La fragilidad en los pacientes ancianos no viene definida por unos parámetros concretos, es un concepto que engloba a pacientes de edad avanzada con comorbilidades múltiples –que presentan diferentes patologías- y con un contexto personal complicado. Hay personas de 65 años con patología asociada grave, que no se nutren bien o no cuentan con soporte familiar, y ya pueden ser consideradas frágiles. Por el contrario, pacientes de 80 años con patología asociada leve, deportistas o activos físicamente, y bien nutridos, que no consideramos frágiles.

Las fracturas que afectan a las personas consideradas paciente frágil que se dan con más frecuencia son, y por este orden: las fracturas vertebrales, la fractura de cadera, la fractura de radio distal o muñeca y la fractura de húmero proximal. De todas ellas, las que se asocian a una mayor fragilidad son la fractura de cadera y las fracturas vertebrales.

Y, sin duda, tal y como afirma la jefa del servicio de traumatología Lenox de Clínica Corachan, Gemma Pidemunt, de entre todas las fracturas, la de cadera es la más preocupante, puesto que “se trata de un hueso grande que, al romperse, sangra considerablemente, y esto ya puede desequilibrar al paciente que se encuentre en un equilibrio inestable por todas las enfermedades que padece”.

De hecho, añade la especialista, “la fractura de cadera, si no se trata correctamente, va a impedir que la persona vuelva a caminar, con todo lo que eso conlleva. Iincluso tratándose correctamente, si el paciente ya se encontraba en un estado físico muy limitado antes de la fractura, puede hacer que el paciente no vuelva a caminar”, precisa Pidemunt.

En realidad, la fractura de cadera es la que más morbilidad causa, y cuyo porcentaje de mortalidad no es en absoluto despreciable, aunque no sea en el momento de la fractura. El 20% de los pacientes ancianos con fractura de cadera mueren al año de la misma.

Fracturas sin caída

Conviene saber que hay fracturas que pueden darse sin necesidad de una caída. Las más clásicas son la vertebral y la de cadera. Muchos pacientes cuentan que estaban de pie y se desplomaron, o bien que empezaron a sentir dolor lumbar después de un estornudo o de un ataque de tos, o simplemente de forma espontánea.

Sobre cómo proceder si nos encontramos junto a una persona mayor que presente una posible fractura, ya sea porque se ha caído o sin caída como causa, la Dra. Pidemunt indica: “explorar a la persona y constatar que mueve las cuatro extremidades sin dolor. Si siente dolor en un brazo, inmovilizarlo en cabestrillo hasta que pueda ser visitada por un médico. Si tiene dolor en la pierna, apreciamos deformidad y sobre todo, en caso de no poder ponerse de pie, es posible que tenga una fractura de cadera, en cuyo caso, deberemos acomodarla de la forma en que tenga menos dolor y llamar a los servicios médicos”.

Una vez en el centro médico, no existen diferencias sustanciales respecto al tratamiento de un anciano frágil respecto a una persona joven, pero sí que está demostrado que el tratamiento precoz de la fractura de cadera minimiza la morbi-mortalidad. Tener a un paciente anciano encamado varios días esperando la cirugía de la fractura de cadera aumenta mucho el riesgo de tener complicaciones asociadas.

 El problema, sin embargo, es que no siempre se puede realizar dicho tratamiento precoz en personas mayores consideradas frágiles, pues a veces la fractura descompensa el estado general del paciente y debemos mejorarlo antes de la intervención, para minimizar riesgos.

Otro caso frecuente es el de los pacientes que toman anticoagulantes, que hay que retirar siempre unos días antes de la cirugía para evitar un sangrado masivo, una premisa que retrasa forzosamente la cirugía.

En cuanto al proceso que se sigue en una fractura en un paciente con fragilidad, depende de la fractura, pero en general el tratamiento debe permitir la movilización precoz del paciente con el mínimo dolor. En el caso de la cadera, detalla la Dra. Gemma Pidemunt, “todas las fracturas son quirúrgicas, ya que debemos colocar un implante que nos permita levantar al paciente a las 24-48h de la cirugía. El implante mantendrá la estabilidad ósea mientras la fractura consolida para que el paciente se pueda mover”.

En cuanto al dolor, la Dra. Pidemunt afirma que no tiene porqué ser mayor debido a la fragilidad que presenta el paciente. Y el resultado funcional dependerá de muchos parámetros.

Según explica, “influyen de forma clara el estado funcional previo, es decir, pacientes que eran poco autónomos antes de la fractura no tendrán buenos resultados. Como hemos dicho, el hacer un tratamiento precoz mejora el resultado, y sabemos además que el estado de ánimo del paciente también influye en su recuperación. Existen varias publicaciones que han valorado estos parámetros y que nos permiten tratar cada vez de un modo más eficaz a estos pacientes”.

Cómo prevenir las fracturas

En general, el mantener la masa muscular, hacer ejercicio con regularidad, trabajar la propiocepción o lo que es lo mismo, la percepción del propio cuerpo con ejercicios para mejorar el equilibrio y la coordinación, va a minimizar el riesgo de caídas. Si el paciente presenta una marcha inestable por su patología de base, es importante que se ayude de un bastón, una muleta o un caminador.

Debe evitar sentarse en sitios bajos y, sobre todo, ayudará mucho acondicionar el entorno por el que se mueve el paciente para evitar tropiezos. Igualmente es importante que los pacientes mayores lleven un zapato recogido con suela antideslizante, y deben evitar la ropa muy larga y holgada que les pueda impedir ver con claridad y seguridad el suelo.

