Criterios ecuánimes y objetivos

El Correo Gallego

CIRCULA por medios empresariales, financieros y políticos gallegos un informe que cifra en un 80 % la caída de inversiones previstas por las empresas de nuestra comunidad para el ejercicio 2021. Significa que quienes pilotan los motores que deben tirar de la economía optan por la cautela a la espera de que se disipen los negros nubarrones. Los avances en la investigación de las vacunas COVID no son capaces de generar todavía un escenario de certezas, tan importante en el mundo de los negocios, que doblegue el fiel de esa balanza en la que pesan mucho más las incertezas de las consecuencias de esta pandemia.

Solo se atisba en el horizonte un instrumento que pueda reactivar al empresariado. Hablamos del programa Next Generation EU, esos fondos europeos que pone en marcha Bruselas para combatir la crisis. Lo hace sobre unos pilares obligados a impulsar ese cambio de modelo que demanda una comunidad con un importante déficit industrial que le impide plantearse, ni siquiera a medio plazo, la convergencia con las autonomías punteras y con el núcleo de la Europa más próspera. Los proyectos que se aprueben en el marco de NG deben asentarse en productividad, digitalización, sostenibilidad y medioambiente. Aquí es donde Galicia, y sus empresas, pueden jugar un papel que definirá si podemos unirnos al pelotón de cabeza o seguiremos condenados, siguiendo con lenguaje ciclista, a hacer la goma en la cola. Solo a España le corresponderían en torno a los 140.000 millones de euros, de los cuales algo más de 72.000 serán transferencias directas sin devolución. Los proyectos que se financien con ayudas a fondo perdido deben ejecutarse ya, entre este mismo año y 2026; es decir, sin demoras ni dudas. Por cualquiera de las diez vías que abrió el Gobierno central, en el Plan Nacional de Recuperación, Transformación y Resiliencia, pueden circular los proyectos nacidos en Galicia, y entre los 108 que maneja la Xunta hay algunos incuestionables en un sistema de adjudicación por concurrencia competitiva. Y ahí es donde pueden surgir los problemas derivados de un Ejecutivo, el de Pedro Sánchez, que no aporta tranquilidad; más bien al contrario, muestra negras sombras. Galicia demanda unas reglas de juego justas ante la sospecha de que pueda existir en Moncloa un mercadeo, en clave política-partidista, para la asignación de los fondos; no es un temor sin fundamentos... las experiencias en el reparto de los dineros COVID muestran que desde Madrid no se tienen en cuentan criterios ecuánimes y objetivos. Cuando por medio se mete la subjetividad, el dúo Sánchez-Iglesias, es para temer lo peor.