Mucho cuento con los coches ‘verdes’

Beatriz Castro

en los últimos días, miles de vecinos de Santiago han recibido en sus domicilios los avisos sobre la apertura del plazo para abonar el impuesto de circulación. Y al abrir la carta habrán comprobado de nuevo que, si son propietarios de un coche viejuno, les tocará pagar mucho más que si recientemente compraron un automóvil moderno, especialmente si se trata de un modelo híbrido o eléctrico, que al parecer contaminan menos (algún día alguien serio tendrá que explicar cómo influye en el medioambiente la fabricación de millones de baterías, cómo se gestiona su reciclaje y cuánto se incrementará en los próximos años el consumo de electricidad). En cuanto a los dueños de vehículos con más de diez años, nadie les preguntará si conducen dichos trastos por placer o porque, como ocurre en la inmensa mayoría de los casos, no tienen capacidad económica para comprar un vehículo más ecológico. Tendrán, pues, que resignarse a pagar el doble o el triple que los flamantes propietarios de unos automóviles, los supuestamente verdes, que por lo general cuestan un dineral y no están al alcance, ni de lejos, de cualquier trabajador medio. Cualquier persona sensata entiende que hay que fomentar la compra de vehículos que lanzan pocas emisiones a la atmósfera, pero todo indica también que el concepto de justicia social chirría de mala manera cuando los menos pudientes son los que se ven sometidos, en casos como el que nos ocupa, a una mayor carga fiscal sin haber analizado previamente cada caso de una forma concreta a través de cuestiones tales como nivel de renta, cargas familiares, endeudamiento, etc... Lo demencial es pensar, como parecen hacer no pocos políticos instalados en su ensimismamiento verde, que quienes no compran coches eléctricos es porque carecen de conciencia ecológica. Hombreeee, seamos serios.

BEATRIZ CASTRO/Periodista