Santiago
+15° C
Actualizado
martes, 23 abril 2024
16:11
h
ENTREVISTA
Irene López Assor. Psicóloga, grafóloga y divulgadora

“La falta de motivación es una excusa maravillosa para no hacer nada”

Irene, en tu libro 10 obstáculos que te impiden ser feliz (Alienta Editorial) empiezas hablando de las madres tóxicas. ¿Es ese quizás el más complejo de superar debido al vínculo ‘eterno’ con ellas?

Efectivamente, es el más difícil, no solo porque estás unido a tu madre de por vida, madre no hay más que una, además es importante saber y ser conscientes de ese vínculo no sano, es decir, el problema no es tener una madre tóxica o limitante, el problema es no reconocerlo, es no saber que una madre narcisista tiene un pasado que hace que actúe de una manera socialmente inaceptable, quizás, seguramente, esa madre tóxica es fruto de otra madre tóxica.

Cuando hacemos conscientes este vínculo sin subirnos al ego con frases del tipo “yo no voy a ser como ella” (porque al final vamos a hacer lo mismo de otra manera, léase en amistades o parejas tóxicas), si conseguimos verlas con una amplitud de mirada, y entender, sin juicio, que ellas también son víctimas de su pasado, nos va a liberar y tomar un papel adulto, donde elegimos de manera libre cómo queremos relacionarnos con nuestras habilidades y competencias de adulto.

Tenemos: efecto Pigmalión, envidia, frustración, ego y soberbia, desamor, autoexigencia, amistades tóxicas, culpa, madres tóxicas y procrastinación. ¡Conozco a personas que las tienen todas siempre y en un nivel alto! No sé cómo pueden vivir.

Se malvive, se vive con una angustia diaria, un vacío interno y lo peor, un vacío existencial. Porque con todos estos ingredientes nunca llegas al “yo”, a lo que eres realmente, a lo que quieres expresar, sentir, decir, vives encarcelado y con ello, y en un porcentaje muy alto, generarás al menos un trastorno de ansiedad, o un cuadro depresivo. Y lo peor, es que nadie te comprenderá, sienten que luchan solos contra el mundo, cuando realmente luchan solos con ellos mismos. Por lo tanto, trabajar cada tema, entender cada tema que propongo en el libro, y los ejercicios para ir con menos carga emocional y dejar salir a ese “yo” que está encarcelado. La segunda parte del libro sería reforzar ese “yo” que no ha podido salir con estos obstáculos.

La reflexión que haces en la introducción, Irene, hizo que se me llenaran los ojos de lágrimas. Y no sé cómo tomármelo. ¿Quizás todos tenemos un poquito de cada ingrediente?

Todos somos un poco tóxicos en el momento y hora que queremos poner nuestras necesidades por encima del otro, es un ejercicio de responsabilidad con uno mismo, de no juicio, de sentir realmente quienes somos, no somos todos iguales, no todos tenemos una misma misión en la vida, la diferencia es la que nos ayuda a ser más cooperativos y a fomentar valores como la generosidad.

Ser responsables con lo que somos es dibujarnos, y no estar pendiente de si mi madre era de una forma u otra, si mis amigos son de una manera u otra, si he de ser el mejor para ser admirado, o si pierdo el tiempo en envidiar a los demás. Cuando uno se centra realmente en sí mismo, en sus cualidades y en sus limitaciones, te aseguro que consigue su objetivo de vida. Expandirse con sus limitaciones. Ahí está la clave. Todos tenemos limitaciones, pero eso no quita para que no puedas conseguir las cosas. Eso sí, de forma realista. Repito, no todos somos iguales ni tenemos los mismos recursos emocionales, cada uno con los suyos y en sus posibilidades.

¿Al final somos un reflejo del espejo que hemos tenido hasta independizarnos?

O reflejo o rebeldía, o eres como tus padres o vas en contra de ellos, eso es normal en la adolescencia, pero en el momento que ya entramos en la edad adulta, en torno a los 25 años, hay que preguntarse: ¿Qué es lo que quiero realmente? Igual no les gusta a tus padres, y ahí hay que ser valiente y amoroso al mismo tiempo. No sirve: “Pues voy hacer lo que me dé la gana”. Eso es rebeldía, hay que utilizar frases más complacientes con uno mismo aunque no se lo digamos así de literal a los padres, tipo “soy adulto, he visto todo lo que me habéis enseñado y he decidido que quiero probar o investigar otra línea de vida”. Repito, esta frase ha de ser interna, y no ir pegando gritos a diestro y siniestro. Algo interno para que a la hora de exponerlo cada uno lo adapte, sin gritos, sin ira, sin rabia, sin rebeldía y sin juicio a los progenitores. Y lo más importante: no esperar la respuesta que uno quiere, tus padres te van a dar “su respuesta” no “tu respuesta”.

¿El perfeccionista nace o se hace?

Obviamente, hay un factor genético que influye, un modelado que viene de padres perfeccionistas, y una intención de la perfección que esa ya sería más personal, para recibir las miradas de aprobación de los demás. El perfeccionismo está bien hasta cierto punto, pero hemos de plantearnos que si lo que buscamos es un reconocimiento por parte de los demás, vamos a estar frustrados la mayor parte del tiempo, porque eso no sucede, y no viene. Si eliges ser perfeccionista, esa es tu decisión, no se la debes a nadie más.

