Telmo Rodríguez y Pablo Eguzkiza descubren los secretos de pazo Valbuxán

Hay que amar mucho la tierra y tener pasión por el vino para que profesionales del prestigio de Telmo Rodríguez y Pablo Eguzkiza aterricen en la comarca de Valdeorras y decidan plantar allí sus ideas. Los dos tienen bodegas y viñas en La Rioja, en Ribera del Duero, en Málaga. Alicante o Madrid y tenían que aterrizar en Galicia. Lo hicieron para quedarse “como dos gallegos más”, confesaba Telmo a EL CORREO y por eso estos días organizaron unas jornadas. Atlántico. Miniifundio y diversidad, en las que pretendían aunar el mundo del vino con la cultura. Todo un éxito.

¿Y cómo aterrizó un número uno como Telmo Rodríguez en Galicia? Primero conviene recordar que se trata de un viticultor, aunque a él no le guste ese calificativo, con formación francesa que dirgió las bodegas Remelluri, uno de los grandes referentes de la Rioja alavesa. Fue en 1993 cuando realizó su primera vista a O Bolo y quedó prendado de la comarca.

Después ya volvió con su socio Pablo Eguzkiza y decidieron que el pazo de Valbuxan sería su vía de entrada en nuestra comunidad. Una vieja casa señorial reconvertida en bodega que supo conservar las esencias de los antiguos moradores.

Este viernes, bajo un sol de justicia por las tierras de O Bolo tocaba jornada de visita As Caborcas y A Falcoeira en Santa Cruz, y O´Diviso en As Ermidas, las tres parcelas que adquirieron para experimentar una forma de hacer vino en la que prima la calidad frente a la cantidad y sobresale el buen gusto. Son añadas pequeñas de poco más qde un millar de botellas cultivadas, tratadas y elaboradas con mucho mimo, con cariño extremo, con buen gusto.

Ayer una treintena de invitados tuvieron el privilegio de probar el blanco de Santa Cruz, hecho con unas uvas que crecen en las laderas del río Bibei, o los blancos y tintos de Gaba do Xil de la variedad Godello; o la Falcoeira A Capilla, un ejemplo de agricultura ecológica y que decir de O Diviso, un tinto del que sus autores dicen que “es probablemente la expresión más auténtica de Valdeorras en las laderas del Bibei. Son vinos cuidados, distintos... realmente extraordinarios.