Jacobo, el faro de un buen Estudiantil

Abrió su cuenta de puntos el plantel santiagués dejando una imagen positiva en Paiosaco // Le faltaron minutos para lograr su primer triunfo
Fútbol
Guillermo Parga
Manu Rodríguez (i), en el partido ante el Somozas. Foto: A. Hdez.

Estrenó su casillero de puntos el Estudiantil. Lo hizo al tercer intento, y tras superar una situación crítica desde el aspecto psicológico: en desventaja, lejos de casa y ante un rival directo igualmente necesitado. No se ajustaba el premio a las sensaciones que dejaba el equipo sobre el terreno de juego. Sin embargo, en apenas media hora en el campo, Jacobo minimizó el daño y dejó motivos para considerar el punto logrado como de inflexión.

Resultaron prácticamente antagónicos los planteamientos de ambos técnicos, a pesar de su condición de semejantes en lo que a situación y objetivos se refiere. El cuadro local fue conservador, bullicioso y eléctrico en el poco tiempo que le duraba el balón en los pies. Por su parte, el Estudiantil realizó un ejercicio de paciencia y confianza en una propuesta que pasaba por la creación, la construcción y, en ocasiones, cierto riesgo en la salida de balón.

El choque de estilos pareció cortocircuitar las ideas ofensivas en los dos lados, y el goteo de acercamientos a las áreas llegaba más en errores no forzados que por clarividencia de los atacantes. Además de la fe en su plan, la mejor noticia para el Estudiantil en el acto inicial fue la omnipresencia de Manu Rodríguez, destructor, recuperador e iniciador en casi todas las jugadas.

Sin ataduras. Desaparecieron las ataduras y buena parte del rigor táctico en una reanudación mucho más anárquica. Con ello, las áreas empezaron a ser más protagonistas. Iván Amor, el hombre más destacado y peligroso del Paiosaco, le ganó la espalda a la defensa visitante, contemporizó y sacó un centro medido para la incorporación de Viqueira, que apareció desde el punto de penalti para remachar a gol e inaugurar el marcador.

Con el nuevo guión, el conjunto anfitrión buscó que no se jugase. Trató de dormir un partido que castigaba en exceso al Estudiantil. El palo fue literal cuando, instantes después del 1-0, Antón Vilas estrelló una falta en el larguero. Pero para entonces se había activado el factor Jacobo. Necesitó solo diez minutos para encontrar un espacio, armar el tiro e igualar la contienda.

Además, cada vez que tocó el balón dio una sensación de peligro extremo. Tuvo el tanto de la victoria en una asistencia de Oli, pero el menudo Rama se hizo gigante al achicar el espacio.

Pidió la hora el Paiosaco en los compases finales y se fue con una sensación agridulce un Estudiantil al que le faltaron minutos para completar la remontada.