Ajuste hacia las mil cien oficinas bancarias tras el cierre de 1.400

Durísimas protestas de los usuarios que claman en el desierto por las dificultades para retirar fondos
Reconversion bancaria
José Calviño
El ahorro y los préstamos de los gallegos siguen creciendo pese a la pandemia. Foto: S.R.

Septiembre suele ser el mes del regreso a la actividad tras el descanso veraniego, con la vuelta al cole y la reactivación de las empresas y administraciones con la casi totalidad de la plantilla. Sin embargo, en una decena de concellos nunca mas será igual, pues verán que se acabó la posibilidad de acudir, como era habitual, a sus sucursales bancarias. El último anuncio, el cierre de nueve correspondientes a la red de Abanca, pero hay mas.

Y es que no sólo experimentan este proceso San Valentín, Zas, A Baña e Baiñas, en A Coruña; Campo Lameiro y Campelo, en Pontevedra; o las ourensanas localizaciones de San Xoán de Río, Padrenda y Quintela de Leirado. Está ocurriendo con oficinas de las cada vez menos marcas financieras existentes en España y que operan en Galicia. Bankia dice adiós integrada en Caixabank o el Santander devoró al Popular. Con cada movimiento, nuevo ajuste. De hecho, la Xunta tuvo que maniobrar y movilizar ayudas de 2,8 millones de euros para que se mantengan o instalen cajeros en 34 concellos huérfanos de esta atención cara a cara tras el descenso de las persianas de estas sedes que atendían cara a cara.

Acudimos al estudio A Economía Galega. Informe 2020-2021 en el que el Instituto de Estudos e Desenvolvemento de Galicia (Idega) de la USC, junto al Centro de Investigaciones Abanca de Ieside, alegan que “el impacto de la crisis de la COVID-19 en los ya reducidos niveles de rentabilidad del sector bancario está acelerando el proceso de concentración y ajuste de capacidad acometen ininterrumpidamente desde la anterior crisis de 2007”.

En él se indica que la comunidad gallega finalizó marzo de 2021 con 1.190 oficinas operativas, el 5,5 % del total estatal y un punto porcentual superior a su peso por negocio. ¿Moraleja? Cuidado, porque ese 1% extra tenderá al ajuste. Desde 2008, máximo histórico sobre las 2.500, la red de sucursales gallega se redujo un 52,6 %, que son 1.322 menos, y las entidades con sede social en la comunidad pasaron de ocho a sólo dos, que son la propia Abanca, heredera de las caixas y líder del mercado gallego tanto por red como por negocio, y Caixa Rural Galega.

La distribución territorial de las oficinas por parte de las entidades financieras con mayor presencia en Galicia se concentra mayoritariamente en los municipios de mayor dimensión, siendo Abanca la que cuenta con la mayor capilaridad de red, con un tercio de sus oficinas antes de los anuncios de sus últimos cierres en los municipios de menos de 5.000 habitantes, porcentaje que prácticamente cuadruplica al de la segunda entidad. Banco Santander.

En el 88 % de los 313 municipios gallegos presta servicios alguna entidad financiera, lo que supone dar cobertura directa al 99 % de la población en la comunidad. Abanca era hasta el pasado marzo la única entidad con presencia en 131 de ellos (en ocho a través de su red de oficinas móviles), con especial relevancia en la provincia de Ourense, en donde es la única entidad en más de la mitad de sus municipios. Por su parte, la Caixa Rural es la única entidad presente en tres municipios lucenses.

Al cierre del primer trimestre, detalla el informe del Idega e Ieside, Abanca tenía 694 oficinas y 70.471 millones de euros de balance; y Caixa Rural Galega, otra única entidad con sede social en la comunidad, 47 sucursales y 1.528 millones de balance. La entidad que preside Juan Carlos Escotet continuó apoyándose en la integración de entidades para crecer, con la compra de Bankoa a finales de 2020 y la red española del grupo portugués Novo Banco ya en 2021, que la sitúa como séptima del sector en España por activos.

Panorama estatal. El informe indica que en un año de la crisis vírica –marzo 2020 a marzo 2021–, el sistema financiero español “continuó ajustando el exceso de capacidad generado antes de la anterior crisis de 2007. El número de oficinas se redujo un 8,3% hasta las 21.612 y los empleados un 3 % a poco más de 160.000. Los procesos de integración en marcha (Caixabank-Bankia y Unicaja-Liberbank) y las medidas de ajuste de otras entidades “auguran un impulso de este proceso en los próximos años, en un contexto en el que la pandemia aceleró la adopción digital para el acceso a los servicios financieros por parte de los clientes”.