“Alumnado y profesorado tuvimos que aprender mucho en poco tiempo”

Patricia Lavandeira

Están recientes las elecciones autonómicas con mayoría absoluta. ¿Considera que para mejor?

De momento, lo que está garantizada es la estabilidad. Ojalá que todos los gobiernos, cada uno en el ámbito de su competencia, tengan mucho acierto en sus decisiones, porque los tiempos son duros y la sociedad necesita eficacia. Me gustaría que, dentro de esa continuidad propia de la renovación de una mayoría absoluta, hubiera cambios en algunos altos cargos, porque en la esfera pública suele ser positiva la llegada de nuevas ideas y proyectos. Quien ocupa un cargo debe tener siempre presente que está de paso.

Todavía colean los amargos estertores del virus. ¿Qué debemos hacer?

En la esfera sanitaria, atender escrupulosamente a todos los mandatos y recomendaciones, siendo conscientes de nuestra responsabilidad para controlar el virus, sobre todo pensando en los mayores. En el ámbito económico y social creo que las autoridades deben trabajar por salvar negocios y puestos de trabajo y por dar apoyo a los que lo están pasando muy mal para sacar adelante a sus familias. Todos debemos de tratar de recuperar la actividad sin olvidar las precauciones, no podemos tampoco quedarnos en casa atemorizados.

¿Practicó el teletrabajo? ¿Con qué resultados?

No me quedó más remedio porque la docencia presencial en la Universidad se suspendió y pasamos a un escenario virtual. Alumnado y profesorado tuvimos que aprender mucho en poco tiempo porque no estábamos preparados para ello. Para mí el balance global es positivo, si tenemos en cuenta que era necesario salir adelante en una situación excepcional sin perder el curso, pero no puede negarse que algunas cosas, como la evaluación de los conocimientos, no han funcionado bien. Espero que podamos recuperar la presencialidad en septiembre porque el contacto directo en el aula es insustituible, pero si, por desgracia, fuera imprescindible volver de forma puntual a una docencia no presencial, estaríamos en mejores condiciones para impartirla.

¿Cambiarán mucho sus vacaciones?

El mes de vacaciones lo paso todos los años en Pontedeume, con la familia y los amigos a los que vemos poco en invierno. Eso no cambiará en 2020. Sí es verdad que algunos veranos, como el pasado, en que estuvimos en Londres, hacíamos algún viaje corto al extranjero, en el que este año no pensamos. De todos modos, me parece un plan perfecto el de playa, caminatas por las Fragas do Eume y cervecitas con nuestra gente en un lugar como Pontedeume, que es también nuestra casa.

¿Qué se puede hacer en un mundo tan desigual con millones de personas sin recursos tras la pandemia?

Tengo la impresión de que descargar todo el trabajo en el tercer sector, como a menudo hacen los gobiernos y también los particulares, no es la mejor opción, pero han demostrado una eficacia extraordinaria con los medios de que disponen. En la propia España, al margen de las medidas gubernamentales para paliar la necesidad económica extrema, o incluso antes de que se adoptaran, han sido asociaciones de barrio, fundaciones privadas o ONGs las que han demostrado que llegaban mejor a apoyar a los que lo pasaban mal. Merecen todo el apoyo. En países en desarrollo las medidas de higiene para frenar la pandemia serán ahora prioritarias, junto con la alimentación. En España sin trabajo la situación se cronifica, es lo más preocupante, hay que recuperar el empleo.

¿Para quién su aplauso y quién merece su rechazo?

Mi aplauso para los que lo dieron todo para consolar y acompañar, personalmente o a distancia, según sus posibilidades y las restricciones, a los que se encontraban solos, en hospitales, residencias o en sus casas. Mi rechazo para los que se creen inmunes frente a la enfermedad, no se protegen y ponen en riesgo a los demás.

Las mujeres tienen cada vez más protagonismo en todos los ámbitos. ¿Lo percibe usted en su profesión?

Por fortuna, es así en mi ámbito profesional. Las últimas cuatro cátedras de la Facultad de Derecho de Santiago que han salido a concurso las han ocupado mujeres, pero todavía el número de catedráticas en la USC es muy inferior al de catedráticos, igual que en la mayoría de las Universidades. Supongo que se corregirá la desviación poco a poco en unos años, pero los datos todavía son llamativos.

Sin embargo, todavía se escuchan muchas quejas sobre las dificultades que deben superar frente al teórico dominio de los hombres...

Efectivamente, creo que el lamento no deja de estar justificado. En sectores profesionales distintos de la Universidad la situación es mucho peor, incluso en el ámbito jurídico, al que yo me dedico. Como casi siempre ocurre, todavía cuesta a las mujeres llegar a los puestos directivos, en la empresa o la justicia. Y no podemos olvidar otros espacios laborales, en los que aún es una realidad la discriminación salarial o en las tareas a realizar. Debemos potenciar la educación en igualdad para que el acceso a las profesiones no tenga sesgos de género y a los círculos de poder lleguen las mujeres bien preparadas en las mismas condiciones que los hombres. Por primera vez una mujer presidirá una Sala, la Cuarta, del Tribunal Supremo. Esto, que ya debería ser lo común, todavía es noticia. Que deje de serlo por haberse integrado en la normalidad debería ser el objetivo de nuestra sociedad. Desde luego, es mi deseo.

