Navidades con (más) sentidiño

El Correo Gallego

las imágenes de aglomeraciones en distintas ciudades de toda España, este fin de semana pasado, confirman que es más necesario que nunca insistir en las llamadas a la responsabilidad individual y colectiva, porque la pesadilla de la pandemia está muy lejos de haber terminado, pero también que la sociedad está cansada –quemada, para ser exactos– de confinamientos y restricciones, y que necesita motivos para el optimismo y la esperanza. La inminencia de las vacunas es casi la única buena noticia a la que agarrarnos en vísperas de la Navidad más distinta de nuestras vidas. Y poco nos importa que sea un clavo ardiendo que no nos va a librar de una tercera ola del COVID. Políticos y científicos coinciden en que habrá que esperar al final de la primavera, en el mejor de los escenarios, para completar el blindaje efectivo frente al coronavirus. Sanidad, a nivel estatal, y la Xunta, en Galicia, no se cansan de pedir responsabilidad y prudencia, ahora que van a abrir la mano para aliviar algunas restricciones, y deberíamos hacerles caso no solo por el doloroso sacrificio que nos está costando doblegar la curva de contagios, sino porque bajar la guardia se traduce en sufrimiento y muerte para miles de familias y para los colectivos más vulnerables. De lo que se trata es de que no sobrepasemos las líneas rojas del sentido común y de que intentemos vivir las fiestas navideñas como si estuviéramos contagiados, porque esa es la mejor manera de proteger a los que más queremos. Debemos saber que existe el peligro real de que nos golpee la tercera ola en enero si, con la disculpa de la Navidad, nos relajamos e incumplimos los protocolos sanitarios. Aprendamos del (mal) ejemplo de Estados Unidos, que malicia otro zarpazo del letal virus tras las celebraciones de Acción de Gracias con movilidad descontrolada, fiestas familiares y aglomeraciones. Por todo esto, nos parece razonable y acertada la estrategia del Gobierno de Feijóo, que valora reabrir ya la hostelería –quizás el sector más castigado– sin levantar las restricciones a la movilidad. Por debajo del techo de los ocho mil casos activos y con una soportable presión hospitalaria, Galicia vivirá una desescalada con escenarios diferenciados entre rural y urbes que tendrá en cuenta parámetros epidemiológicos como una evolución sostenida a la baja de la tendencia de contagios y de la tasa de positividad por debajo del 5 %, la ocupación de camas hospitalarias en planta y uci, la incidencia entre mayores de 65 años y la incidencia acumulada. De ahí saldrá hoy la hoja de ruta prenavideña de Sanidade. Algo está garantizado, y no es pequeño logro: la guiará el sentidiño.