Personal de funerarias clama por mejoras y un horario justo tras plantarle cara a la covid

Afrontan guardias interminables por mil euros al mes // Vivieron sepelios dantescos sin familiares // Si tienen pluses, son irrisorios
Efectos de la pandemia
O.D. Vilar
Una pareja ante las tumbas de un cementerio rural de Área de Compostela. Foto: Lavandeira JR

Si se han preguntado alguna vez cuánto cobran los trabajadores de cualquier pequeña funeraria del rural compostelano, seguramente no les parezca un disparate los 1.100 € que reciben de media por 40 horas semanales. “El problema es que debemos dedicarle muchísimo más tiempo, porque te obligan a estar de retén o con disponibilidad de 24 horas en las que ni te puedes mover de casa”, apunta uno de ellos. Fueron punta de lanza durante la covid, trabajando sin apenas equipos de protección, y han vivido lo indecible, “con familiares llorando fuera del cementerio... porque sólo entrábamos nosotros”.

Este es el testimonio recabado entre varios trabajadores de distintas comarcas, y el problema se acrecienta en algunas funerarias familiares, las típicas con cuatro o cinco empleados en las que ni se menciona el convenio colectivo, firman finiquitos con cantidades que se pueden contar con los dedos de una mano y se afrontan guardias de veinticuatro horas, “con la posibilidad de que te llamen fuera de tu turno o en fin de semana si hacen falta refuerzos, pero sin pagar por ello”.

“El problema es que no tenemos pluses, y a pesar de que nuestra jornada se debería reducir a los cinco días laborables, se saltan los fines de semana cuando les viene en gana”, indica un trabajador de mediana edad, con varios años de experiencia a sus espaldas. Esta circunstancia la corrobora otro compañero, destacando que “se logró negociar un plus de peligrosidad por la covid, pero resultó irrisoria, y ni alcanza los diez euros”, lamenta.

El sector es además “muy individualista y competitivo”, remarcan, y están a expensas de la buena voluntad del patrón de turno que les toque al frente, ya que “no hay unidad a la hora de reclamar, porque la gente está cohibida, y teme perder su puesto”.

SINDICATOS. También se quejan de que “se incumple la categoría profesional, y ni tenemos representantes sindicales, por lo menos en nuestro caso”, aportaba otro trabajador. “Estamos calificados como sanitarios, y nos comimos la etapa más brutal de la pandemia en la que ni la familia podía despedirse del difunto con un mínimo de humanidad, porque no les dejaban... y ningún medio se hizo eco de las condiciones y el estrés que sufrimos durante los primeros meses”, se quejan.

“Yo he asistido a sepelios que duraban minutos con la familia intentando subirse a los muros para darle el último adiós a los suyos”, lamentan con los ojos empantanados. “Y en muchos casos introducíamos directamente el ataúd en el nicho, sin que hubiera presencia de sacerdotes; la verdad es que en ocasiones te sentían como si fueras tu el religioso obligado a darle ánimos a unos allegados que no entendían como se les podía dejar al margen”.