Yo, por ejemplo, soy perfeccionista y muy ordenada y estructurada, pero no le voy con el cuento a nadie, lo hago porque es la única manera de poner mis límites a la hora de trabajar, de tener una coherencia y estructura interna y externa. Ahora bien, cuando he de flexibilizar o ese perfeccionismo no es necesario, aflojo, por ejemplo, soy pésima cocinera, intento hacer una paella medio decente, pero lo que me importa realmente es que mis hijos me digan “mamá, te salió buenísima” (siempre pienso, estos hijos míos no han probado una paella en condiciones. Por lo tanto, la mía, aunque sea normalita, les encanta). ¿Qué sentido tendría esforzarme más en la paella? Ninguno, el resultado va a ser el mismo. Con este ejemplo quiero mostrar las cosas cotidianas donde el perfeccionista se sobreesfuerza sin sentido buscando algo que no va a llegar.

En tiempos de COVID-19, ¿la procrastinación se apodera de nosotros, Irene?

Se apoderan el miedo y la incertidumbre y por ende la procrastinación se vuelve la reina y protagonista de nuestras vidas: “Total, si no voy a salir”, “total, si todo está fatal” “total, si no hay trabajo”... Eso son absolutismos, y debemos de encontrar la manera para reinventarnos, de no dejarnos llevar por la masa social, y tener y cultivar un pensamiento crítico, que es al final lo que va a marcar nuestra diferencia. Entiendo que es difícil, y que requiere mucha fuerza de voluntad, pero si no hacemos “ensayo-error” con nosotros mismo, vamos a caer en dejar siempre para mañana lo que podemos hacer hoy, y vamos a dejarnos llevar por unas falsas expectativas tanto buenas como malas (Voy hacer mucho de XXXX o Todo es un horror y no sirve para nada) para no ponernos en marcha. Aquí es importante señalar que el cuerpo humano es vago por naturaleza, así que le tenemos que aleccionar a la acción y al descanso, pero no a la procrastinación.

Yo creo que la falta de motivación ayuda a dejar para mañana lo que podemos hacer hoy.

La falta de motivación es una excusa maravillosa para no hacer nada. ¿A que tú comes muchas veces porque es la hora de comer? No hace falta tener un hambre voraz para comer. Es una necesidad biológica. Lo mismo ocurre para hacer las cosas, hay cosas que hay que hacer, con motivación o sin ella. Por ejemplo, poner un tiempo de ocio, tiempo de pasear, tiempo de ver algo que nos divierta, tiempo de leer, aunque no estemos motivados. Si estamos esperando a la motivación del año, nunca vamos hacer las cosas.

La clave del éxito está en hacer las cosas independientemente de la motivación. La hago como parte de un plan que me he trazado para alcanzar un objetivo. Lo hago sin cuestionar, lo tengo que hacer y punto. Y así es como se avanza. Llegará un día que la motivación aparezca porque la estoy obligando cognitivamente a que entre en mi vida. Sin embargo si le doy pie a que sea la protagonista, y no viene, ella gana y me dominará. La cuestión es que aprendamos a dominar nosotros a la emoción y no la emoción a nosotros.

¿Se puede llegar a mejorar la autoestima a cualquier edad?

¡¡¡Sí rotundo!!! Tengo una señora de 70 años en consulta que quiere mejorar su autoestima, y me encanta trabajar con ella. Nunca es tarde para mejorar nuestra autoconfianza, y renovar nuestras metas en la vida, sea la edad que sea y valorando todo lo que hemos hecho, lo bueno y lo malo. Sin juicio hacia nosotros, más compasivos y más amorosos con nuestros actos, aunque muchos no hayan sido buenos, si no somos capaces de perdonarnos, no seremos capaces de perdonar a los demás.

Detectives de nuestros seres queridos...

¿Proteger en exceso es incluso un problema? Quien lo hace suele hacerlo con buena intención. El exceso de protección provoca desconfianza e inseguridad, obviamente los “protectores” no tienen mala intención, la mayoría, aunque cuando analizas con ellos esa protección, debajo de esa justificación de “no quiero que le pase nada”, en realidad hay un exceso de control y eso es malo. Quieren controlar todos los movimientos de la otra persona bajo el paraguas de “como le quiero le protejo” y quizás lo más sano es decir: “como le quiero, yo le digo mi opinión de lo que está bien o mal bajo mi punto de vista, pero la otra persona es libre para estar de acuerdo o no con mi premisa”. Yo recomiendo dejar más libre y decir “yo confío en ti” “si pasa algo, estoy aquí” para que sientan esa libertad a decir “cuéntame que has hecho, con quién has ido, a qué hora vienes, dónde has estado”, y un largo etcétera, que se parece más a un profesor de escuela que te echa la regañina que a alguien que comparte tu vida. Hay que ser un poco más laxos. Si tu pareja, por ejemplo, viene cansada de trabajar y no quiere hablar, hay que tener también ese respeto. Ser detectives de nuestros seres queridos no es más que sinónimo de control y de bajo confianza en uno mismo.

21 ene 2021 / 00:00
  • Ver comentarios
Noticia marcada para leer más tarde en Tu Correo Gallego
TEMAS
Tema marcado como favorito
Selecciona los que más te interesen y verás todas las noticias relacionadas con ellos en Mi Correo Gallego.