Noruega y Galicia: dos maneras
de entender la minería

Los nórdicos subvencionan explotaciones para que sean ecológicas y aquí es muy difícil que se apruebe un proyecto
Minería
Antonio García
Lugar en el que se va a desarrollar el proyecto Greenpeg en Tysfjord (Noruega)

La minería parece estar demonizada en Galicia. Cada vez que se conoce la intención de explotar un filón, sea donde sea, enseguida aparecen detractores. No importa el mineral a extraer, ni siquiera un proyecto que cuide al máximo el medioambiente. Los colectivos ecologistas no tardan nada en enarbolar la bandera contra las minas. Existe la convicción de que los nórdicos nos llevan la delantera en todo lo relativo a la ecología. Su fama la ganaron a pulso. Pero esos colectivos tan protestones no se miran en el espejo nórdico. A finales del mes de agosto se reunieron en la localidad noruega de Tysfjord los miembros del proyecto Greenpeg, que recibió una subvención de 8,3 millones de euros del programa de investigación e innovación Horizonte 2020 de la Unión Europea para el desarrollo de nuevas técnicas de exploración de metales utilizados en la tecnología ecológica, incluyendo las baterías eléctricas.

El equipo está formado por trece socios de ocho países europeos, incluídas universidades, sociedades de exploración especializadas y empresas de exploración y minería.

Es una paradoja ver como países tan avanzados en el cuidado del medioambiente como Noruega subvencionan esa actividad en la que las universidades se involucran para mejorar su carácter ecológico mientras que Galicia sigue anclada en el siglo pasado.

El profesor Axel Müller, de la Universidad de Oslo, líder del proyecto, es muy claro en sus apreciaciones: “Estamos muy emocionados de liderar este proyecto para desarrollar tecnologías de exploración avanzadas, eficientes y listas para utilizarse en la búsqueda de pegmatitas y las materias primas que estas contienen. Esta exploración de sustancias con una importante aplicación en la tecnología verde se realizará de forma sostenible, tanto para el medioambiente como económicamente”.

Las rocas pegmatíticas pueden ser particularmente ricas en metales tecnológicos, pero a menudo son pequeñas y difíciles de encontrar a partir de técnicas de exploración convencionales.

Estas materias primas se utilizan en la fabricación de dispositivos de energía verde (por ejemplo, almacenamiento de energía, fotovoltaica, fabricación de turbinas eólicas y condensadores). Es fundamental que Europa recupere la competitividad en este sector para cumplir con los ambiciosos objetivos energéticos y climáticos para 2030.

El Consorcio Greenpeg tiene una duración de cuatro años a partir del 1 de mayo de 2020 y está formado por trece socios de ocho países europeos, entre los que está la Universidad del País Vasco, con la doctora Encar Roda a la cabeza del equipo de mineralogía y petrología, que será el encargado del muestreo y análisis litoquímico, además de contribuir al procesamiento de imágenes de satélite de áreas potencialmente mineralizadas en España.

Nada que ver con la imagen que en Galicia se proyecta de una minería anticuada que en vez de recibir algún tipo de subvención o ayuda solo se encuentra con obstáculos que hacen imposible que puedan llevar a cabo proyectos modernos que para nada están reñidos con el medioambiente.

Noruega fomenta la minería para extraer metales destinados a la energía verde mientras que a pocos kilómetros de Santiago, a caballo entre Touro y O Pino, la Administración mira para otro lado ante la presión de colectivos que utilizan argumentos basados en el deterioro causado por la explotación cerrada hace ya cerca de 40 años y que nada tiene que ver con un nuevo proyecto que no quiere dañar los recursos de la comarca.