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La primera directora del Louvre

    El Museo del Louvre tendrá por primera vez en su larga historia una mujer como directora y presidenta, Laurence Des Cars, quien a partir del próximo mes de septiembre llevará las riendas de este gigantesco centro de las artes, que guarda entre sus fondos la Victoria de Samotracia, la Gioconda o la estatua sedente del príncipe de Gudea. La prestigiosa profesional de las artes, especialista en la obra de los Prerrafaelistas, de Gustave Courbet, de Jean León Gèrôme, del arte francés de entre siglos ( XI-XX ), fue encomendada por el gobierno de su país para la puesta en marcha del Louvre Abu Dabi y estuvo vinculada al Musée D´Orsay desde 2017 como máxima responsable. Uno de sus logros que causó últimamente mayor impacto, fue el proyecto expositivo El modelo negro ( 2019 ) que rastreaba la presencia de referencias de esa raza, en la historia del arte.

    En cuanto a la elección, que a estas alturas no debiera ser tan sorpresiva, viene a corroborar que en los más de 200 años de existencia el Louvre estuvo cerrado a las posibilidades femeninas en cuanto a su dirección. Me vienen a la memoria aquellas teorías, nada recientes, del pensamiento feminista que pusieron en cuestión la historia del arte tal y como se ha escrito y reclamaron, en su momento, una mayor implicación de las mujeres para llevar a cabo una revisión necesaria y así corregir procesos sesgados. El objetivo, no exento de dificultades, sigue vigente.

    Para que ese fin se consolide son necesarios los cambios en todos los ámbitos y aún más en las altas esferas del arte; por esa razón se entiende la relevancia que públicamente se le está dando a esta positiva noticia y nos lleva a poner de manifiesto que aunque en el mundo de la gestión museística, abundan las mujeres -las encuestas han dado pistas y han dejado claras las posiciones sobre esa situación- la realidad es que las instituciones que cuentan con mayor rango presupuestario y máxima consideración por la riqueza histórica y magnitud de sus colecciones han contando, en muy escasas ocasiones, con mujeres para liderarlas.

    Haciendo un repaso por algunos de los museos históricos de mayor influencia con más dos siglos de vida, pongamos los ejemplos del Museo del Prado, la National Gallery y British Museum de Londres, o la Galeria degli Ufizzi, de Florenzia, nos encontramos con la ausencia de mujeres en la historia de la dirección de esos centros. Y en ese sentido debemos señalar como ese hecho, que sigue produciéndose en la actualidad, de nuevo entra en contradicción con una verdad que no se debe obviar como es la existencia de brillantes especialistas en el ámbito de la investigación y la conservación de audaces gestoras, conocedoras de los entresijos del mundo del arte, que usualmente ocupan puestos de segundo nivel en esas instituciones; la situación nos lleva a considerar que, aún por mucho proclamar una igualdad por veces planteada superficialmente y no en base a los méritos la realidad es bien distinta.

    Y esa tesitura se produce mayormente en Europa donde las instituciones museísticas dependen generalmente de los gobiernos estatales o provinciales, y menos de la iniciativa privada; por el contrario, en el continente americano, principalmente en los EE.UU. los museos se nutren de recursos particulares y la presencia femenina en determinados centros que fueron de capital importancia para la implantación de una mentalidad contemporánea en las artes, fue precursora. Ahí están los ejemplos de las pioneras iniciadoras del MOMA (1929), las filántropas Lillie P. Bliss, Mary Quinn Sullivan y Abby Aldrich; de Sofia Imber (1924- 2017), fundadora y directora del Museo de Arte Contemporáneo de Caracas; de Gloria Zea (1935-2019), mecenas y coleccionista, directora del Museo de Arte Moderno de Bogotá, desde 1967 y durante más de cuatro décadas; de Wilhelmina Colle Holladay (1922-2021) coleccionista y mecenas, quien tuvo el acierto y la visión de descubrir tempranamente a grandes artistas históricas que estaban ocultas e incorporarlas a su colección -a partir de los años sesenta- que daría lugar, ya ampliada con nombres de generaciones más jóvenes, a la creación del Museo Nacional de Mujeres Artistas de Washington (1981).

    No obstante, volvamos al Louvre y elevemos la vista, simbólicamente , con seguridad, al techo agudizado de la mayor de las pirámides del cour de Napoleón, la Pyramide de Ming Pei, de vidrio y cristal que concentra la entrada principal al museo.

    01 jun 2021 / 01:00
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