Una nueva investigación no saca de la vía muerta el ‘crimen del garaje’

En unos días se sabrá si un juzgado de Vigo archiva el caso del asesinato de Manuel Salgado o lo prorroga// “Están todos muy cerrados”, dicen desde el entorno policial
'crimen del garaje'
María Martínez
CASO ABIERTO. Imagen del sumario judicial en el que se ve el lugar donde asesinaron a Manuel Salgado (recuadro)

La muerte de Manuel Salgado Fernández, asesinado de un certero disparo en la cabeza el 2 de abril de 2004 en un garaje de la céntrica calle Rosalía de Castro de Vigo, va camino de pasar a englobar la lista de crímenes perfectos en la historia de la delincuencia en nuestro país. No prescribirá hasta dentro de 22 meses pero todo apunta a que el penúltimo intento de llevar ante la Justicia al autor o los inductores del homicidio no dio el resultado esperado.

El equipo de la Brigada Central de Homicidios, desplazado desde Madrid estuvo más de dos meses en la ciudad olívica realizando una profunda investigación, tras la decisión del juzgado de reabrir el caso, para tratar de conseguir pruebas que permitieran evitar que el crimen quedara impune pero las pesquisas no fueron del todo bien, o al menos, no como se esperaba ya que, según pudo saber este periódico, no consiguieron el principal objetivo de su plan de trabajo.

“No será fácil”, señalaron fuentes próximas al caso antes de añadir un expresivo “están todos muy cerrados”, en relación a los interrogatorios llevados a cabo en los dos últimos meses entre los sospechosos y posibles testigos.

Los agentes de este grupo de élite de la Policía Nacional completaron su trabajo y el informe ya debería estar a punto de llegar al despacho de titular del juzgado de Instrucción número 4 de Vigo que inicialmente había fijado el 31 de mayo como fecha límite pero decidió prorrogar durante la primera quincena de junio para tomar una decisión definitiva a la vista de los informes que se presentaran.

Ni los análisis realizados con nuevos métodos de investigación ni la completa revisión de los indicios que había en los atetados iniciales, que databan de 2004, ni las declaraciones de testigos y sospechosos parecen haber arrojado demasiada luz sobre la autoría y, especialmente, acerca de las dos únicas personas que fueron imputadas en su día pero quedaron libres por falta de pruebas.

Ese “están todos muy cerrados” sirve para definir la falta de avances en esta nueva investigación lo cual obligará al magistrado Juan Carlos Carballal o a dar carpetazo al asunto o a mantener abierto el caso si apareciera alguna razón policial que lo justificara.

Al haberse decretado el secreto de las actuaciones poco trascendió de las pruebas realizadas por los agentes de la Brigada Central de Homicidios aunque sí se sabe que prestaron declaración algunos familiares de Manuel Salgado Fernández, entre ellos los sobrinos que instaron a la reapertura del caso.

NUEVAS DECLARACIONES DE PERSONAS RELACIONADAS CON EL CASO. También se volvió a interrogar a algunas personas que cuando ocurrieron los hechos prestaron declaración unos en calidad de presuntos sospechosos, otros que facilitaron la coartada a los entonces detenidos e, incluso, a algunas personas que recientemente salieron de prisión tras cumplir condena por otros delitos pero que podrían tener información del denominado caso del garaje.

Todas las miradas estaban dirigidas a encontrar algunos hilos que llevara la investigación hacia el sicario que realizó el crimen por encargo, según consta tanto en los iniciales atestados policiales como en el sumario judicial. Y es que en el crimen de Manuel Salgado no se barajan otras posibilidades más que la presencia de un asesino a sueldo o alguien muy conocido por el propio fallecido que realizó él mismo la tarea.

