A pesar de ya no ser obligatoria, una gran mayoría de personas mantiene la mascarilla

En cafeterías, peluquerías, tiendas y oficinas bancarias sigue siendo un elemento recurrente para los clientes
Alivio de las restricciones
Ángela Precedo
iglesias. En la misa del peregrino de ayer en la Catedral todo el mundo llevaba mascarilla. Foto: F. Blanco.

Parecía que este miércoles iba a suponer un antes y un después en la pandemia, pues la mascarilla, esa protección que nos había acompañado inseparablemente durante dos años, por fin dejaba de ser obligatoria. Tanto tiempo agobiados por ella, con dificultad al respirar, con marcas en la cara, con ‘quitaypon’ continuo al cruzarse con gente, hacía prever que las personas tendrían ganas de tirarla a la basura de una vez por todas. Pero nada más lejos de la realidad, pues ayer la gran mayoría entraba a los espacios interiores todavía con ella puesta, como si nada hubiese cambiado.

Desde EL CORREO hemos realizado un repaso por diferentes sectores donde, oficialmente, y según el real decreto ley publicado en el Boletín Oficial del Estado a primera hora del miércoles, ya no hay que llevar tapabocas. El más obvio es la hostelería. Bares y restaurantes son lugares donde la gente pasa muchos minutos, incluso horas y, por ello, la retirada de la mascarilla todavía no convence a muchos.

“La mañana de este miércoles fue muy normal, muy tranquila y parecida a la del martes, sin gran diferencia”, nos contaba Thor Rodríguez, presidente de Hostelería Compostela, que explicaba que “la mayoría de la gente sigue entrando con la mascarilla, aunque puede haber casos puntuales en los que no, casi todos en las cafeterías del centro, en la zona del Ensanche”, por ejemplo.

Por el contrario, en los polígonos de la ciudad la foto era de “mascarillas al 100 %”, porque “tienen una clientela muy fiel, los trabajadores de las empresas cercanas, y como en sus empresas no está muy claro cómo actuar, siguen bajando a tomar el café con ella puesta”. Esto choca con los restaurantes de la zona del Franco, por ejemplo, donde muchos turistas y peregrinos entran sin ella, ya que en sus países la norma ya ha sido eliminada hace mucho tiempo.

Otro entorno donde resulta complicado plantear la eliminación de la mascarilla es en las peluquerías, ya que los profesionales mantienen contacto directo con los clientes durante mucho tiempo. Por ello, sigue primando el principio de precaución, también entre los visitantes.

Estos negocios han trabajado mucho en los últimos días, coincidiendo con la Semana Santa, ya que en varios pueblos gallegos ha habido fiestas y celebraciones. Por ejemplo, en Padrón, cuya Pascua ha sido declarada Fiesta de Interés Turístico de Galicia y ha acogido a miles de visitantes, Silvia Carneiro, propietaria de la peluquería Silvia’s Look, todavía prefiere esperar.

“Por poder se puede quitar, pero nosotros de momento vamos a mantenerlas, sobre todo porque esta fiesta está trayendo a mucha gente”, nos comentaba, apostando por esperar a ver los indicadores epidemiológicos tras la Semana Santa. Después de eso, “esperamos que los clientes se respeten entre sí, y el que la quiera poner bien, y el que no, pues también hay que aceptarlo”. En su caso, “llevo siempre la mascarilla de tipo FFP2, que me protege”, así que no tendría problema, porque además “al depilar el bigote o afeitar las barbas de los chicos ya tengo que tenerlos sin ella”.

Por otro lado, en los pequeños negocios de venta al público, tiendas variadas, los clientes también seguían con ellas puestas. Desde la tienda de informática Beep, en Santiago, su propietario, José Lago, nos contaba que “dejamos entrar sin ella, pero sí que recomendamos su uso”. En su caso, para atender, “seguiré llevándola” y por lo que pudo testear en el día de ayer, “todos los clientes que entraron la llevaban”. Consideraba que aún da un poco de miedo acercarse sin esa protección a desconocidos, pero también estaba convencido de que es cuestión de tiempo. “A ver cuánto dura”, decía.

También es oficinas de servicios, como es el caso de los bancos, se observaba ayer a gente que esperaba su turno o hacía cola para el cajero con el tapabocas. Del mismo modo, los empleados también lo usaban.

Mientras tanto, en otros espacios sigue siendo obligatoria y no ha habido cambios, así que es recomendable tener siempre una máscara en el bolsillo por si hay que entrar de urgencia a un hospital o se produce cualquier imprevisto y hay que ir a la farmacia.

Y es que en el ámbito sanitario la gente sigue usándola. Ana Belén Vidal, psicóloga, decía a este periódico que “en la consulta presencial por ahora la tendremos puesta”, al igual que la tienen en clínicas y residencias, porque “somos también del ámbito sanitario”. Al atender a un paciente un psicólogo se demora con él mucho más tiempo que un médico, por lo general, de manera que es lógico que si para ir al médico se usa, para el psicólogo también.

En las farmacias, más de lo mismo, pues Alba Soutelo, presidenta del Colexio Oficial de Psicoloxía de Pontevedra explica que “a las farmacias van personas vulnerables y con problemas de salud y debemos protegerlas”, normalmente mucha población de avanzada edad.