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¡Vuelve el camisón!

Avanza la semana y con ella, para mí, la urgencia de presentar la “tendencia” del correspondiente viernes. No crean ustedes que esto es baladí, que no lo es. Como tengas el ingenio vago, no hay manera de sacar algo de provecho. Ahí vamos, pues. Cierta buena amiga me hizo hace días un comentario sobre la perplejidad en la que se vio un profesor de una lejana universidad, colega suyo, cuando, en un examen matutino de esos que ahora se hacen por videoconferencia en la citada institución, le apareció en pantalla una alumna en camisón, atuendo que le debió parecer familiar y oportuno para la ocasión, y solidario al mismo tiempo para evitar lo tenso de la situación.

Daban las nueve de la mañana y todo hacía prever una sesión rutinaria con el examinador en el aula y la examinanda en su habitación o alcoba casera (tal vez en una modesta pensión). Pero es cierto que donde menos se espera salta la liebre y al profesor le saltó cuando la imagen de la damisela surgió inocente y candorosa, dispuesta acaso con tal apariencia a dar una cierta calidez e incluso empatía docente, rebajando así el rigor y frialdad académicos del examen.

Si les digo la verdad, temo decepcionarles por la carencia de datos que tengo sobre lo sucedido. Pues, cabe preguntarse, ¿de qué color era la prenda?, ¿de qué talla? Y, en el terreno mismo de lo desconocido, ¿cuál fue el saludo entre ellos?, ¿se le mudó el semblante al profesor?, ¿quedó este conmovido ante la lisonjera visión? Más todavía, ¿salvó ella el trance con solvencia?, ¿daba bien su rostro ante la cámara?, ¿llegó solo al aprobado raspado o alcanzó el laureado sobresaliente? Las interrogantes, como ven, son muchas y bien podrían prolongarse.

¿Exagero, tal vez, al hablar aquí del rescate o recuperación de la antaño casera y honesta prenda, a la que no faltaron, sin embargo, modelos picantones y hasta descocados que desafiaban la pacata moralina: de los tiempos de hace algunas décadas e incluso de aquellos en que los curas galdosianos tenían mando y predicamento en la alta burguesía y aristocracia madrileñas? No lo sé. En todo caso debo felicitar a la institución universitaria por admitir y aun promover la vuelta a una prenda de cama (y aun de desayuno mañanero en cocina) de indudable solera, proyectándola incluso a través de medios telemáticos de tecnología punta. Es cierto: hay que dejar fluir las ideas, su libre circulación. En esto vamos bien, mejorando, sin miedo a que, como temía Baroja, se nos obture “el conducto por donde fluyen las ideas”. El camisón, que ventila y airea, es prenda de asiento libre y democrático. Como debe ser. Tengan buen fin de semana.

02 abr 2021 / 01:00
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