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La Fundación Jove amplía la terapia con perros para niños ante un juicio

El proyecto con menores víctimas de violencia de género se llevó a cabo este año en el Juzgado de Betanzos y se aplicará en otros ayuntamientos

Una reducción del estrés y de la ansiedad de los menores víctima de violencia de género cuando tenían que ir a declarar o realizar algún trámite al juzgado, así como una mejora en la autoestima, en la comunicación familiar, en el descanso y sueño y en los resultados escolares, estas son los principales beneficios detectados en el proyecto piloto de perros de terapia con menores víctimas de violencia de género llevado a cabo en el Juzgado de Violencia contra la Mujer de Betanzos este último año por la Fundación María José Jove y Apico (Asociación pola Igualdalde e a Coeducación), con Candamín.

Dados los resultados y la buena acogida que ha tenido por todos los agentes implicados, ambas entidades han decidido no solo continuar con el proyecto, sino ampliarlo.

En concreto, en este segundo año, a los ayuntamientos de Curtis y Betanzos, se suman ahora Cambre y Miño, debido a la incidencia de la problemática objeto del proyecto detectada en estos ayuntamientos cercanos. Para ello, la Fundación María José Jove y Apico firmaron sendos convenios de colaboración mediante los cuales ambos ayuntamientos cederán un local en su municipio donde se desarrollarán las sesiones con los menores.

En el primer año y medio del proyecto, que fue bautizado como Venus, en homenaje a una perra de aguas español de terapia, pionera en los comienzos y desarrollo de este tipo de programas y que falleció con 12 años hace unos meses, fueron atendidos 42 menores de entre 3 y 13 años. Estos llegaban al proyecto temerosos, desconcertados y con pocas ganas de hablar, pero, a medida que avanzaban las sesiones, fue disminuyendo la angustia y ansiedad. Los perros de terapia y apoyo con los que se trabajan son cuatro: Bosco, Pot, Uva y Matilda.

“La rabia, problemas de conducta, transmitir valores sobre lo que está bien o mal” son algunos de los primeros pasos que se dan cuando estos niños acceden al programa, explicó Lucía Lombardía, experta en intervenciones asistidas con animales y que trabaja en Candamín.

Los expertos reciben a los niños antes del proceso judicial cada quince días en sesiones de terapia para establecer una zona de confort y lograr que acuda voluntariamente y se lo pase bien.

En este espacio abierto, de unión con el perro, el niño empieza a contar sus vivencias diarias y a transmitir sus sentimientos, incluso la rabia, por lo que fluyen problemas de conducta en algunos casos que es necesario enseñarle a gestionar para que el día de mañana no se repitan, abunda la terapeuta. Es habitual que el niño tenga un perro “favorito” y cuando establecen un vínculo con el animal lo acompaña al juzgado. “El menor te dice que cuando acaricia al perro está más tranquilo y pregunta no se va a separar de mi, ¿verdad?”, relató Lucía.

Después de la visita al juzgado, del miedo, de la rabia y la impotencia, de no saber por qué sus padres están así, de por qué hay violencia en su domicilio, el niño hace un “amigo” que le ayuda a sentirse protegido y seguro ante esta difícil situación.

“Cuando el niño te dice que gracias al perro ha sido muy valiente te llena como profesional y como persona, estoy haciendo algo bien, te dices, nos motiva a continuar con este proyecto porque vemos grandes resultados”, confesó Lucía Lombardía.

25 nov 2020 / 00:00
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