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Serrat se despide mañana de Galicia tras emocionar y emocionarse en el Coliseum de A Coruña

Manuel García Solano. ADG. A Coruña. Anda Joan Manuel Serrat en plena gira de despedida, a la que pondrá colofón en el mes de diciembre en Barcelona. Su último espectáculo, “El vicio de cantar 1965-2022”, recaló el viernes en el Coliseum de A Coruña y el domingo lo hará en el auditorio de Castrelos, en Vigo, las dos únicas fechas programadas en Galicia para este adiós que es, en realidad, un hasta siempre. Una última visita para recordar una vida hecha canciones.

En sus actuaciones, como la de este viernes en A Coruña, tienen cabida incipientes composiciones de su juventud en catalán, como “Canço de bressol”, dedicada a su madre, y “Pare”, una tonada reivindicativa en la que ya hace casi medio siglo alertaba el cantautor catalán de la necesidad de hacer más habitable nuestro planeta cuando todavía no existía una conciencia ecológica. Y también están piezas de este siglo, como “Hoy por ti, mañana por mi”, “Los recuerdos” o “Es caprichoso el azar”, en la que comparte protagonismo vocal con la violinista Úrsula Amargós, integrante de una banda de siete músicos, liderada por Ricard Miralles, eterno pianista y arreglista de Serrat, que le acompaña y dio el lustre sonoro debido a un concierto inolvidable.

Porque nunca se extinguirán de la memoria clásicos como el “Romance de Curro el Palmo”, “Señora” y “Lucía”, con los que fue amenizando la velada antes de conmoverse con las “Nanas de la cebolla” que escribió Miguel Hernández desde prisión y que musicalizó Alberto Cortez. Emocionó y se emocionó con “Para la libertad”, uno de los muchos momentos mágicos de una noche impagable en la que poco importó que su voz, camino de los 79 años, no tenga el fulgor de antaño. Seguro que ha habido centenares de interpretaciones mejores de “Mediterráneo” en sus recitales, pero esta fue especial, porque era la última en A Coruña, ante un auditorio abarrotado y entregado que coreó “Cantares” después de disfrutar de “Aquellas pequeñas cosas”, como antes lo había hecho recordando que “Hoy puede ser un gran día”.

El aldabonazo final, con muchos ojos humedecidos y la sensibilidad a flor de piel, llegó con “De vez en cuando la vida” y “Fiesta”. Aunque aún quedaba “Penélope”, reclamada unánimemente desde los tendidos del Coliseum por un público enfervorizado y que dedicó sonoras ovaciones a un artista único e irrepetible.

Hubieran sido necesarias otras dos horas y cuarto más para que no quedaran aparcadas joyas de su repertorio como “La mujer que yo quiero”, “El titiritero”, “Cada loco con su tema”, “La saeta”, “Sinceramente tuyo”, “La tieta”, “El sur también existe”, “Esos locos bajitos” y tantas otras. Hubo, no obstante, incesantes palabras de amor, compromiso y libertad para entonar esa incesante ficción que es la vida. Los que no estuvieron y los que se quedaron con ganas de más pueden desquitarse este domingo en Castrelos.

09 jul 2022 / 15:48
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