Un día de sesiones fotográficas con Bruno Rodríguez y la actriz Yelena Molina con la capital gallega como escenario
Santiago. Ana Iglesias
Hace tres años que las trayectorias profesionales del fotógrafo Bruno Rodríguez y la actriz y bailarina Yelena Molina se cruzaron, tras haber sido presentados por una amiga común. “Le hice una serie de retratos y conectamos enseguida”, recuerda Bruno, con estudio fotográfico en Cangas y especializado en reportajes con mascotas, que ha firmado desde entonces muchas de las fotos de Yelena, una artista cubana afincada en Compostela y conocida por sus interpretaciones en series de televisión como El sabor de las margaritas.
Las últimas, esta misma semana en la capital gallega, donde fotógrafo y modelo realizaron varias sesiones para el nuevo proyecto de artesanía en el que está trabajando Yelena. “Hace muchos años que hago complementos para mí y mis amigas de forma totalmente artesanal. Pulseras, collares, gargantillas, bolsos... y cuando conocí a Bruno hablamos de hacer también fotos de las piezas, porque me apetece trabajar con ellas, y de ahí que en esta última serie estén muy presentes, de cara a un proyecto al que le estoy dando vueltas”.
Tras varios aplazamientos por la crisis sanitaria, las respectivas agendas, y hasta por el mal tiempo, Bruno y Yelena realizaron la última sesión esta misma semana en Compostela, utilizando el interior para los bodegones con las joyas, y los paisajes naturales de la ribera del río Sar y la Cidade da Cultura para los retratos de la actriz, quien además acaba de realizar un videoclip con Pablo Ces y Víctor Vigo.
A la hora de abordar un trabajo como este, Bruno explica que “hablamos mucho sobre lo que ambos queríamos conseguir. Ella me fue enseñando las piezas, y yo le fui mandando bocetos con las fotos que tenía pensado hacer, cómo las tenía en la cabeza, los sitios, las colocaciones, posturas, lo que necesitábamos de producción... así que una vez estructurado todo, le envié el timing con las secuencias de y listo”.
“Ha sido todo muy rápido” cuenta”, dice Yelena, “porque él ya tenía todo en la cabeza, y lo hicimos lo más parecido”.
“Lo que más tiempo lleva es conseguir la luz que quieres, y luego editar”, señala Bruno, que contó también para este trabajo con la colaboración de la actriz Paula Sanmartín. Ahora solo falta ver el resultado de una intensa jornada de fotografías y risas.