Un viaje literario

En EL CORREO GALLEGO os proponemos visitar rincones novelescos que inspiraron a grandes literatos de España. Casas convertidas en museos que acercan al público la vida de figuras como Miguel de Unamuno o Cervantes.
Luis Fernández
Santiago Rusiñol y Ramon Casas, precursores del modernismo catalán Foto: Enrique Íñiguez Rodríguez

El 23 de abril es el Día del Libro y, para celebrarlo, EL CORREO GALLEGO propone cinco destinos en los que disfrutar de una escapada literaria con un toque de romanticismo. Testigos de las hazañas de escritores de la talla de Santiago Rusiñol, Rosalía de Castro, Unamuno o Cervantes, sus casas, ahora transformadas en museos, reciben al turista con una propuesta poética y cultural.

Alcalá de Henares. Comienza el viaje. Arrancamos en Alcalá de Henares, un destino que fue testigo del nacimiento y primeros años de uno de los grandes literatos de España y del mundo: Miguel de Cervantes Saavedra. La casa del autor reabrió sus puertas convertida en el Museo Casa Natal de Cervantes, único edificio en la Calle Mayor que no tiene soportales en la fachada sino que está custodiado por un jardín y las emblemáticas figuras de Don Quijote y Sancho Panza, personajes creados por el escritor y uno de los reclamos más demandados de la urbe madrileña.

La casa, de dos plantas, muestra la forma de vida de una familia castellana de los siglos XVI y XVII y permite a sus visitantes pasear por la cocina, las habitaciones y una sala en la que se expone una recopilación de ediciones cervantinas.

Por las donaciones y adquisiciones que se realizan, este museo amplía cada año su colección, esa que, por cierto, reúne a cientos de Quijotes bajo el mismo techo. Los hay ilustrados por artistas contemporáneos como Dalí, Saura, Canogar o Krabbé y traducidos a numerosas lenguas y alfabetos pero todos ellos, entonarían, si pudiesen, frases célebres como: “El que lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho”.

Pasear por las calles de la ciudad, observar las fachadas renacentistas y barrocas, visitar sus pequeños comercios y disfrutar de las tapas son otras de las propuestas de este maravilloso municipio.

Sitges. De Alcalá a Sitges, un enclave bañado por las aguas del Mediterráneo y diseñado a base de 18 kilómetros de playas y calas rocosas, que han hecho de él un escenario de películas, libros y reuniones de creadores ilustres.

Uno de ellos es el escritor y artista Santiago Rusiñol (1861-1931) que estableció su residencia en esta ciudad costera en 1893 y construyó una casa-taller a la que llamó Cau Ferrat. Según cuentan, puso ‘cau’ -madriguera en catalán- por su deseo de que fuese un refugio para los amantes de la poesía y ‘ferrat’ –herrado– por su colección de hierros forjados antiguos.

En este espacio tuvieron lugar las llamadas ‘fiestas modernistas’, eventos en los que participaron algunos de los poetas, escritores, artistas y músicos más importantes del siglo XIX. Una de las más memorables tuvo lugar en 1894, cuando Santiago Rusiñol fue recibido por una gran comitiva a su vuelta de París, un viaje que realizó para comprar dos cuadros de El Greco. Dos años después de la muerte del escritor, en 1933, Cau Ferrat se convirtió en un museo en el que se exhiben desde entonces distintas colecciones modernistas y en el que se respira el arte por todos los rincones.

Santiago de Compostela. Compostela, un reclamo en sí mismo para los amantes del arte y la historia, ha sido cuna de autores tan respetados como Rosalía de Castro.

En O Camiño Novo , la antigua vía por la que entraban los peregrinos procedentes de Pontevedra, nació esta literata gallega en 1837 que emigró a Madrid con la mayoría de edad y, quince años más tarde, regresó de nuevo para quedarse.

Durante sus últimos años, vivió en A Matanza, una casa situada en el municipio de Padrón, a pocos kilómetros de Santiago. Fue restaurada en 1971 –casi noventa años después de su muerte– y, un año después, abrió sus puertas convertida en museo.

Los que la visiten, viajarán por los acontecimientos que marcaron la vida y obra de la escritora, a través de sus estancias. La primera planta, llamada ‘O seu’, recrea la casa rural de la época, entre hidalga y campesina. La planta baja, ‘O perfil dunha sombra’, revela su vida, el entorno que la rodeó y su relación con nuestro pueblo.

Tras la visita, se puede pasear por las calles empedradas del pueblo, tropezar con el río y entender los versos del último libro de poemas de Rosalía En las orillas del Sar: Dicen que no hablan las plantas, ni las fuentes, ni los pájaros, ni el onda con sus rumores, ni con su brillo los astros. Lo dicen, pero no es cierto, pues siempre cuando yo paso, de mí murmuran y exclaman: Ahí va la loca soñando.

Deià. Cinco kilómetros de costa, estratégica ubicación sobre una colina entre la sierra de la Tramuntana y el mar Mediterráneo, y una atmósfera bohemia son algunos de los factores que hace de éste un destino soñado por artistas, músicos y escritores de todo el mundo. Por eso y porque, según dicen, se puede vivir una vida llena de belleza e inspiración, Deià fue el lugar elegido por el poeta inglés Robert Graves (1895-1985) para vivir desde 1929 hasta su muerte. De hecho, durante su estancia en la isla, escribió muchas de sus historias, como la novela Hércules, mi compañero de travesía.

El autor y su pareja, Laura Riding, construyeron su casa en 1932 y la llamaron Ca N’Alluny –la casa lejan–. Se trata de un alojamiento, ubicado a cinco minutos a pie de Deià, en el que se funden la montaña y el Mediterráneo.

Tras la muerte de Graves se restauró la casa y se habilitó para los visitantes quienes pueden pasear por el jardín, entre olivos, algarrobos y almendros, y contemplar el huerto de frutales con naranjos amargos –de los que el escritor hacia mermelada para el desayuno–.

En el interior también se ha mantenido el carácter original con decoración, muebles y apliques de luz originales que conducen al visitante por la vida y obra del autor.

Salamanca. Concluimos nuestro viaje en Salamanca, meca de peregrinación de numerosos personajes ilustres de la literatura. Por ello, en sus calles se respira historia, la misma que los turistas descubren a través del jardín de Calixto y Melibea, el café de Torrente Ballester, el puente del Lazarillo, el aula de Fray Luis de León en la Universidad o la escultura de Carmen Martín Gaite en la céntrica Plaza de los Bandos, entre otras cosas.

Especial mención merece Miguel de Unamuno (1864-1936), que trasladó su residencia a esta ciudad en 1891 con un contrato de catedrático. Posteriormente, en 1900, fue nombrado Rector y permaneció los catorce años siguientes viviendo en la Casa Rectoral, edificio barroco de dos plantas situado junto a la Universidad, en la calle Libreros.

Por la vinculación de Unamuno con esta ciudad –de la que llegó a ser concejal y diputado– la Casa Rectoral se convirtió, en los años 50, en una casa-museo abierta a sus visitantes. Este espacio, que conserva los muebles y enseres familiares, la biblioteca y archivos personales del escritor, ofrece un recorrido por su vida a través de elementos como sus anteojos, sus manuscritos o su ropa.

El viajero tiene también ocasión de visitar el número 4 de la calle Bordadores, la que fue su residencia en los últimos años de vida, donde murió en arresto domiciliario mientras participaba en una tertulia con amigos.