No trascendió si entre los interrogados en los dos últimos meses por los miembros de la Brigada Central de Homicidios se llamó a declarar a los dos principales sospechosos, Marisol Pombo, la exmujer de Manuel Salgado, y Jaime G. Sarandón, quien por aquellas fechas era su pareja, quienes en sus comparecencias cuando ocurrieron los hechos siempre negaron su participación, amparada en una sólida coartada.

Hace dos años, en declaraciones a este periódico, volvieron a insistir en su inocencia y pedían que no se les relacionara con un hecho que les había causado un gran perjuicio en sus vidas personales y profesionales.

El móvil está claro: un crimen por motivos económicos y ellos dos eran los únicos que se beneficiaron de la muerte de Manuel Salgado. Eso sí que no varía nada con respecto a lo investigado hace 18 años.

RELATO DE UNOS HECHOS OCURRIDOS EN LA DÉCADA NEGRA DE VIGO . “El homicidio de Manuel Salgado requirió que los autores tuvieran conocimiento completo y exacto de los movimientos y horarios de la víctima, tanto por el lugar en que fue asesinado, como por la franja horaria en la que se produjo el hecho”. El atestado inicial que los agentes del Grupo de Homicidios de la Policía Nacional en Vigo fue tan claro como rotundo: a Manuel Salgado Fernández, que tenía 56 años el 2 de abril de 2004, le asesinaron en el garaje donde guardaba su coche personas que conocían al dedillo sus rutinas, a pesar de que él había roto vínculos personales y familiares con los sospechosos.

Aquel día alguien le estaba esperando, se acercó por detrás y le pegó a bocajarro dos tiros en la cabeza. A pesar de tratarse de un arma pequeña, las balas eran del calibre 22, la corta distancia desde donde lo hicieron lo mató en el acto. En el mismo lugar del crimen, tras descubrirse el cadáver, los agentes constataron que no era la primera vez que alguien lo intentaba; el encargado del local les entregó un casquillo idéntico que halló allí mismo dos días antes. Estaba percutido pero por alguna razón no llegó a dispararse.

Las declaraciones iniciales de familiares, amigos y compañeros de trabajo de Manuel Salgado añadieron piezas al puzzle, al menos eso pensaron los policías, que estaban encajando y siempre en la misma dirección.

Uno de ellos dijo que Manuel le había confesado semanas antes que “mi vida tiene fecha de caducidad, como los yogures” y un compañero de trabajo fue más lejos cuando señaló en el camino que todos imaginaban: “Salgado me dijo que sentía que le estaban vigilando, que su exmujer no pararía hasta completar su amenaza: Te quité todo pero no pararé hasta acabar contigo... verte bajo tierra”.

Un repaso a los archivos dejaba claro que había una persona que iba a beneficiarse con la muerte del hombre que había fundado el conocido Colegio Lar de Vigo, lo encumbró hasta situarlo entre los mejores de Galicia y acabó perdiéndolo todo tras una separación traumática con su exesposa, Marisol Pombo, quien se quedó al frente de la institución y de la importante cantidad de dinero que acumulara en los años previos. Pero aún había algo más, contra la nueva pareja de la mujer, Jaime G. Sarandón, Salgado tenía presentadas en Comisaría varias denuncias por las amenazas recibidas.

Incluso su ex mujer estaba pendiente de que Manuel Salgado validase la petición de indulto por una condena de dos años de cárcel que le impuso un juzgado por intromisión ilegítima tras haber contratado a un detective para espiarlo.

Todo parecía tan evidente que los dos fueron detenidos e imputados en la causa. Pero los agentes no consiguieron reunir pruebas sólidas, solo indicios, de su relación con el caso y Marisol y Jaime tenían una coartada que nadie fue capaz de desmontar.

Pese a ello una hermana y los sobrinos de Manuel Salgado (los hijos del matrimonio tomaron partido por la madre tras la separación) llevan tiempo luchando para que su muerte no quede en el olvido y se puede hacer Justicia. Ellos siguen acusando a los dos sospechosos de ser, al menos, los instigadores.