Recuperar tierras improductivas, la clave de futuro para el rural gallego

Las aldeas de Osmo, en Cenlle y la de Trascastro, en O Incio, pioneras en un nuevo modelo para el agro, que busca prevenir fuegos forestales, asentar a jóvenes emprendedores y crear riqueza
ángel ArnáizSantiago

¿Tiene futuro el rural gallego? Para los jóvenes agricultores y ganaderos que están tomando el relevo en el sector agrario, la respuesta es afirmativa, sin duda alguna. Los recursos en el medio natural de la comunidad son excepcionales y hay que tener voluntad para rentabilizarlos. Esto es lo que intentan hacer las nuevas hornadas de emprendedores que apuestan por el campo.

Para lograr que ese futuro del campo sea una realidad, se apuesta de manera decidida, entre otras líneas, por una estrategia de trabajo que pasa por la movilización y uso de tierras improductivas. Se trata, en esencia, de poner en valor los terrenos abandobados o en desuso para su aprovechamiento tanto desde el punto de vista agropecuario como del forestal y también de fomentar la renovación generacional del sector.

En este terreno, el Gobierno gallego se está volcando mediante diferentes líneas de fomento, llevando adelante iniciativas de recuperación de terrenos en varios puntos del mapa galaico, que también tiene como objetivo luchar y anticiparse a los incedios forestales. Por todo ello, se consideran que la recuperación de tierras en desuso “es una de las claves para el futuro del rural”.

Esta filosofía se reforzará con la futura Ley de recuperación de la tierra agraria de Galicia, que dará carta de naturaleza legal a fórmulas que ya están funcionando con éxito como propuestas piloto. Entre ellas destacan, entre otras, los polígonos agroforestales, la iniciativa de las aldeas modelo, las agrupaciones de gestión conjunta de la tierra o las permutas de especial interés agrario.

BANCO DE TERRAS. Para reducir el nivel de abandono, aumentar la base territorial de las explotaciones de la comunidad y al mismo tiempo prevenir fuegos forestales, se trabaja con varias iniciativas a través del Banco de Terras.

En la actualidad se ejecutan en la comunidad ocho proyectos de movilización de tierras en diferentes zonas y sectores productivos. En esa lista figura la recuperación de 80 hectáreas de soutos en la Sierra de Courel, en la provincia de Lugo. El trabajo desarrollado aquí servirá de modelo para el Plan de recuperación de los soutos tradicionales de Galicia que busca recuperar estas tierras y ayudar a prevenir incendios, así como rentabilizar la producción de castaña en la comunidad, principal productora en el conjunto de España.

En el concello lucense de Sober se ejecuta otra de esas acciones, con la recuperación de algo más de 23 hectáreas de terreno abandonado para destinar a pradería. En su fase inicial está también aquí una aldea modelo en Francos de Proendos, con otras 20 hectáreas, que dará continuidad al proyecto.

En los Ancares lucenses, en el concello de Cervantes, se rescataron unas 20 hectáreas de montes vecinales en mano común y una parcela del Banco de Terras de pastizal de montaña.

Por su parte, en el ayuntamiento ourensano de Cualedro fueron recobradas varias zonas de concentración parcelaria afectadas por incendios para pastizales, con una superficie de 185 hectáreas. Esta acción prosigue con el proyecto piloto de polígono agroforestal, con otras 200 hectáreas más.

La puesta en marcha de una plantación piloto para producir pimiento de la IXP en Arnoia (Ourense) es otra de esas iniciativas. Aquí se sitúa, en su etapa inicial, otra aldea modelo con una treintena de hectáreas que se dedicarán a productos de huerta.

En el ayuntamiento pontevedrés de Crecente también está arrancando una actuación que persigue recuperar una zona abandonada para destinar a viñedo. En este caso la intención pasa además por detener los fuegos que entran por Portugal.

En Ferrol se desarrolla un proyecto de huerta, que se lleva a cabo en el lugar de Covas, en una parcela inscrita en el Banco de Terras.

ALDEAS MODELO. Es otra de las acciones singulares puestas en marcha. La iniciativa tiene un claro doble objetivo: defender a las personas y sus bienes de la amenaza de los incendio forestales al tiempo que se pretende fometar la puesta en marcha de actividades agroganaderas en la franja más próxima a las viviendas, de tal modo que no sea precisa la limpieza de maleza anual, el desbroce, para prevenir fuegos.

A día de hoy están registradas en toda Galicia 60 peticiones para aldeas modelo, de las que 18 ya están en marcha, 10.500 parcelas de 2.600 propietarios implicados, que ya suponen la recuperación de una superficie de 531 hectáreas de terreno.

De esas 18 aldeas modelo, una docena de ellas ya están aprobadas y en fase de ejecución y dos se encuentran ya en funcionamiento.

LAS PIONERAS. La que ya funcionan son las de Osmo, en el peqeño concello ourensano de Cenlle y la de Trascastro, en el lucense de O Incio. La de Parada de Montes, en A Pobra do Brollón, también en Lugo, estará lista a final de este mes.

En el caso de Osmo se actuó en una superficie de 29 hectáreas, correspondientes a 169 parcelas de medio centenar de propietarios. La producción escogida aquí es cerdo celta ecológico.

En Trascastro se trabja ya en vacuno de carne de cachena, también dentro del sello de calidad ecológico, en una superficie total de 14 hectáreas. En esta aldea modelo de O Incio las parcelas recuperadas para la actividad son 178, que pertenecen a algo más de un centenar de dueños.

POLÍGONOS AFROFORESTALES. Para tratar de recuperar el rural gallego, los polígonos agroforestales son otra de las apuestas diseñadas . En este ámbito ya trabaja en nuevos proyectos piloto en más de 4.100 hectáreas, todos ellos en su fase inicial.

En esa nómina de actuaciones figuran polígonos para la producción de uva en viñedo en las demarcaciones territoriales de las cinco denominaciones de origen gallegas. En el concello coruñés de Curtis, en Santaia-Foxado se localiza otro y tres más en la provincia de Ourense. Son los de Carzoá, en el concello de Cualedro, que está en la segunda fase; el de Santa Uxía de Lobás, en O Carballiño y el de San Cibrao, en Oímbra.

El objetivo de todas estas actuaciones pasa por recuperar grandes áreas de terreno en desuso mediante proyectos únicos, en lugar de actuar de modo individual en cada parcela. De ese modo, además de ponerlas en producción y obtener rentabilidad de las mismas, son una ayuda para prevenir los incendios.

RECUPERAR ES DE LEY. Toda esta labor de movilización de terrenos tendrá un importante impulso con la futura Ley de recuperación de la tierra agraria de Galicia, que está en puertas.

Esta normativa recogerá el marco general para la gestión de la superficie agroforestal de la comunidad, la reordenación de usos y el fomento de su recuperación, con el claro fin de poner en producción las tierras que están abandonada e infrautilizadas y de aportar base territorial suficiente a aquellas explotaciones que precisan de más tereno, promoviendo la continuidad de las granjas y la buena gestión de las tierras que las conforman.

Todo esto, a corto plazo, hará posible anticiparse a los fuegos foretales, trabajar por la recuperación demográfica y por el asentamiento en el rural y mejorar, en definitiva, la calidad de vida de la población que aquí reside.

Con esta normativa legal se pretende dar solución a la dispersión y al pequeño tamaño de las pacelas, un lastre que conlleva dificultades técnicas para el moderno cultivo mecanizadodel campo.

Además el alto grado de desconocimiento de la titularidad de muchos terrenos complica los procesos de movilización y la futura ley facilitará, en este caso, su gestión.