También sencillos hábitos cotidianos pueden ayudar a prevenir las fracturas. Gemma Pidemunt recuerda que las estadísticas indican que “hasta el 75% de las caídas en el anciano se producen en el hogar, y varios estudios han demostrado que la intervención sobre los riesgos en el hogar ayuda a prevenir las caídas, y por tanto las fracturas”.

Luz y suelo sin obstáculos

Otra de las recomendaciones para evitar caídas es que los espacios por los que se camina, en casa o fuera, deben estar correctamente iluminados. “Hay que retirar alfombras, cables o cualquier cosa que pueda causar un tropiezo. En la calle, o para salir a comprar, es mejor ayudarse de un soporte externo como un bastón o el carrito de la compra”, sugiere la especialista en cirugía ortopédica y traumatología de Clínica Corachan.

En definitiva, es imprescindible quitar cualquier cosa del suelo que pueda causar tropiezos, y se recomienda sustituir la bañera por una ducha. Colocar pegatinas antideslizantes en escaleras y baños también aportará seguridad, así como instalar barandillas de sujeción en zonas de difícil acceso.

Edad y pérdida de densidad ósea

Detrás de fracturas, caídas y fragilidad ósea en población de edad avanzada, hay un motivo. La principal causa de la disminución de la fuerza o solidez de los huesos con la edad es la osteoporosis, la reducción de densidad mineral en el hueso, la pérdida de su dureza y resistencia. “La densidad mineral ósea es máxima a los 30 años. El hueso es tejido vivo que se descompone y reemplaza constantemente y la osteoporosis aparece cuando la generación de hueso nuevo es más lenta que la pérdida de hueso viejo, y eso es más evidente con el paso de los años”, puntualiza la Dra. Pidemunt.

La probabilidad de desarrollar osteoporosis depende en parte de cuánta masa ósea se obtuvo durante la juventud. “La masa ósea máxima es en parte hereditaria y también varía según el grupo étnico. Cuanto mayor sea la densidad ósea máxima que se adquiera, más tejido óseo se tendrá "en la reserva", y menor será la probabilidad de padecer osteoporosis cuando se envejezca”, explica la especialista.

Y ante una fractura en alguien con tal desgaste óseo, señala la traumatóloga de Clínica Corachan, “el hueso osteoporótico consolida con mayor dificultad, y esto lógicamente puede complicar el tratamiento de la fractura, aunque la falta de consolidación no suele ser una complicación frecuente. Si pasados los seis meses la fractura no consolida y el paciente presenta dolor, puede ser necesario un nuevo tratamiento quirúrgico, que será más complejo ya que en ocasiones conlleva un cambio de implante o prótesis, más el aporte de injerto óseo en el foco de fractura”.

Calcio y vitamina D

“Se puede hacer prevención de las fracturas óseas si mantenemos una correcta ingesta de calcio y vitamina D, necesarias para la continua formación del tejido óseo. El ejercicio físico también estimula la formación ósea, así como una dieta equilibrada, con proteína suficiente, también son indispensables”, declara la Dra. Pidemunt.

A nivel de consejos generales, es fundamental permanecer activos físicamente durante toda la vida, mantener el peso adecuado y asegurar una correcta ingesta de calcio y vitamina D. Según explica la especialista en traumatología de Clínica Corachan, “los hombres y mujeres que tienen entre 18 y 50 años necesitan 0,03 onzas (1000 miligramos) de calcio al día. Esta cantidad diaria aumenta a 1200 miligramos cuando las mujeres cumplen los 50 años y los hombres, los 70. En las mujeres el trastorno hormonal que causa la menopausia altera la absorción de calcio y la formación ósea, por ello la profilaxis se debe iniciar antes”.

La vitamina D favorece la capacidad del cuerpo para absorber el calcio y mejora de otras maneras la salud de los huesos. Las personas pueden obtener parte de su vitamina D gracias a la luz solar, pero esto podría no ser una buena fuente si se vive en latitudes altas, si se está confinado en casa, si se usa regularmente protector solar, o se evita el sol por el riesgo de padecer cáncer de piel.

Para obtener suficiente vitamina D que permita mantener la salud ósea, Gemma Pidemunt recomienda “que los adultos de 51 a 70 años obtengan 600 unidades internacionales (UI) y 800 UI por día después de los 70 años a través de alimentos como la leche y sus derivados, pescado azul, legumbres y frutos secos. Pero en muchos casos para conseguir niveles óptimos es necesario tomar suplementos.

Investigación

Existe un continuo estudio de la acción de distintos fármacos que, en general, lo que intentan es frenar la reabsorción ósea o estimular la producción de hueso. Los resultados de estos estudios nos van indicando qué fármaco es más eficaz según el contexto de cada paciente.

En el ámbito de la traumatología, también se trabaja continuamente en el diseño de implantes o prótesis que se puedan colocar con cirugías menos invasivas y que se fijen mejor al hueso osteoporótico. De todos modos, y en opinión de la Dra. Pidemunt, “es fundamental seguir haciendo hincapié en la prevención y continuar detectando a los pacientes de riesgo, o con osteoporosis ya establecida, para iniciar el tratamiento lo antes posible y evitar la futura fractura”, concluye la especialista de Clínica Corachan.