‘Tovar. Surrealismo vivo’, en el escenario audiovisual

El pasado 28 de marzo se cumplieron ochenta años del nacimiento del artista dominicano Iván Tovar (1942-2020) y en Santo Domingo se están produciendo desde esa fecha conmemoraciones en su honor. Es Tovar uno de los grandes representantes del surrealismo internacional y desde la fundación que lleva su nombre y preside su hija Daniela Tovar Castillo, con el apoyo de instituciones públicas, empresas privadas, del coleccionista y filántropo Héctor José Rizek, se han planeado dos exposiciones concluyentes: Bocetos de la familia, comisariada por Yuri Ruiz, en el Museo de las Casas Reales; una recopilación de dibujos preparatorios para pinturas y esculturas, hasta ahora desconocidos; y la exposición inmersiva Tovar. Surrealismo vivo, que se ubica en los espacios de un nuevo contenedor, en forma de carpa, en la Plaza España (Ciudad Colonial), que estará abierta al público desde los meses de abril a junio.

Sus contenidos de carácter audiovisual, de última generación, sumergen al visitante en la obra de Tovar, partiendo de unas proyecciones establecidas en virtud de un guion en el que transcurren los episodios más relevantes de su biografía; historiadores de arte, fotógrafos, diseñadores gráficos, llevaron adelante el cometido, enfatizando mensaje y visualidad, buscando la veracidad y afinidad con el mundo de Tovar, sobre la base de más de 300 imágenes, entre obras, documentos y fotografías.

En los años sesenta Tovar y su pintura sorprenden en París. Enseguida, el artista se integra con soltura en los ambientes del surrealismo que se prolongaba entonces en nuevas generaciones, en figuras de la poesía, la pintura, la fotografía. El destino le hizo coincidir en los primeros tiempos con Agustín Cárdenas, Henrí Cartier Bresson, Antonio Saura, José Pierre, Gio Dupín, y en ese entorno tomará conciencia definitiva de su pertenencia al histórico movimiento.

En esa senda, pintura y poesía caminarían paralelas, concurrentes en exposiciones como la realizada en 1974 en la galeria Albert Loeb y quedando definitivamente expresada esa condición en el Alphabet Tovar, un nuevo universo de formas que nacen del abecedario, creado en 1971, publicado a modo de libro y prologado por José Pierre. En las pinturas, su lenguaje se desarrolla, limpio y esquemático, definido en las líneas; los fondos planos, negros, con ligeros puntos de luz, albergan seres antropomorfos, objetos de índole escultórica, figuras agudas y punzantes; la ventana, una, la mujer, la naturaleza.

En el itinerario de lugares escogidos por Tovar para vivir y crear, Compostela supone el ultimo eslabón en donde el artista pasó los últimos años de su vida. En el verano de 2014 la Fundación Granell acogía la exposición Tovar. Antológica, formada por una selección de obras procedentes, en mayor parte, de colecciones dominicanas.

Tovar y Granell se habían conocido en Nueva York; la afinidad y la amistad les llevaría a contar entre sus planes con una exposición conjunta que no llegaron a concluir y, por esa razón, Tovar valoró la Fundación Granell como punto simbólico para presentar su obra, acompañada de ambas presencias.

En los meses centrales de ese año, los espacios de EL CORREO GALLEGO le daban la bienvenida mediante una original presentación basada en siete retratos fotográficos realizados por Luis Gabú; la experiencia hizo que el artista prolongase su estancia.

Más tarde, regresaría a Compostela con la intención de pasar una larga temporada dedicada a la creación de nueva obra, al emprendimiento de proyectos en determinadas ciudades. Een ese tiempo, pensó en la creación de una serigrafía basada en el Alphabet Tovar, finalizada en el 2017. En ese mismo año, expuso en la galería Luisa Pita una colección de dibujos recientes, que englobó dentro del titulo Geometrías de lo insondable. En sus deseos incluyó un nuevo viaje a París, del que regresó nostálgico, pues sus amigos de antaño ya no estaban y la ciudad había cambiado.

A principios del 2019 asistió a la exposición que sobre su obra se mostró en la galería David Bardía, en Madrid, auspiciada por la Embajada de la República Dominicana y el Banco de Reservas. Seguía imaginando nuevos retos, y le serenaba la ciudad pétrea, y especialmente la lluvia, conocedora de todo , “aún mejor que los poetas”.