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La publicidad de aspirina que quitaba los dolores de cabeza

Este analgésico, antiinflamatorio y antipirético revolucionó el mundo de la medicina, pero también el de sus campañas y anuncios

La aspirina es conocida en todo el mundo por sus propiedades, pero también por su publicidad, que comenzó a “andar” con los vehículos de la época (fue sintetizada en 1897) y también con carteles de mujeres, de hombres y de los más pequeños de la casa con la cara como “un poema” que reflejaba su dolor de cabeza.

Este analgésico, antiinflamatorio y antipirético revolucionó el mundo de la medicina, pero también el de la publicidad, y sus anuncios han quedado en manos de coleccionistas, como el cartel con la composición de tres dibujos de una niña que se que echa las manos a la cabeza del dolor que tiene.

En el segundo dibujo, la niña ingiere la aspirina con “un sabor muy agradable”, apostilla Bayer en letras, y en la tercera sonríe de oreja a oreja para alegría de todos porque le ha hecho efecto.

Pero las primeras publicidades viajaban en vehículos de principios del siglo XX, con los nombres de aspirina a gran tamaño y con el de la compañía que la patentó, bien en la rueda de repuesto en la parte de atrás o en un lateral del coche.

Los carteles publicitarios de entre 1900 y 1940 incluían dibujos en blanco y negro de las presentaciones del medicamento, en sobres y tubos, y de personas en las que era evidente que le dolía algo. “Aspirina, la marca de confianza”, indicaba uno de ellos junto al dibujo de una familia que parece en armonía. Y “¿por qué precisamente aspirina?”, se preguntaban en otro cartel, en el que aparecía un científico analizando el contenido de una aspirina supuestamente dentro de un vaso y acompañado del argumentario del porqué.

En 1935, lo importante para los quehaceres diarios, no era si te habías dejado en casa el móvil: “¡Olvida usted algo señora¡ Ha tomado usted toda clase de precauciones, se ha despedido de sus familiares y amigos, pero ha olvidado algo trascendental”, se señalaba en otra promoción. Se imaginan lo que se había dejado, ¿no?. Las aspirinas.

“Contra el dolor... aspirina”, recomendaban en otro de los carteles que se distribuyó, acompañado del lema “Únicamente con la Bayer. Rechácense todas las imitaciones”.

“Libre de dolores”, se exclamaba en otra publicidad en la que, como en muchos casos, la mujer era protagonista. En otros era un hombre con la sábana hasta arriba curándose supuestamente del resfriado o el catarro que le tenía encamado y en la que debía tomar “antes de acostarse” el fármaco.

En los cincuenta llegaron los carteles con dibujos con tinta azul, y en los sesenta, la imagen de las tabletas con envoltorio verde y blanco, presentando el nuevo envase. “Nuevo ¡Que feliz idea!”, afirmaba otro con la imagen de un hombre sonriendo con la tableta sobre su cabeza.

“¿Por qué sufrir inútilmente”, apuntaban en otro cartel promocionando las tabletas del “acreditado calmante del dolor”, que proporcionaba “alivio inmediato”, se podía leer.

A partir de ese momento ya la presencia de fotografía en color se imponía y desaparecían tanto los dibujos como las fotografías en blanco y negro.

La aspirina efervescente dio para mucho en publicidad con imágenes y también en televisión, como el anuncio en el que aparecía un padre con su hija a la que no entendía por el dolor de cabeza que tenía. Se toma la medicación y de forma instantánea, ¡hala! ya la entiende.

La publicidad de aspirina se ha dejado ver por todo el mundo y seguro que está presente en muchos hogares y probablemente seguro que en la planta asturiana de Bayer en La Felguera, donde se produce el 100 % del ácido acetilsalicílico de la compañía.

09 ago 2022 / 21:55
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