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La pervivencia de los murales de Seoane en Buenos Aires

    Los murales de Luis Seoane causaron interés desde el momento en el que el artista inicia una constante producción a partir de 1954 y en la que progresivamente se hacen visibles la investigación y las nuevas técnicas empleadas. Desarrollados en colaboración con arquitectos, ceramistas e ingenieros, uno de ellos su amigo Manuel Diego Díaz Dorado, Seoane buscó en cada ocasión las soluciones más adecuadas de integración con la arquitectura, considerando la intervención mural de carácter enriquecedor en espacios cotidianos.

    Los 24 murales que se encuentran en la capital argentina, en la zona centro y Belgrano se pueden visitar y se integran en edificios particulares, espacios culturales y galerías comerciales, si bien la creación mural de Seoane supera ese número, no toda permanece actualmente en el lugar original para el que fue diseñada. No obstante, quedan testimonios gráficos de su existencia que muestran en todo momento la capacidad de intervención en los espacios públicos.

    Cuestión relevante en su obra, ocupó una buena parte de sus reflexiones que fueron publicadas en los ensayos Acerca de la integración de las artes (1962) y El arte mural. La ilustración (1974), en entrevistas y manifestaciones vertidas en medios de comunicación.

    Seoane engrandeció y favoreció la visibilidad a favor de un muralismo contemporáneo, que tendría mayor auge en Argentina, especialmente a partir del mural de Siqueiros Ejercicio plástico (1933), pensado para los sótanos de la quinta de Don Torcuato, de Natalio Botana, director del diario Crítica, en el que participaron los pintores Antonio Berni, Lino Spilimbergo y Juan Carlos Castagnino; ese ejemplo contribuyó, en gran medida, al asentamiento de un clima favorable para esas realizaciones de carácter público en los años siguientes.

    Por este motivo, es una buena noticia que en Buenos Aires se profundice aún más en el conocimiento de su obra mural y esta se aproxime en mayor medida al público por medio de la creación de una web y catalogación, que registrará los puntos de ubicación en la ciudad. Ese propósito parte de la Cátedra Galicia América del Programa Lectura Mundi de la Universidad Nacional de San Martín y de la mano de estudiosos de la obra de Seoane en aquel país.

    En el mundo del arte argentino Seoane sigue presente y se aprecia esa querencia por el artista en el nivel de conocimiento que se tiene de él, representado cumplidamente en las colecciones de los principales museos del país, aquellas que describen su historia y desarrollo entre los años 40 y 70 del pasado siglo, y es allá un artista primordial, considerado igualmente gallego– argentino.

    Aquí, por el contrario, seguimos esperando a que el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía se ocupe de representarlo adecuadamente en sus colecciones. Sería necesaria, por medio de ellas, una explicación del exilio español a través del arte, de los procesos y manifestaciones artísticas correspondientes a esa etapa del siglo XX y en ese contexto Seoane es una figura fundamental.

    En Buenos Aires su obra mural supuso, en aquellos años, una acción única y excelente, que se dio circunstancialmente en esa capital, ahora señal inequívoca de identidad de una ciudad, ejemplo entonces de cosmopolitismo, receptividad y apertura. En cada mural Seoane irá incorporando diferentes materiales y técnicas que impondrán sus condiciones, provocando metamorfosis en las formas y en los temas. Resinas sintéticas, cemento policromado alternan con el mármol, la piedra, el bronce o el hierro. Del mismo modo, rescata del pasado el uso de la cerámica, el mosaico o los vitrales .

    El gran mural diseñado para el Teatro General San Martín, titulado Nacimiento del teatro argentino (1955), de 33 x 11 metros, construido con resinas sintéticas, está referido a la primera obra de teatro que se representó en la capital argentina y que tuvo lugar en un circo. Recrea, en un fondo de colores brillantes, imágenes en movimiento de equilibristas, trapecistas y caballos que aluden a la idea inspiradora.

    Y en el ejercicio del muralismo, el artista acentuará el esquematismo de las figuras, eliminando los pequeños detalles, aludiendo en los argumentos a la historia de Galicia y América del sur: A malla (1956), Centro Galicia; Mater Gallaecia (1958), Galería de las Victorias; Homenaxe a Guamán Poma de Ayala, Figuras en repouso, e Campesiñas traballando (1960), Galería del Centro; Os cazadores (1958) e Xinetes medievais (1959), en edificios particulares de las calles Azcuénaga y French; Músicos (1962), Galería americana. En todos ellos encontramos el testimonio vivo de su pensamiento y el sentido social de su obra.

    22 mar 2021 / 01:00
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