Un fiscal de Chicago permitió localizar el arsenal de armas y la coca de ‘Matador’

Investigaba a un ciudadano venezolano cuando descubrió que mantenía vínculos con el grupo del narco gallego que se había instalado en Siero
Lucía López

A muchos le sorprendió cuando a finales del pasado mes noviembre se conoció la denominada operación Espeto que supuso la detención del narcotraficante gallego Carlos García Morales, alias Matador, cuando estaba trasvasando más de seiscientos kilos de cocaína de una furgoneta a una autocaravana en las inmediaciones de una nave industrial en la localidad asturiana de Siero. Eran muy pocos los que estaban al tanto de este operativo liderado por la agencia estadounidense HSI (Homeland Security Investigations), agencia estadounidense dependiente del Departamento de Justicia, y más concretamente con base en Chicago, la capital del estado de Illinois.

Habitualmente era la DEA (la agencia antidrogas estadounidense) la que se encargaba de este tipo de operativos. Que lo hiciera un equipo de la Oficina de Investigaciones de Seguridad Nacional USA significa-ba que algo más había detrás. No tardaron en darse cuenta de que podían cantar bingo: en la nave industrial también fue localizado un arsenal de armas de guerra compuesto por fusiles de asalto, granadas de mano, explosivos, lanzacohetes, silenciadores, armas cortas y cartuchería de multitud de calibres, entre otros objetos. “Estas armas, junto a otras intervenidas en el domicilio de Galicia del narcotraficante español, muestran el grado y nivel de la or-ganización ahora desarticulada”,
señalaba la nota de prensa emiti-
da por el Ministerio del Interior.

Cuando hablaban del domicilio de Matador se referían a su vivienda en Pereiro de Aguiar, en la provincia de Ourense, donde mantenía una vida aparentemente normal aunque, eso sí, con frecuentes desplazamientos a Asturias ya que allí había alquilado la citada nave desde la que manejaba sus contactos en el mundo del narco, tanto en Colombia o México como en nuestro país.

Reseñar que García Morales estaba acompañado por los también detenidos el mexicano Eder Isidro López de la Torre y su compañera sentimental, María Cristina Orsi Padula. Días antes se habían entrevistado en Madrid con otros dos peces gordos de los 17 apresados: el colombiano Sergio Esteban Ardila, uno de los jefes del cartel que había llegado para controlar la entrega de la coca y abrir nuevos mercados, y el venezolano Luis Vieira Méndez.

Precisamente éste último fue el hilo por el que se empezó a tirar de la madeja delictiva. Y es aquí donde entra en juego un fiscal de Chicago, Brian Hayes, que le está investigando por otras cuestiones que nada tenían que ver con el tráfico de drogas entre Sudamérica y España.

A Vieira Méndez comenzaron a investigarlo en Illinois por una supuesta operación de blanqueo de dinero relacionada, inicialmente, con Venezuela pero los agentes del HSI de Chicago, a las órdenes del fiscal Hayes pronto detectaron que este sujeto se movía con mucha soltura por determinados ambientes en Colombia. “En febrero de 2022”, se puede leer textualmente en un informe del Departamento de Justicia de EEUU enviado a las autoridades judiciales españolas en la Audiencia Nacional, “gracias a las gestiones realizadas en Colombia, Vieira Méndez fue identificado como el jefe de una organización de narcotráfico basada en Bogotá, Colombia. En el transcurso de nuestra investigación encubierta, ese mes de febrero fue posible introducir un agente infiltrado por parte de nuestras autoridades de los Estados Unidos, fue entonces cuando Vieira Méndez solicitó asistencia para el transporte de aproximadamente dos toneladas de cocaína desde Colombia a España”.

BAJO CONTROL POLICIAL. Desde ese mismo momento las pesquisas del fiscal de Chicago dieron un giro importante sobre todo cuando, en mayo del pasado año, se tuvo conocimiento que el colombiano Sergio Esteban Ardila viajaba a Madrid. Alertados los agentes de la Udyco no tardaron en localizarlo en la capital de España junto a otros miembros de su organización.

Los días 21 y 22 de ese mes los agentes lo estuvieron controlando a pesar de que, según consta en otro informe policial, “se trata de una persona bastante desconfiada, que cuida minuciosamente sus movimientos y que durante su estancia en Madrid estaba acompañado por una mujer, con el motivo de dar apariencia de viaje turístico”. De hecho los agentes constataron que cuando se reunía por asuntos de negocios delictivos la mujer nunca estaba presente.

El 7 de mayo había llegado a Madrid procedente de México, Eder Isidro López de la Torre que junto a Ardila y Vieira contactaron con el narco gallego Carlos García Morales quien se iba a encargar de la logística para transportar y distribuir la cocaína en España estableciendo como base la nave industrial que tenía en la localidad asturiana de Siero.

Los tres extranjeros regresaron a sus países de origen mientras que Matador volvía a su casa de Pereiro de Aguiar con la intención de iniciar los preparativos para recepcionar el importante alijo.

Fue en el mes de septiembre cuando se puso en marcha todo el operativo delictivo trasladándose de nuevo a nuestro país los tres sudamericanos. El fiscal de Chicago seguía teniendo bajo control policial a Luis Vieira que se había desplazado para coordinar la entrega de la droga una vez que está ya estaba lista en Colombia.

MINUCIOSO PLAN DEL HSI. Lo que ocurrió no fue lo que esperaban los miembros de cártel ni el grupo gallego de García Morales. En el informe de Brian Hayes, enviado a la Audiencia Nacional, se relata que “el día 23 de septiembre de 2022 como parte de la operación encubierta la organización colombiana entregó 67 bultos con 20 paquetes cada uno, haciendo el total de mil trescientos paquetes de cocaína a los agentes infiltrados a bordo de en un barco encubierto en aguas internacionales cerca del Caribe, concretamente a 200 millas náuticas al Este de Barbados”.

La primera parte del ambicioso plan diseñado desde la sede en Chicago de la Homeland Security Investigations había funcionado a la perfección: los agentes encubiertos se habían infiltrado entre los intermediarios del cártel para realizar el transporte de las dos toneladas de cocaína desde Sudamérica hasta las costas gallegas, donde la infraestructura de Carlos García Morales se encargaría del resto.

Es más, los propios miembros del HSI seguían manteniendo contactos con los tres narcos Ardila, Vieira y López de la Torre para acreditar que el operativo seguía en marcha pese a que la droga ya viajaba hacia San Juan de Puerto de Rico donde la mayor parte iba a esperar que se completara la segunda de una operación que pasaba por detener a los colombianos, el venezolano y los mexicanos que, junto a los hombres de Matador, esperaban la llegada de la cocaína.

La agencia estadounidense tenía constancia de que la carga iba destinada a dos organizaciones internacionales, independientes y sin relaciones entre ellas, una colombiana (liderada por Sergio Esteban Ardila) que recibiría 600 de los paquetes y la otra mexicana (Isidro López de la Torre al frente) que se haría cargo de los 740 paquetes restantes. Y se activó la segunda parte.