Agresiones en el Estrecho, causa de la furia de las orcas contra los veleros

Dos ejemplares jóvenes, Angie y Soraya, que sufrieron golpes de un pesquero ilegal, son las que protagonizan las embestidas
Mar
Pedro Lemos
Uno de los ejemplares de la manada de orcas avistadas en las costas gallegas Foto: ECG

Los recientes incidentes con veleros protagonizados por orcas en las costas gallegas han llevado a muchos navegantes a preguntarse: ¿Qué le pasa a estas orcas? Esta especie de cetáceo protegido, del que no se tienen noticias de ningún ataque a humanos en todo el planeta, parece que en aguas galaicas la tomó con los pequeños navíos a vela y alguno de los ejemplares avistados arremetió contra varios, causando daños en ellos.

Los arponazos y agresiones que sufrieron un grupo de orcas en julio pasado en aguas del Estrecho pueden ser la causa que impulsó a estos cetáceos a embestir a varios barcos en las costas españolas, en concreto a dos orcas jóvenes “movidas por el recuerdo de los golpes que recibieron desde algún velero”.

Este es el argumento que sostiene Víctor J. Hernández, naturalista y autor del libro “Cetáceos. Introducción a las especies ibéricas, Baleares y Canarias”, para explicar los extraños ataques que han protagonizado un grupo de orcas, en concreto dos ejemplares jóvenes, en las costas del Estrecho y de Galicia.

El objetivo de estos cetáceos, que miden entre 5 y 8 metros de largo y pueden llegar a pesar 5,5 toneladas, han sido, sobre todo, los veleros de tamaño medio, que navegaban entre 2 y 8 millas náuticas de la costa y a los que golpearon causándoles diversos daños materiales, en especial en el timón.

La situación en las costas gallegas ha llegado a ser tan preocupante que el pasado 22 de septiembre Marina Mercante limitó la navegación a veleros de eslora igual o menor a 15 metros en la costa coruñesa, para evitar que se repitieran estos incidentes, en los que no se han registrado daños personales.

UNA MANADA. En declaraciones a Efe, Hernández aseguró que detrás de estas embestidas está un grupo de cetáceos de entre 9 y 13 ejemplares que se mueven en manada, liderados por un macho al que en aguas del Estrecho han bautizado como Pingu, y que cada año llegan a las costas españolas siguiendo a los atunes rojos que migran a estas latitudes desde el Atlántico.

“Las personas del mar que conocen bien al grupo de Pingu por sus manchas en la piel -que llegan a ser tan distintivas como las huellas dactilares-, aseguran que en julio estas orcas fueron objeto de ataques y arponazos en la cabeza lanzados desde algún velero que pescaba ilegalmente y cuyos tripulantes se asustaron al verlas de cerca”, relató el experto.

Al parecer, la mayoría de los golpes fueron a parar sobre Angie y Soraya, dos de las orcas más jóvenes del grupo que también son conocidas por los pescadores y los barcos turísticos que realizan avistamientos en el Estrecho y que pudieron fotografiar las heridas que causaron los veleros a los cetáceos y las marcas que les quedaron al golpearse con el timón cuando trataban de huir.

animales con MEMORIA PRODIGIOSA. Según Hernández, las orcas tienen “una memoria prodigiosa, similar a la de los delfines” y por eso cuando emigraron a las costas gallegas siguiendo a los atunes, “los dos ejemplares más jóvenes embistieron a los veleros porque están traumatizados con este tipo de barcos, les golpearon y mordieron los timones porque les recuerdan a los arpones de la agresión”.

Explica que las orcas mantendrán la misma actitud hasta que su memoria borre ese incidente: “Es cuestión de tiempo. Desconozco cuándo sucederá, pero cuando los atunes emigren hacia el Atlántico, las orcas les seguirán y acabarán olvidando el maltrato que sufrieron”.

El comportamiento de esta especie es pacífico y no se conocían incidentes desde la década de 1970, “cuando algunos pescadores del Estrecho comentaron alguna mordedura en algún timón, pero sin daños mayores” y que, incluso en aguas del sur, es normal ver a estos animales “nadando junto a las barquichuelas de los pescadores marroquíes sin ningún problema”.

REPETIRÁN LOS ATAQUES. “Tuvo que ser bastante impactante lo que les ocurrió a esas dos orcas jóvenes con aquellos veleros para que reaccionaran así”, comentó Hernández, que asegura que estos cetáceos se mueven en “grupos matriarcales” y suelen actuar de la misma manera “como si fueran una manada de lobos, muy unidos y dependientes unos de otros”.

El naturalista sostiene que no existe modo de evitar que este grupo de orcas repita embestidas como las de los últimos meses, pues ni siquiera el ruido les espanta ya que “están acostumbradas a escuchar el trasiego de los barcos cuando faenan”.

“La gente del mar conoce a las orcas y sabe que si se las respeta no hay problema, pero al resto les diría que cuando vean una de estas ballenas o cualquier otro cetáceo, lo mejor es no acercarse a menos de 100 metros ni tratar de perseguirlas, sino dejarlas tranquilas, que vivan en paz y las disfrutemos a distancia para evitar incidentes”, sentenció el naturalista.