Parte del legado de Severo Ochoa, ya en la Caja de las Letras
Incluye el cuaderno experimental en el que fue plasmando todos los avances y trabajos que le llevaron a recibir el Nobel de Medicina en 1959
Inmenso y descomunal; así es el legado de Severo Ochoa, y desde ayer una de las partes más importantes –el cuaderno experimental en el que plasmó los avances y trabajos que le llevaron hasta la consecución del Premio Nobel de Medicina en el año 1959– enriquece la Caja de las Letras del Instituto Cervantes.
Es el cuaderno en el que reunió los trabajos experimentales sobre la enzima “polinucleótido fosforilasa” y la síntesis del ácido ribonucleico, descubrimientos que justificaron el máximo reconocimiento mundial y que fueron la base fundamental para el estudio del código genético.
“Esta enzima puede ser considerada la piedra Rosetta del código genético” llegó a decir el propio Ochoa, cuyo legado in memoriam fue ayer depositado en el buzón de seguridad número 1.709 de la Caja de las Letras de la antigua cámara acorazada de la sede del Instituto Cervantes por el ministro de Ciencia e Innovación, Pedro Duque.
Junto a él, participaron el director del Cervantes, Luis García Montero; la consejera de Cultura, Política Lingüística y Turismo de Asturias, Berta Piñán, y la directora de contenidos del Museo de las Ciencias de la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia, Miriam Atienza.
El museo valenciano es el depositario del legado completo del científico, cuyo propietario es la Fundación Bancaja, después de que el Nobel se lo donara a su discípulo y amigo Santiago Grisolía.
Duque se refirió al Nobel como “un caso paradigmático de cerebro fugado”, ya que recordó que decía que en España había “ciencia muy buena pero insignificante, y subrayó es algo que tenemos que corregir y que ya estamos empezando a mejorar”.