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Las palabras pueden sanar o destruir. Cuida tu diálogo interno

    ¿Qué te sueles decir al verte al espejo por la mañana al despertar? Quizás, “qué mala cara tengo hoy”, o “no podré evitar que piensen que no dormí esta noche”..., no es una buena idea empezar el día con un diálogo interno repleto de palabras y frases negativas.

    Lo que te dices, las palabras positivas o negativas que utilizas, tus quejas, reproches o incluso tus palabras de gratitud..., todo ello va a afectar a la percepción que los demás tienen de ti y de tu estado de ánimo.

    Cada palabra puede desencadenar reacciones fisiológicas y bioquímicas en el cuerpo. Elige con cuidado tus palabras porque si te dices por ejemplo, “he tenido un gran fracaso”, eso tendrá efectos negativos en tu cuerpo y en tus emociones. Notarás que pierdes energía y tu autoestima baja.

    Es importante tener un diálogo interno positivo con uno mismo. Porque tal y como tú te ves, así te verán los demás. Porque si eres capaz de dedicarles buenas palabras a los demás, ¿por qué no te las dedicas a ti mismo?

    Si comprendes que tus palabras tienen poder, y utilizas un vocabulario pesimista, negativo, estarás diseñando así tu vida. Con incoherencia entre lo que quieres y lo que te dices, no llegarás a conseguir lo que de verdad deseas.

    Cuando piensas y te dices cosas positivas a ti mismo, tu autoestima se ve reforzada.

    Tus palabras son capaces de convertirse en pensamientos, y son tan poderosas que a través de ellas puedes destruir o sanar como dice Buda: “cuando las palabras son buenas y sinceras tienen el poder de cambiar el mundo”.

    Cuando hablas sin pensar, tus palabras son un arma hiriente. Esas palabras pueden causar dolor emocional y hacer sentir como el corazón se rompe en mil pedazos, y su impacto es tan grande como haber recibido un gran golpe.

    Tu diálogo interno es responsable de tu bienestar psicológico y, además, de él depende tu futuro. La manera en la que te hablas a ti mismo condiciona tu capacidad para afrontar las dificultades.

    Las palabras envían mensajes al cerebro y son capaces de transformar tu mente y van dirigiendo tu vida por el camino que le marques.

    El lenguaje está vinculado a las emociones, y así, las palabras son capaces de cambiar la sensación de seguridad por miedo, la alegría por tristeza... Las palabras construyen realidades externas e internas.

    Las palabras pueden ser tan hirientes como un dardo envenenado y tan cálidas y amorosas como un abrazo. ¿Has decidido qué palabras vas a utilizar?

    Si deseas contactar conmigo puedes hacerlo en consulta@otiliaquireza.com. Estaré encantada de poder ayudarte.

    14 abr 2022 / 01:00
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