: mano a mano, codo a codo. Pues ya lo decía El Quijote: “Cambiar el mundo amigo Sancho, que no es locura ni utopía, sino justicia”.

19 abr 2021 / 21:00
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