Theodor Kallifatides: todo salió bien
el indudable esplendor de la milenaria literatura griega, concretado en su condición de clásica junto a la latina, pone más en evidencia su postración en los tiempos actuales, hace ya no pocas décadas. A muchos, entre los que me incluyo, nos sería imposible citar a más de media docena de escritores actuales. El más reciente, popular en España por su éxito en el terreno policíaco, es Petros Márkaris, el creador de la serie del comisario ateniense Kostas Jaritos, que iniciaba su ciclo de aventuras en 1995 con Noticia de la noche y en ello prosigue. Su antecesor más celebrado fue Nikos Kazanzakis, que cosechó notable popularidad con Zorba el griego (1946), llevada al cine también con fortuna a través del actor Anthony Quinn. Sin embargo, ni uno ni otro han alcanzado la universalidad de la que sigue disfrutando el gran poeta Konstantino Kavafis, voz influyente en algunos poetas españoles de la segunda mitad del siglo XX.
Hace bien poco, en 2020 sorprendía por aquí la excelente acogida crítica del heleno Theodor Kallifatides (n. en Molaoi, 1938) con su novela Otra vida por vivir (Galaxia Gutenberg), 2019) traducida del sueco por Selma Ancira. Circunstancias tan graves como diversas condujeron al escritor, en 1964, al exilio en Suecia y lo convirtieron en un escritor sueco de origen griego, cuya obra es también griega por las claves de su mundo de ficción, por su ubicación histórico-geográfica y por el peso autobiográfico de sucesos y personajes de sus historias. Suecia le abrió sus puertas, posibilitó que se hiciera escritor y que en más de uno de sus títulos recrease recuerdos y vivencias, sucesos y anécdotas y obtuviese un lugar importante, relevante, en la vida literaria y universitaria. Todo lo cual es materia narrativa de su reciente Lo pasado no es un sueño (Galaxia Gutenberg, 2021), también traducida por la citada Selma Ancira.
Esta novela se sitúa en la línea de desficcionalización hoy predominante en la novela actual, lo que nos conduce al apartado autobiográfico y a la confluencia en la novela de aprendizaje. Novela en la que la historia está regida por una narrador–protagonista cuya identidad onomástica aparece explícita y se identifica con el propio escritor. Es así este el centro y eje de una trama narrativa lineal, rectilínea, pautada temporalmente por el original biográfico, en este caso muy completo, escindido en una doble escenografía griega–sueca (por este orden), aunque hay otras dualidades opositivas a lo largo de la historia como las violentas y durísimas circunstancias del país en guerra o posguerra, en dictadura política y salidas al exilio (Grecia), frente a la modernidad acomodada y progresista (Suecia): ambas geografías son, en no pocos aspectos, polos radicalmente contrarios y el “todo salió bien” del final, ilustra lo positivo de la marcha al exilio, pese al acarreo de pérdidas (idioma, familia, ideales, sueños, etc) lejanos, cuando no perdidos.
Todo es aquí –lenguaje, técnica, estructura– sencillo. Todo va retroalimentándose a partir de una temporalidad en constante fluir, aunque discontinuamente. El novelista, mediante elementos como el narrador, su fracasada peripecia, su ámbito familiar, construye un retrato de la vida griega, trágica y desmembrada, atrasada y empobrecida entre guerras externas e internas y otros graves conflictos. La vida misma recorre, densa de humanidad, áspera e injusta, oscura y problemática, estas páginas que pulsan la emoción y el sentimiento, que por momentos se acercan y asemejan a la realidad española de la época... y en las que hay perdón y comprensión, sacrificio y olvido. Novela conmovedora, pues, interesante para cualquier lector y equilibrada en el tratamiento de hechos y situaciones ya dramáticos ya dotados de cierta pátina de dolorosa nostalgia y triste cotidianeidad. Muy buena y memorable novela. Sin duda.