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|| nosotros y cía ||

Que los allegados se conviertan en calabazas y ratones

Qué ganas tiene el Gobierno de complicar las cosas. Debe de pensar que todos los españoles tenemos las capacidades lingüísticas de Noam Chomsky, Umberto Eco o Ferdinand de Saussure para no solo comprender una palabra, sino además interpretarla en los justos términos que ellos desean.

Allegado. Sin duda podría ser la Palabra del Año 2020, que según el Diccionario de la Lengua Española tiene como acepciones para España:

1. adj. Cercano o próximo en el espacio o en el tiempo.

2. adj. Dicho de una persona: Cercana a otra en parentesco, amistad, trato o confianza. U. t. c. s.

Estas son las dos definiciones para el castellano (hay otras, pero como americanismos), y solo uno de los términos concuerda con lo que quiere el ministro de Sanidad, Salvador Illa, que tengamos en cuenta.

Ya saben que dijeron la pasada semana que nos podíamos reunir excepcionalmente durante las Navidades únicamente con familiares y allegados, en un número entre seis y diez personas, de dos o tres núcleos familiares, límites que se irán definiendo si se acotan por arriba o abajo.

Vamos, lo de siempre, que no saben por dónde o que a nadie se le ocurrió mirar qué significaba allegado, o allegada, no sea que se me cabree la ministra Irene Montero.

Pues eso, que nos metieron en un follón, porque yo, por ejemplo, en el caso de que fuera a celebrar en mi casa cena de Nochebuena y Nochevieja, algo que ya les adelanté la pasada semana que no pasará este año, me tendría que devanar los sesos decidiendo a quién dejaba fuera. Con los familiares no hay problema, porque los tenemos más o menos controlados -este sí, aquel no, con el otro ni de coña; sí, sí, llamamos a fulanito, que es muy divertido y alegre; menganito no, que se coge unas cogorzas de aupa-.

Ven que ni nombré a los cuñados, no se me vayan a cabrear, que los tengo variados y en distintos colores.

Porque en la categoría de allegados entran desde el hermano, primo, etc.; amigos, colegas...; compañeros de trabajo, camaradas de barra, y si me apuran hasta los simpáticos y amables camareros que me sirven las cervecitas todas las semanas o al enorme profesional que es el peluquero que tiene que lidiar con mis remolinos cada tres meses.

No me miren así, tiene su lógica, ya que como dice mi mujer, a lo largo del año pasamos más tiempo en compañía de algunos de esos supuestos extraños que con la mayoría de nuestros familiares, y ya no hablemos de la confianza y el afecto que se llega a entablar.

En definitiva, que el Gobierno queriendo abrir un poco la mano para permitir ver a las personas más queridas acaba posibilitando un coladero interminable para que las reuniones de los ágapes navideños se conviertan en una auténtica romería.

Ah, y ya veremos qué pasa con el toque de queda, cómo se va a controlar. Propongo, en mi modestia, que el Gobierno lance un hechizo para que el coche de todo aquel que se pase de la hora se convierta en calabaza y los que acompañen al conductor se transmuten en ratones.

No vean el aspecto que van a presentar las carreteras españolas el día de Navidad y el de Año Nuevo, sobre todo las secundarias, que son las que se suelen utilizar cuando se quieren evitar los controles.

Todo esto sería muy divertido ni no fuera porque la pandemia de COVID constituye toda una tragedia.

Esto, desgraciadamente, se nos fue de las manos hace mucho tiempo. No solo a los gestores sanitarios nacionales o autonómicos, no solo a los políticos. Sinceramente, creo que si alguien puede parar esto somos los ciudadanos con nuestra responsabilidad y dando a nuestras autoridades un ejemplo que nunca pudieron llegar a imaginar.

Ni allegados, ni padres, ni tíos, ni abuelos; ni amigos, ni colegas; ni vecinos, ni amantes. Cada uno de nosotros es lo suficientemente inteligente como para saber quién o quiénes conforman su núcleo más cercano, quiénes son las personas de las que se puede rodear.

Aunque en eso de la inteligencia decía el escritor español Noel Clarasó: “El reparto más equitativo que existe es el de la inteligencia: todo el mundo cree tener suficiente”.

¿Usted qué opina? A mí, desde luego, me gustaría tener bastante más.

|| las claves una a una ||

1 Vaya lío. Otro lío más para el Gobierno. Pero porque ellos quieren. Lo de la inmigración ilegal y los traslados a la Península se les ha hecho bola. Primero niegan que existan cuando las pruebas están a disposición de todos los españoles, y en menos de 24 horas empiezan a reconocer que sí, que se traen migrantes desde Canarias.

2 Increíble. Lo que más me sorprendió fue una de las explicaciones de Interior, que dicen, es verdad, que tras 72 horas pueden viajar donde quieran con su pasaporte y su dinero. ¿Pero es que vienen con dinero como para viajar; es que no hay controles en los aeropuertos, es que los dejan moverse libremente de aquí para allá? No se lo creen ni ellos.

3 Regularización real. La verdad es que el rey emérito no deja de sorprender. Esta semana regularizo en Hacienda el gasto en tarjetas black pagando nada menos que 678.000 euros y evitando así el posible delito fiscal, por el momento. Don Juan Carlos también se está planteando venir a pasar las Navidades a España. ¿Se hará la prueba de PCR?

|| Lo mejor

ciencia para todos. Ni pandemia ni nada. Galiciencia sigue recorriendo camino y promocionado la ciencia entre los estudiantes gallegos. Qué más se le puede pedir a un certamen que ofrece conocimientos, aprendizaje, ilusión y diversión. La verdad es que Galiciencia es un paradigma de cómo se pueden enseñar ciertas materias de una forma divertida y crear auténticas vocaciones.

Lo peor ||

TRAGEDIA OKUPA. Hay que ponerle solución al fenómeno okupa. Sí, ya sé que no es nuevo, pero cada día va a más y lo peor es que parece que desde ciertas administraciones se promueve esta actividad ilegal. Esto viene a cuento de las tres víctimas y la veintena larga de heridos en el incendio de la nave de Badalona okupada por inmigrantes, una auténtica tragedia que se podía haber evitado

¿Existe una vista más relajante y bella que la de la Catedral desde la Alameda?
|| La foto de la semana ||

Menudas ganas que tengo de que vuelva el buen tiempo. Ustedes ya me entienden: que no llueva de la manera que lo hizo esta semana, para así continuar con mi hábito diario de caminar al menos una hora seguida al aire libre. Porque, la verdad, hacerlo en un espacio interior, por muy grande que sea, aburre y, además, marea. Con lo impresionante que es coger la Alameda compostelana arriba y abajo, mirar para aquí y luego para allá, prestar atención a esto y después a aquello, hablar con este y con aquel. No sé, eso es vivir, disfrutar. Para mí, no lo duden, es meditación pura y dura, disfruto de mi momento zen, de mi nirvana particular. Y si además te encuentras de pronto con una postal tan increíble como la de la Catedral compostelana vista desde la Alameda, el summum absoluto.

13 dic 2020 / 00:00
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