¿Cree que este es el siglo de las mujeres, liberadas, sin complejos, triunfadoras?

No sé si este será otro estereotipo poco deseable. Como dije antes, no en todos los ámbitos es así, todavía queda mucho para conseguir la igualdad real y tampoco las mujeres podrán soportar, aun cuando lo sean, esa etiqueta de triunfadoras, que parece implicar una fortaleza que no permite bajar nunca la guardia.

En cuanto a los problemas de conciliación familiar y flexibilidad en el trabajo, ¿cómo lo ve?

Veo muy positivo que a la conciliación se vayan sumando, con toda naturalidad, los varones, al menos en lo relativo al cuidado de los hijos menores. Quizá falta que ocurra lo mismo con la atención a los mayores. Por otra parte, cada vez veo más empresas que, fijando unas horas centrales en que necesariamente los empleados deben estar trabajando, sobre todo si tienen atención a terceros, proveedores o clientes, dejan elegir en el resto de la jornada el horario de trabajo, según necesidades o preferencias. La flexibilidad, siendo posible por el tipo de negocio, aporta mucha satisfacción personal a los trabajadores y ello redunda, a mi juicio, en el buen ambiente de trabajo y la propia productividad de la empresa.

¿Cree que los jóvenes de hoy vivirán peor que sus padres?

Espero que no sea así, como madre y como formadora de jóvenes. No creo que sea conveniente frenar sus ilusiones por acceder al mercado laboral y disfrutar de nuestras conquistas y de las de nuestros padres repitiéndoles que no lo conseguirán. Será una generación preparada de forma muy diferente a la mía, con competencias de alto interés en la sociedad futura, seguro que sabrán superar las dificultades. No es bueno instalarse en el pesimismo, aunque tampoco en la inconsciencia. Los próximos años serán difíciles; los jóvenes deben saberlo, pero también pensar que tienen en sus manos herramientas para superar los obstáculos. Yo creo que podrán revertir la situación si reavivamos la cultura del esfuerzo allí donde se esté debilitando y ellos la interiorizan.

¿Por qué orden de preferencia, familia, profesión, estudio, relevancia social o amigos?

La familia en primer lugar, sin duda. Aunque hago esfuerzos por racionalizarlo, no consigo dejar de ser una madre excesivamente protectora, mis hijos están en todo momento en mi pensamiento. Creo que inmediatamente después, y al mismo nivel, situaría mi profesión y mis amigos. Soy docente en la Universidad por vocación y mi trabajo me aporta muchísimas satisfacciones, pero sin amigos con los que compartirlas o desconectar, según los días, no concebiría mi vida. Volver a los amigos de siempre o reencontrar a los que están más lejos, de vez en cuando, reconforta muchísimo. El protagonismo social no me interesa, no tengo siquiera redes sociales. No me gusta que nadie, fuera de mi círculo más cercano, sepa dónde estoy o qué hago en cada momento. Valoro muchísimo mi privacidad y ni siquiera de mis actuaciones profesionales me gusta dar publicidad.

¿En qué proyecto está centrada ahora?

Acabo de dejar una colaboración como magistrada suplente de la Audiencia Provincial de A Coruña de más de siete años y este curso próximo tengo previsto compatibilizar la docencia, iniciando a los recién llegados a la Universidad en el mundo jurídico, con una monografía que me gustaría terminar, para publicar en unos meses. Mientras el Rector mantenga la confianza en mí, tengo también responsabilidades dirigiendo el “Centro de Estudos Propios”, de la USC, con el que pretendemos, como en otros ámbitos, imbricar la Universidad con la sociedad, ofreciendo, tanto en Santiago como en Lugo, una docencia de calidad en másteres propios, cursos de especialización, formación continua o a demanda de empresas, colegios profesionales o entidades de todo tipo.

Nuestro propósito es potenciar tanto cursos que preparen mejor a los profesionales, atendiendo a las necesidades de cada momento, con una flexibilidad y agilidad de la que, lógicamente carecen los estudios oficiales, como otros a través de los que se pueda hacer efectiva la responsabilidad social de la Universidad, trabajando en sectores como las personas con necesidades especiales.

Esta capacidad de la USC para ofrecer docencia en cualquier ámbito, coordinando el buen hacer de nuestro profesorado con profesionales externos, sí me interesa difundirla (también en redes sociales, cuya potencialidad en este caso sí reconozco y aprovecho).

¿Alguna persona tuvo influencia en momentos clave de su vida?

Mi referencia ha sido siempre mi padre, como profesional y como persona, por su honestidad y su ecuanimidad en todos sus juicios. Él decía que, antes de valorar una conducta o unos hechos que alguien relata, había que escuchar “a la otra parte”. Me habría gustado tener su ponderación y su templanza, yo soy mucho más pasional.