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¿Quién es el ayatola con el que se reunió el papa Francisco?

El sábado 6 de marzo de 2021, el Papa Francisco, con ocasión de su viaje a Iraq, se reunió con el Gran Ayatola Ali al-Sistani. Era una noticia extraña, especialmente por el hecho de que cuando escuchamos la palabra “ayatola”, un término utilizado para designar el nivel más elevado de los teólogos islámicos para los musulmanes chiitas, lo primero que se viene a la mente es Jomeini, su fatwa para asesinar a Salman Rushdie, y su legado de Velayat-e Faqih (gobierno por parte de un jurista islámico) en Irán. Pero no todos los ayatolas son iguales, ni tampoco todas las fatwas se emiten para arrebatarle la vida a alguien. Un ejemplo es el ayatola Sistani a quien el papa Francisco visitó durante su viaje a Iraq.

El ayatola Ali al-Sistani nació a comienzos de la década de 1930 en Mashaad, en Irán, y estudió en la hawza (una gran escuela religiosa) de Qom hasta 1952. Luego continuó sus estudios es Iraq, en la ciudad y la hawza de Najaf con el Gran Ayatola al-Khoei. En 1992, tras la muerte de su maestro, Sistani fue elegido para sucederle como cabeza de la hawza de Najaf, y como líder religioso para los chiitas en Iraq y otros lugares. Durante unas tres décadas, Sistani ha sido uno de los más respetados líderes religiosos entre los chiitas. En la mayoría de las comunidades chiitas se encuentran ejemplares de su libro sobre la ley islámica, no solo en Iraq, sino en comunidades chiitas de todo el mundo, incluyendo pequeñas comunidades de emigrantes chiitas en Europa.

El libro de Sistani sobre la ley islámica es más o menos similar a los escritos por otros cientos de ayatolas. Pero lo que lo hace a él diferente y más poderoso es su capacidad para distanciarse del poder político personal, el hecho de centrarse únicamente en los aspectos religiosos de los asuntos de la vida cotidiana, y su sensibilidad hacia la corrupción, llevando una vida sencilla y sin callarse cuando es necesario alzar la voz. La fatwa de Sistani contra el ISIS tuvo un papel fundamental a la hora de proteger la unidad de los sunitas y chiitas iraquíes y en la derrota del ISIS en Iraq.

A diferencia de otros mulás, que raramente son autocríticos, Sistani habitualmente lo es. Cuando se publicaron las caricaturas de Mahoma en el periódico danés Jyllands-Posten en 2005, que fueron reimpresas más tarde en otros periódicos, se produjeron fuertes reacciones en los países islámicos. Sin embargo, lo primero que hizo Sistani fue criticar las acciones de los extremistas musulmanes, afirmando que tenían una gran responsabilidad por proyectar una imagen distorsionada de la religión. También pidió a sus seguidores que no utilizasen la violencia en las protestas.

Aunque Sistani habitualmente no se muestra en público, estuvo presente y también actuó en algunos de los momentos más críticos de la historia de las tres últimas décadas en Iraq. En primer lugar, como teólogo chiita conservador, su sociedad ideal es una sociedad religiosa, y por lo tanto la mayoría de sus obras tienen que ver con aspectos como la oración diaria, los rituales del Hajj, la ablución, el viaje, el matrimonio, el ayuno, etc. Aunque piensa que la tarea de los teólogos y clérigos es deducir las formas correctas de practicar la religión a partir de los textos islámicos, sin embargo no considera que las sociedades y los países deban ser regidos necesariamente por los teólogos. Su escuela de pensamiento se opone al Velayat-e Faqih (gobierno de un faqih o jurista islámico en ausencia del mahdi), el sistema en uso en Irán, donde Jomeini tenía poder absoluto sobre la mayoría, si no todos, los asuntos.

En segundo lugar, cuando Saddam fue depuesto en 2003, se corrió un gran riesgo de guerra civil y de represalias por parte de la mayoría chiita en Iraq, porque bajo Saddam, que era sunita, los chiitas fueron duramente perseguidos, sus casas y mezquitas destruidas y ellos mismos masacrados. Como en el país sólo quedaron el odio y la división y el sectarismo religiosos, muchos, incluyendo los EE. UU., creyendo que se iban a producir represalias por parte de los chiitas. Afortunadamente no fue así, en parte porque Sistani, que estuvo en arresto domiciliario mientras Saddam fue presidente, actuó de forma clara y sabia tras la caída de Saddam. A comienzos del 2004, lo primero que hizo Sistani fue emitir fatwas ordenando a sus seguidores que no tomasen represalias contra los sunitas. Luego insistió en la necesidad de que tuviese lugar una elección nacional directa para constituir un gobierno de transición que estableciese una constitución para Iraq. Al actuar así, de forma indirecta legitimó una especie de democracia en Iraq.

Así que el Papa Francisco, un modesto abogado del diálogo interconfesional, se reunió con el ayatola adecuado. Podemos describir la reunión simbólica de dos sencillos líderes religiosos como “la reunión de la gente correcta para la causa correcta”, especialmente porque supone un poderoso mensaje para la paz y la coexistencia. Una reunión que en palabras del rabino Jonathan Sacks puede ayudar a los creyentes de distintas fes a “sentirse engrandecidos por la diferencia”.

23 mar 2021 / 01:00
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