España supo ver que en equipo podía superar a cualquier figura

Ganó el oro del Eurobasket pese a que no tenía a ningún jugador entre las quince estrellas del torneo // Scariolo construyó un quinteto compacto, rocoso y solidario
Ricardo Molinelli
Lorenzo Brown y los hermanos Hernangómez ocupan lugares destacados en el torneo. Foto: F.E.B.

La selección española ganó la final del Eurobasket y se colgó su cuarta medalla de oro continental absoluta de un campeonato que encumbró a los equipos por encima de las individualidades y en el que España lo bordó.

En las últimas décadas la presencia de jugadores NBA en las distintas selecciones europeas ha sido algo habitual, coincidiendo con el aumento de jugadores de talento en el Viejo Continente que cursaban su carrera deportiva en la competición estadounidense.

En este Eurobasket se dio un paso más y un trío de superestrellas NBA, que estarían en cualquier lista consensuada entre los diez mejores, apareció para dar luz propia a sus selecciones y al campeonato de Europa.

La presencia de Giannis Antetokounmpo en Grecia dos veces MVP de la NBA, campeón en 2021 y MVP de las finales, de Nikola Jokic en Serbia, MVP de las dos últimas temporadas en la competición estadounidense, y de Luka Doncic en Eslovenia, incluido en el mejor quinteto de la última temporada, cegaron todos los pronósticos.

Sergio Scariolo, el forjador de los cuatro oros europeos que atesora España, declaró en la víspera del torneo que había visto que “entre las 15 estrellas del Eurobasket no hay ninguna de España” y siguió con otras palabras premonitorias: “Espero que alguno esté en esa lista cuando termine el campeonato”.

Ante todo esto la selección hizo de las carencias virtud y se refugió en La Familia. Se dedicó a trabajar, a jugar con los que eran y a hacer un equipo compacto, rocoso, altruista con el compañero y a mejorar con cada partido.

Las dificultades, las ausencias por lesión o por decisión, muchas y muy importantes, quedaron atrás y todos se pusieron el mono de trabajo.

En la fase de grupos no hubo grandes sorpresas. Los favoritos pasaron más allá de que Lituania lo hiciera de milagro en el grupo de la muerte y de que España tuviera su primera alegría tras quedar primera al ganar a una Turquía que se presumía muy superior.

La primera conmoción, y gorda, llegó en los octavos de final cuando Italia eliminó a Serbia, pero fue en los cuartos cuando los equipos se impusieron a las estrellas. Cayó Eslovenia ante Polonia y Grecia ante Alemania, mientras que Francia derrotaba a Italia y España hacía lo propio con la emergente Finlandia.

La Familia había cumplido con creces el objetivo más optimista, que era, no lo olvidemos, estar en los cuartos de final. Pero ya metidos en harina, los inexpertos, jovencitos (Rudy Fernández incluido) y desclasificados de entre los mejores jugadores decidieron que ya se habían imbuido del ADN ganador de sus predecesores y que querían defender su suerte.

Contra una Alemania local la selección española volvió a desafiar la lógica y el pronóstico, y en la final Francia revivió sus mil pesadillas ante la que es su auténtica bestia negra.

España lo bordó. Jugó como equipo y superó a todas las individualidades. Y..., además, colocó a Willy Hernangómez como MVP del torneo, a Lorenzo Brown en el quinteto ideal, y a Juancho Hernangómez como MVP de la final. El Mundial de Indonesia, Japón y Filipinas 2023, en los que España defenderá título, y los Juegos Olímpicos de París 2024 comienzan a verse con otra perspectiva.