Prorrogan dos años la estancia en prisión del ‘triple asesino de Valga’

La defensa de José Luis Abet solicitó un nuevo informe forense sobre su estado psicológico como último trámite del sumario// En unos días se celebrará la audiencia preliminar al juicio con jurado en la Audiencia de Pontevedra
Triple crimen de Valga
María Martínez
el autor confeso del triple crimen de Valga, José Luis Abet, a su llegada al juzgado de Caldas de Reis (Pontevedra), en septiembre del año 2019. Foto: Fran Dominguez Martín.

José Luis Abet deberá continuar en la cárcel hasta que se celebre el juicio por el asesinato de su exmujer, Sandra Boquete, que tenía 39 años cuando ocurrieron los hechos; de su excuñada, Alba Boquete, de 27, y de su exsuegra, María Elena Jamardo, de 59, al decidir la titular del juzgado de Instrucción n.º 2 de Caldas, Cristina Sánchez Neira, prorrogar la prisión provisional una vez que el próximo 16 de septiembre se cumplen dos años, el tiempo máximo inicial previsto por la ley, del triple crimen.

Abet acabó con las vidas de las tres mujeres en 2019 asestándoles más de una docena de disparos, ocho de ellos efectivos, en las inmediaciones de la casa que había compartido con su expareja y dos dos hijos, menores de edad, que presenciaron todo lo ocurrido. Permanece encarcelado desde su detención, pocas horas después de la tragedia, primero en la cárcel pontevedresa de A Lama y desde hace algo más de un año en el penal de Mansilla de las Mulas, en la provincia de León.

La magistrada Sánchez Neira dictó un auto acordando que se prorrogue su estancia provisional entre rejas dada la gravedad del hecho delictivo y la posibilidad de que José Luis Abet pueda sustraerse a la acción de la justicia. Son otros dos años los que fija el juzgado aunque el juicio se celebrará, posiblemente, antes de que finalice este 2021 en la Audiencia Provincial de Pontevedra.

En estos momentos el sumario se encuentra prácticamente cerrado y solo queda por recibir un informe forense solicitado por la defensa del imputado relativo a su estado psicológico en el momento del homicidio y su evolución posterior. Una vez que lo reciba el Juzgado de Caldas se podría celebrar ya la audiencia preliminar, según fuentes judiciales. Es uno de los últimos trámites previstos en el artículo 27 de la Ley del Jurado, relativo a las diligencias de investigación que pueden llevarse a cabo antes de la vista que supondrá de hecho la apertura del juicio oral.

SECUENCIA DE LOS HECHOS. Pasaban las 06.00 horas del 16 de septiembre de 2019 cuando José Luis Abet salió de su trabajo en una empresa de aluminio en A Esclavitude-Padrón y en vez de dirigirse al concello de Ames, donde residía con su madre y hermanos tras su separación, se encaminó en dirección contraria hacia Cordeiro-Valga, la que había sido su casa y en la que ahora vivía su exmujer con los dos hijos pequeños que habían tenido. Llegó a las inmediaciones y estuvo merodeando hasta que cerca de las 08.00, cuando Sandra se disponía a salir para llevar a sus hijos al colegio, le impidió el paso al vehículo. La increpó, la insultó y la amenazó. La mujer bajó y los niños permanecían en el interior del automóvil.

PRESO QUE NO SE ARREPIENTE. La muerte de Sandra Boquete era un hecho anunciado ya que el sujeto llevaba tiempo amenazándola aunque muy pocos en su entorno pensaban que pudiera cometer semejante atrocidad. Pero no fue un impulso. José Luis Abet tenía todo perfectamente planificado y había acudido al mercado negro de venta de armas ilegales a Portugal para hacerse con una que, a pesar de ser de pequeño calibre era difícil, muy difícil, que no cumpliera su objetivo: él no quería fallar.

Durante meses urdió un plan para acabar con la vida de la madre de sus dos hijos y de toda su exfamilia política. Solo se libró el exsuegro que no apareció por la casa de Valga donde fueron abatidas a tiros a su exmujer, su exsuegra y su excuñada. Tres de una tacada con un revolver de seis balas que tuvo que recargar dos veces más.

Abet coincidió en Mansilla de las Mulas y A Lama con otros dos sujetos de mucho cuidado: David Oubel, el sádico de Moraña, y José Enrique Abuín, el chicle, violador y asesino de Diana Quer, y, según contaron a EL CORREO personas que compartieron estancia carcelaria con él, nunca se arrepintió de lo que había hecho. “Desde el primer momento no dejó de jactarse de lo que había hecho e insistía en que lo volvería a hacer. Es vengativo y muy frío”.

Buena prueba de ello es que lo primero que hizo cuando se marchó del lugar del triple crimen fue grabar unos mensajes de wasap que envió a un amigo. Lo que dijo demuestra que todo estaba planificado y que lo había hecho a conciencia. “A partir de hoy me voy al calabozo y ya no vuelvo más, pero a esta gente me la he sacado de delante. Ya me cansé de que me pitorrearan”, espetó en el micrófono de su teléfono antes de añadir: “Ya están las tres para enterrar, la madre, ella y la hermana”. “Ya veo porque matan a las mujeres; piensan que tienen siempre las de ganar y uno también se aburre. Ya está bien de tanta broma. Ella no me contesta y el abogado tampoco, así que tendré que tomar medidas. Esto ya no es broma, tendré que recuperar lo que es mío”, se grabó tras haber asesinado, delante de sus hijos pequeños, a tres mujeres.

Tras dos años encarcelado seguirá en un módulo de máxima seguridad, con lo peor de la calaña presidiaria, hasta que se celebre el juicio en Pontevedra. Las acusaciones ya anunciaron que pedirán la prisión permanente revisable y los argumento de su defensa, lleva ya tres abogados distintos, sobre su estado psicológico tiene poca consistencia.

El individuo, fuera de sí y sin hacer caso alguno a los ruegos de la chica, vació las ocho balas del revólver que portaba: dos de las balas acabaron alojadas en el cuello de Sandra y una en el pecho: las tres eran mortales de necesidad. Acto seguido José Luis abandonó el lugar mientras que los pequeños huían hacia la casa de un vecino que lo recogió.

En su huida se cruzó con el coche en el que viajaban su exsuegra y excuñada, que habían sido alertadas telefónicamente por Sandra,cuando se dirigían a la casa. El hombre decidió dar vuelta y seguirlas hasta el lugar. Sobre las 8.20 de la mañana las encontró en la casa y realizó ocho disparos que pusieron fin a sus vidas. Aún estuvo un rato esperando la llegada del marido y padre de las víctimas: a todos culpaba de su separación y estaba dispuesto a matarlos.

La aparición de varios vecinos, alertados por los disparos, provocó que se marchara del lugar. Lo hizo huyendo hacia Ponte Maceira donde arrojó a aguas del río Tambre el revólver del calibre 32 largo con capacidad para seis balas y para el que carecía de licencia. Desde allí fue a casa de su madre, en la aldea de O Carballido, y él mismo se entregó a la Guardia Civil.