Santiago
+15° C
Actualizado
sábado, 10 febrero 2024
18:07
h

Yo no soy Mario Bros

    He leído estos días en la prensa que los expertos en virtualidad dicen que en breve podremos tener otro yo y vivir en un mundo paralelo. Me parece sorprendente que tengan tan claro qué es eso del “yo”, para asegurar que tendremos otro. Tengo la sensación de que a mí ya me llega con uno, sea lo que sea eso del yo, para tener que aguantar a otro. También dicen, y me parece un tanto contradictorio con lo anterior, que lo real y lo virtual no son mundos diferentes, que no tiene sentido diferenciarlos.

    No es un secreto que los profesionales que nos dedicamos a lo que ahora llaman salud mental, atendemos a bastantes niños (y no tan niños) que tienen grandes dificultades para separarse de sus dispositivos tecnológicos, sean tablets, móviles o derivados. En esa indiferenciación intencionada de la que hacen alarde sus creadores entre lo que es real y virtual, entre lo que es mi cuerpo y las extensiones tecnológicas de mi cuerpo, se encuadran las reacciones tan violentas y agresivas de muchos de estos niños, ya que literalmente sienten que se les está “mutilando, arrancando o cortando” una parte de ellos al retirarle su dispositivo. Al fin y al cabo desde muy pequeños esa diferencia entre realidades es muy confusa. Esta particularidad se une a la conocida descarga dopaminérgica de la que cuesta tanto desengancharse.

    El metaverso, por si fuera poco, redobla la apuesta. Recuerdo los primeros videojuegos a los que jugaba cuando aparecieron las consolas. También las máquinas recreativas a las que iba con mi hermano y en las que gastábamos nuestras sendas monedas de veinticinco pesetas jugando al Street Fighter o al Tetris hasta que aparecía el temido “Game Over” (se acabó el juego). Afortunadamente siempre tuve claro que yo no era Ryu, ni Mario Bros y que mi hermano tampoco era Luigi.

    El metaverso se publicita como una manera de conseguir un nuevo “yo” que no tenga límites, aumentando las experiencias de una persona sin necesidad de poner el cuerpo. Un avatar, ese “otro yo” nos sustituye en la escena digital. Quizás no deberíamos perder de vista que detrás de todo esto hay un modelo de negocio salvaje que busca consumidores adictos.

    El modelo, por cierto, es tan flexible y atractivo que ya hay trabajos como decorador de interiores o entrenador de avatares, que están previstos en el Plan de Innovación y Empleo del Gobierno de España para el 2050. Luego diremos que nos preocupa mucho la salud mental. Y yo añado: siempre que haya negocio o un buen nicho de votos. ¿A quién podría interesarle lo absurdo de trabajar en la prevención?

    05 oct 2022 / 21:46
    • Ver comentarios
    Noticia marcada para leer más tarde en Tu Correo Gallego
    TEMAS
    Tema marcado como favorito
    Selecciona los que más te interesen y verás todas las noticias relacionadas con ellos en Mi Correo Gallego.