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Procesionó O Parrandeiro por las rúas de la villa; y en el monte se dieron cita los Castaño, los San Martín y la peña de Pepa a Loba, entre otros TEXTO Arturo Reboyras

Pandillas fieles a la romería más padronesa: ¡viva el Santiaguiño!

Se trata, sin duda, de una de las fiestas más padronesas, del pueblo. Este año fue atípica por las limitaciones impuestas por el covid-19, pero aún así hubo pandillas que quisieron cumplir con la tradición de venerar al santo. El Santiaguiño do Monte se caracteriza por su buen ambiente familiar, la música tradicional o costumbres eternas como los bailes que echa O Parrandeiro (nombre popular del santo) camino de su pequeña ermita o colarse entre las peñas donde se cree que predicó el Apóstol.

Aunque en esta ocasión no pudo celebrarse el gran derbi asnal, la carrera de burros que cada año desde hace un siglo congrega en la capital de Sar cada tarde del 24 de julio a miles de personas llegadas de toda la comarca e incluso de otras partes de Galicia y de España, ni tampoco el festival Asnot, sonó la gaita y se lanzaron las bombas que anunciaban a todos los padroneses el día grande de Galicia y también de la villa y cuna del hecho jacobeo.

El programa se redujo en esta edición a la histórica procesión del Apóstol peregrino por las rúas del pueblo, acompañado por varios grupos de gaitas, que culminó en la iglesia parroquial en lugar de en el monte; y a la celebración de la misa. El Concello tampoco organizó romería oficial junto a las peñas para evitar riesgos, si bien hubo algunas pandillas de familias y amigos (ninguna excedía las 25 personas) que no quisieron faltar a su cita con el santo patrón ni con una tradición que se hereda de generación en generación. “Si podemos comer en un restaurante, por qué no lo vamos a poder hacer en un área recreativa al aire libre”, se preguntaba uno de los romeros.

Lo cierto es que en el monte no se formó ningún tipo de aglomeración y todos los grupos respetaron escrupulosamente los espacios. El ambiente festivo lo crearon las bandas de gaiteiros que bajo los pinos y en un espacio más vacío pero también más padronés que nunca hicieron sonar el himno de Galicia.

Una amplia representación de la familia Castaño, firme ante el mandato de su matriarca, la tan recordada Rosa Solar, acudió a la cita con el santo Apóstol en el monte Santiaguiño. Con un menú típico gallego en el que no faltó el pulpo de Lito Mambís, el grupo dejó caer el sol a los pies de la ermita donde habitualmente se celebra la novena. Encabezados por el reconocido periodista deportivo Pepe Domingo Castaño, en la delegación se encontraban sus hermanos Susé, Gonzalo, Matías, Guapecha, Gabriel y Teresa, además de numerosos amigos, como Javier Maroño, Xan Calvo o José Manuel Rial y Lydia Angueira. Xoldra puso la música.

En la ladera de la montaña, un poco más arriba, nos topamos con los embajadores de otra familia muy conocida en la capital del Sar: los San Martín. Los jóvenes fueron protagonistas en esta mesa, con ánimo de no perder una práctica que han vivido desde niños con sus padres y abuelos. Isidoro San Martín se encargó de darle el toque musical a la cita, después de ganar mucha experiencia con la gaita durante el confinamiento; mientras que de la pandereta y el canto se encargaron con total maestría su mujer, María Pérez; y Elisa Castro San Martín.

Por otro lado, Pepa a Loba, léase Alexandra Regateiro, no pudo viajar desde la city londinense para encontrarse con su peña, siempre leal a la romería del Santiaguiño do Monte. Este año tampoco fallaron a la cita. Fran Pérez Topino tuvo que asumir la tesorería de la quedada debido a la ausencia por motivos laborales de Pablo Miguéns, mientras que Arturo Reboyras Jr. se encargó de la intendencia, puesto que Pablo Blanco no pudo ejecutar el rebozado de los clásicos bistés romeros por causa de fuerza mayor. Pero la fiesta salió bien. De hecho todos los asistentes: Blanca Castells, Aida Lorenzo, Manuel Sánchez, Aarón Calvo, Carla López, Lía Vázquez, Manolo Cajaraville e Irene Rey confesaron haberlo pasado en grande en un Santiaguiño que calificaron de diferente aunque igualmente entrañable.

Las fiestas patronales en la villa de Padrón terminaron este domingo, día de mercado, con un magnífico concierto de la Banda de Música Municipal, que dirige Braulio Cao, en el Campo de O Souto, el lugar elegido este verano para las actividades al aire libre, puesto que permite garantizar el distanciamiento. Ahora la mirada de todos ya está puesta en la edición de 2021, Año Santo.

28 jul 2020 / 00:00
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