De la osamenta y sus amiguitos (I): Vitamina K

Firmas
Santi Carro

EL OBJETO DE ESTE ARTÍCULO ES SÓLO ORIENTATIVO. CONSULTA CON TU MÉDICO

Y/O ESPECIALISTA CUALQUIER CAMBIO EN TU DIETA O ENTRENAMIENTO

aHÍ VA UN ZAMBOMBAZO: asegurarse de tomar el gramaco de calcio al día, con la vacua intención de tener los huesos fuertes, no funciona; lo único que conseguiremos es acidificar el cuerpo (en el caso de seguir una ingesta masiva de lácteos), calcificar las grandes arterias del cuerpo (especialmente la aorta) y generar piedras en el riñón tanto de oxalato como de fosfato cálcico.

Porque la cosa de la osamenta sana-lozana va por otros derroteros, tal y como aprenderemos en la lección de hoy. Así que sin más demora, permítanme presentarles a una señorita, la vitamina K (¡tachán!).

En el aspecto bioquímico, la molécula de la vitamina K posee una larga cadena elaborada a base de carbonos que utiliza a modo de gancho -CLINCH!- a la hora de aferrarse a las membranas de las células, desde las cuales actúa. Aunque en realidad, la vitamina K no se trata de un solo compuesto sino que designa a tres familias: 1/ la vitamina K procedente de los vegetales, llamada filoquinona, necesaria para la coagulación sanguínea; 2/ el grupo de vitaminas K bacterianas (llamadas menaquinonas) que van de la numeración 4 a la 13 según la longitud de la antecitada cadena, y cuyas abreviaturas tienen nombres de rifles de asalto: MK-4, MK-7, etc.; y por último 3/ tenemos a la vitamina K sintética, denominada menadiona, que carece de la cadena lateral característica de esta vitamina y, por lo tanto, tiene la facultad exclusiva de ser hidrosoluble, viajando a placer a través de los líquidos de la sangre.

Al hilo de este último párrafo, recordar que la vitamina K es una de las cuatro vitaminas liposolubles que existen en la naturaleza (es decir, que se disuelven en grasa o aceite) junto con las vitaminas A, D y E. Las distintas formas que adopta la vitamina K responden a las diversas funciones metabólicas que ejerce en el organismo: la filoquinona de origen vegetal es un actor imprescindible en la coagulación de la sangre; por eso mismo a los neonatos se les aplica una dosis oral -o una inyección intramuscular- de esta vitamina K, de forma profiláctica-preventiva. Pero las acciones de las quinonas de origen fermentativo-bacteriano van más allá de la simple hemostasia o coagulación sanguínea.

Las quinonas bacterianas se hacinan en los alimentos vegetales fermentados, siendo el máximo exponente el natto, un plato tradicional japonés elaborado con soja fermentada que si bien a priori es muy rico en MK-4 su aspecto, olor y sabor causa en los occidentales un repelús intenso. El chucrut y el queso viejo son ejemplos más populares en nuestras latitudes. Sea como fuere, la vitamina K fermentativa también se origina en nuestras tripas, merced a la flora saprofita que albergamos en ellas; que aprovechemos esta síntesis, o no, eso ya es otro cantar.

Y ahora viene lo interesante del asunto: resulta que las paredes de los vasos sanguíneos poseen una proteína que depende la vitamina K bacteriana llamada “proteína GLA”, la cual tiene como función impedir los depósitos anormales de cristales de calcio en ciertos tejidos blandos (paredes arteriales, riñones, articulaciones). Pero, ojo-ojito, que en el hueso también existe una proteína que se llama osteocalcina y que favorece la mineralización y el tráfico ordenado de calcio en el esqueleto... ¡¡¡y también depende de la vitamina K fermentada!!!

Claro, siempre habrá un listillo que ya estará pensando en hacerse con un puñado de pastillas... pero lástima que esto no funcione. La correcta mineralización del hueso no depende de un solo actor (en este caso, haciendo alusión a las menaquinonas) sino de la sinergia de éste, con otros muchos elementos: magnesio (que distribuye correctamente el tráfico de calcio en el cuerpo); boro (de origen exclusivamente vegetal, igual que la K); cobre; zinc; estroncio; manganeso... todos ellos, sustancias y elementos presentes en los botánicos vegetales (lechugas, repollos, grelos, brécol, té verde), ¡¡¡justo las fuentes alimentarias de las que adolecemos, en detrimento de los lácteos ácidos y los ultraprocesados!!! De hecho, donde hay clorofila siempre hay vitamina K vegetal, que es la forma predominante de la vitamina en nuestra alimentación.

O sea que para todo aquel/la que quiera tener el esqueleto sano-lozano: o te comes el formato original, amigo mío, y haces algo de pesas... o no te va a funcionar.

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