Mamparas ‘lógicas’ en el Pórtico

Beatriz Castro

cualquier persona sensata da por hecho que el Pórtico de la Gloria debe estar convenientemente protegido de toda acción que pueda provocar daños a una obra de este calado. Lo absurdo sería, sobre todo después de la millonada que ha costado recuperar su policromía original, permitir que miles de vecinos y turistas volvieran a acercarse hasta su propio pie sin ningún control, como ocurrió hasta hace muy pocos años, e incluso a manosearlo. Hasta ahí todos estamos de acuerdo. Y también es necesario defender que la obra cumbre del maestro Mateo permanezca aislada mientras prosiguen las obras en el interior de la Catedral, porque de lo contrario se vería de nuevo afectada por los residuos que genera toda rehabilitación. La que no parece tan lógica es la forma en que se ha protegido el Pórtico, a través de unas feas mamparas de madera que impiden a los visitantes de la Basílica observar desde la distancia cómo es el acceso principal que el maestro Mateo diseñó y construyó hace ya casi mil años. Una cosa es proteger con celo la valiosa estructura románica y otra muy diferente variar la fisonomía interior de la Catedral para, a través de muros artificiales, vetar la visión del Pórtico a todo vecino o forastero que no se apunte a las visitas guiadas que funcionan desde hace meses. Sin duda existen soluciones intermedias mucho menos agresivas y que contentarían a todo tipo de público, como la instalación de una cristalera que permita ver la obra desde la distancia o el diseño de un cordón de seguridad que impida a la gente acercarse más de la cuenta. Y, por supuesto, las visitas guiadas deben reanudarse para ofrecer un plus a las personas que deseen conocer a fondo una de las piezas más importantes del arte a nivel mundial. Opciones, decimos, hay muchas. Y una tosca mampara de madera no parece la más adecuada.

BEATRIZ CASTRO/Periodista